Nación

Una Nación tiene fortaleza, y es fuerte, cuando los que la componen – sus habitantes – están unidos en lo fundamental: la defensa de su territorio, de los símbolos que la unen y la identifican ante otros; de sus intereses comunes, de sus tradiciones, y de su historia. Independientemente que en el devenir diario, puedan tener opiniones dispares en aquellas cosas que no son fundamentales, porque pueden ser variables. Más para todo ello lo primero es tener muy claro cuál es el concepto de Nación. Y una vez con el concepto claro, sentirla. Pero lo primero es lo importante, ya que es lo que mueve la voluntad; pues el sentimiento es normalmente voluble. Es como el amor: si no se ama por voluntad pura, ese amor es frágil y vulnerable; normalmente acaba muriendo. Son tres los estadios del amor humano: el primero es el amor del cuerpo, que se siente atraído por otro cuerpo; aquí entran principalmente los sentidos, el deseo. El segundo, que viene a continuación, es el del corazón. Uno está gusto en la compañía de la persona amada, le gusta escucharla, mirarla, hablarla, sentirla cerca… Y por último el tercero, es amor del alma o del espíritu que se compenetra con la del otro. Y este amor al provenir del espíritu no es sensiblero, ya que el espíritu lo que mueve es la voluntad para amar al que se ama; y amarlo tal como es, no solo en lo que nos agrada, sino también en sus defectos.

¿A qué viene esto? Pues a que a la Nación hay que amarla, no solo sentirla. Pero para ello hay que tener claro lo que es la Nación, cuál es su concepto y sobre todo conocerla. Si se piensa que el concepto de Nación es “discutido y discutible”, a partir de ese momento se la destruye. Y si no se sabe lo que es una Nación, ¿cómo luego se puede hablar de plurinacionalidad. O plurinacionalidades? Y si se la ama hasta dar la vida por ella, es por amor del espíritu, voluntad de amor.

El Latín del que procede el nombre nos dice: natio, -ōnis “lugar de nacimiento, pueblo, tribu” ya que el hombre en sus orígenes empezó siendo una familia, luego se formó un pueblo con diversas familias, después la tribu; y la unión de varias de estas dio lugar a los reinos. Y cuando un reino fuerte conquistó otras tierras o reinos a los que hizo vasallos dio lugar a los Imperios. Y en este proceso siempre se impuso de una forma natural el idioma o la lengua del que prevalecía: fuese Persia, Egipto, Grecia o Roma. Y el latín fue durante muchos siglos la lengua más hablada, que dio origen a otras muchas que ahora hablamos. Del mismo modo pasó con el español, o pasa actualmente con el inglés.

Territorio de una Nación es aquel que ocupan y viven los habitantes, regidos por un mismo Gobierno.

Por último Nación, es el conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común.

¿Tenemos un mismo origen? ¿Un mismo territorio? ¿Una lengua común? ¿Un mismo Gobierno, del cual el resto de las Administraciones territoriales dependen pues son subsidiarias? ¿Somos una misma Nación llamada España desde hace más de quinientos años? ¡Cuánta sangre derramada por volver a unirnos después de la invasión musulmana! ¿Es que nuestras tradiciones no las consideramos y amamos aunque sean diversas? ¿Vamos a dejar que la ambición y la soberbia de unos pocos nos destruyan como Nación? ¿Acaso no hemos pasado, no hace mucho por situación similar con el tema Cantonal?

La pregunta del millón: ¿Cómo se puede promover en el siglo XXI una secesión de una parte del territorio de una Nación, para luego querer estar unido en una entidad supranacional como la Unión Europea? Quien es desleal en lo poco, será desleal en lo mucho. Solo se puede entender por una ambición de poder en cuyo interior subyace la Tiranía. La cual se empieza a avistar.

Hay una patria forjada en los siglos que hemos pasado con las mismas glorias, la sangre derramada, los mismos símbolos y las mismas fatigas; donde hemos nacido, donde hemos sido educados. En nuestros pueblos, nuestras provincias, nuestras regiones, y donde tenemos las tumbas de nuestros padresLa Nación, que es el Reino de España.

J. R. Pablos

 

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