Quitemos las ayudas a la Iglesia Católica

Imaginemos que quitamos las ayudas estatales que recibe la Iglesia Católica. Pero para ser objetivos imaginemos más cosas. Por ejemplo, ¿qué pasaría con los casi 45.000 reclusos en prisiones españolas que dejarían de recibir la asistencia de las 140 organizaciones que trabajan en la Pastoral Penitenciaria? Otro ejemplo más. Imaginemos a esos miles de parados, inmigrantes o ancianos que no hubieran recibido los 26 mil millones de pesetas (sí: 155 millones de euros) que Cáritas lleva repartidos. El año pasado esta organización católica dedicó casi 18 millones de euros de sus fondos privados a programas de acogida y asistencia, empleo o infancia. Un último ejemplo. También deberíamos imaginarnos como subirían nuestros impuestos —fuéramos creyentes o no- para ver dónde recolocamos al millón largo de alumnos que estudian en centros católicos. Entonces, ¿qué hacemos? Las declaraciones de Fernández de la Vega, Pedro Zerolo, Josep Borrell o Jesús Blanco promoviendo este sentimiento contrario a la Iglesia Católica han sido gratuitas, injustas y falsas. La Iglesia Católica, formada tanto por la jerarquía como por millones de personas de a pie, se merece una mejor consideración tanto por parte del Gobierno como por el PSOE.

 

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