Reflexiones de España

“No se juega con la Patria como se juega al escondite: ahora sí, ahora no…”, Antonio Machado.

Uno, cuando escucha las constantes falacias a las que nos somete la mendacidad nacionalista, con sus argumentos históricos para justificar lo injustificable, o lo que es peor, para justificar tan solo su propia existencia: denostando, agraviando y falseando a su acomodo, y  con reiteración,  la historia; negando a un pueblo, vituperando sus símbolos y  al final consiguiendo inquietar la convivencia pacifica de los españoles, no sabes que pensar, o mejor, si te sientes español no sabes como manifestarte. Aunque cierto llanto contenido en tu interior te hace entristecer y preguntarte: ¿por qué? Y te sugiere una larga lista de interrogantes que, desde el sentir más básico de los que habitamos la Iberia, Celtiberia, Hispania, Al Andalus: “España”, inquiere con desazón: pero… ¿Por qué? ¿Dónde esta España? ¿A que territorio supuestamente quieren reducirla?

Si nadie quiere ahora serlo, ¿quién nos hizo españoles? ¿No lo fueron nuestros padres, abuelos, y así hasta donde queramos llegar con nuestros ancestros? ¿Es que esto se lo invento alguien recientemente? ; ¿algún rey, partido o general? ¿Alguien nos ha obligado a serlo? ¿Por qué es tan difícil decirte español sin que nadie retorcidamente lo asimile de inmediato a extrañas connotaciones? ¿No es la propia herencia de nuestra tupida historia,  la que nos da todos los derechos como pueblo trascendente? ¿No nos conoce el mundo entero como una misma nación? ¿Puede cuestionarse entonces ni por un momento que es España? ¿Podemos cuestionar la solidez centenaria de unidad de esta, nuestra vieja tierra? ¿Ocurre algo parecido en nuestro entorno histórico secular, como Inglaterra o Francia?

Y para los que le sirven de comparsa a nacionalismos y separatismos… ¿Qué es eso del Federalismo o el Confederalísmo?; ¿es que hemos sido alguna vez así y tiene algún sentido serlo?  No y sí, según corresponda, pero  rotundo. Que en la defensa de ciertas convicciones profundas hay que serlo. Pero la cita de Machadiana continúa y se torna trágica: … “España esta muerta, la hemos asesinado entre tú y yo.”

No soy el que dude o tenga que preguntar quién es, porque sé que soy español, ni de dónde soy, porque sé que soy de España. Pero tú, si te lo quieres preguntar, has de saber que la contestación que quieras darte no será sincera y verdadera si no es producto de una reflexión sobre una larga historia en común de culturas, trabajo, sufrimiento, solidaridad y sangre.

El cainismo nace de la desigualdad, la insolidaridad, la falta de compromiso y la cobardía; en nuestro suelo de eso se sabe mucho. Es necesario creer en España como único proyecto, gestionado por quien se elija; y sospecho, que cualquiera que quiera poner parches y matices a España, no cree en el proyecto de un pueblo en armonía, convivencia, solidaridad y libertad: ¡quiere imponer algo! Me da igual que el sol oriental que el poniente occidental; el frío de norteño o la calidez meridional. Sé de Plá y Chamizo; de Unamuno y Lorca. Barretina o Boina, Ala ancha o Cachirulo, así me da y no es zarzuela. Hemos llegado hasta hoy como una misma nación y un mismo estado.

Que no se olvide, que las ventajas de los que ahora más tienen, también fueron conseguidas gracias al trabajo de los hoy tienen menos. A esta España, a la que no podemos renunciar, se la puede querer y respetar en distintos idiomas, y su defensa no es patrimonio de ideología o clase: se es español, sin más, por nacencia… “Jamás renunciaré al preclaro título de español”. Y, para que más de uno se de por aludido, ¡es de Indalecio Prieto!

 

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