Voltaire, un final increible

Voltaire (François-Marie Arouet; París, 1694-1778) ha sido el ateo anticlerical mayor del mundo. Educado en los Jesuitas desde los 10 a los 17 años, fue secretario de embajada en La Haya, a los 19 años. Un idilio con la hija de un intolerante hugonote conmovió sus pensamientos. Fue recluido en La Bastilla, por escribir contra el regente. Vitalista y pendenciero, fue apresado nuevamente por una reyerta. Se exilió en Londres, donde tuvo una intensa actividad literaria. Nuevas críticas motivaron nuevo arresto. Se escapó a Cirey, donde pudo trabajar bajo la protección de la marquesa de Châtelet. Diplomático ante Federico II de Prusia fue después a Ginebra, donde chocó con los rígidos calvinistas. Se retiró más tarde a su castillo de Ferney. Masón ilustre, colaboró con la Enciclopedia de D´Alambert. Adoctrinó a los teóricos de la Revolución Francesa y escribió más de 250 publicaciones para "écrasez l'Infame!" (aplastar a "La Infame", a la Iglesia). Sin embargo, no mantuvo sus convicciones a la hora de su muerte. La Divina Misericordia le llamó y él pidió perdón a Dios. Pasaron 250 años hasta poder entenderlo. Faustina Kowalska oyó decir a Jesús: "Cuanto más grande es la miseria de un alma tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia". "Soy más generoso para los pecadores que para los justos". Así se explican las últimas palabras de Voltaire: "Me he confesado y si Dios dispone de mí, muero en la santa religión católica en la que he nacido, esperando de la Misericordia Divina que se dignará perdonar todas mis faltas".

 

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