Fundamentalismo laicista

Quiero mostrar mi acuerdo con el presidente del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos, el cardenal Julián Herranz, por su acertado juicio acerca de la postura del Gobierno español, que el cardenal calificó de "fundamentalismo laico" durante la homilía que pronunció en la misa solemne que, con motivo de la Festividad de la Virgen del Pilar, ofició en la Iglesia Nacional Española de Roma, el pasado día 12, y de la que nos daban noticia al día siguiente, 13 de Octubre, algunos medios.

Y es que poco a poco la postura gubernamental se va convirtiendo en eso: una forma soterrada de fundamentalismo.

Lo que está ocurriendo se puede ilustrar con un ejemplo en el terreno deportivo. Que el Gobierno de la Generalitat de Cataluña no pueda ser del Barça es una exigencia de la neutralidad ideológica de cualquier gobierno (y deportiva, claro). Ahora bien: que no sea del Barça no significa que deba ser anti-barcelonista. De hecho, no hay partido de fútbol al que no asista, en tribuna, algún miembro del Gobierno y/o del "Parlament".

Pues bien, este Gobierno del Estado comienza a ser “anti” cuando los obispos, en uso de su libertad de expresión, opinan sobre cuestiones que afectan al tejido social. Lo que un Gobierno no puede hacer es chantajear su libertad amenazando con retirarles las asignaciones económicas. Eso tiene que dialogarse a la luz de lo acordado años atrás.

Esta actitud empieza a ser un poco totalitarista. Menos mal que la ciudadanía no es tonta y empieza a darse cuenta del truco. Un truco que nos conduce, de forma sutil, de la aconfesionalidad del Estado hacia una forma (tolerante y sonriente, eso sí) de fundamentalismo.

 

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