¿Por qué no firmo?

El argumento jurídico de fondo de quienes defienden la recogida de firmas para celebrar un referéndum nacional sobre el texto catalán (con sus buenísimas intenciones -que presumo-) es el mismo que invocan los “nazionalistas” para defender el derecho de autodeterminación. España es una realidad indivisible, una grandísima aportación a la civilización, a la ciencia, a las artes, y con una historia de coherencia y de Fe, que más quisieran la mayoría de países europeos para sí mismos. Desconozco los resultados que pueda tener dicho referéndum, pero de la misma forma que no estoy dispuesto a aceptar unos resultados negativos, por honestidad conmigo mismo, me opongo también a la mera celebración del mencionado referéndum por muy previsible que sea la victoria de España como nación. España es y será lo que ha sido, o dejaría de ser España. Y por eso, no es algo que pueda decidir una generación concreta de españoles que, incluso, podría llegar a traicionar la esencia de la patria, como ya se hizo en 1978, excluyendo a Dios.

Se imagina Ud. votar en referéndum sobre la existencia de Dios, sobre la gravedad, o cualquier otra realidad que exista -o subsista- al margen de la voluntad de las personas. Las realidades no se deciden por mayorías o decisiones partidistas, sino que, simplemente, se descubren; y quien no quiere hacerlo, falsea la realidad con sus sofismas. La unidad de España es algo que todos los españoles de bien conocemos y que no estamos dispuestos a cuestionar de ninguna manera. Es algo absurdo, no hay legitimidad ni soberanía para decidir este tipo de cuestiones, por lo que los resultados a mi no me merecerán ningún valor.

Por principios, me opongo a participar en un referéndum de esta naturaleza que además crea un peligroso precedente porque, aun con todo el derecho interno y el internacional publico, ¿qué ocurrirá si, como se pretende, en Vascongadas o Cataluña deciden en referéndum que son una “nación”?.

Además, los términos en los que el partido de la oposición plantea dicho referéndum son confusos. Nación es un término complejo, con unas connotaciones y acepciones que no todo el mundo alcanza a entender. “España no es un territorio… España es, ante todo, una unidad de destino. Una realidad histórica. Una entidad verdadera en sí misma.” escribió José Antonio Primo de Rivera, en 1933. Antes que él, grandes figuras del pensamiento español, nada sospechosas de colaboración con la revolución, ni los separatistas, no han tenido problemas en definir a España como una "nación de naciones", y eso, a pesar de la problemática evidente del término. Pero, sin duda, olvidaron que España existe como algo distinto a cada uno de los individuos que la integran y, a la vez, como algo superior a cada uno de esos individuos. Porque, "...una nación no es una lengua, ni una raza, ni un territorio. Es una unidad de destino en lo universal. Esa unidad de destino se llamó y se llama España”.

 

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