Por la libertad de expresión: disolver los consejos audiovisuales

Señor director: ¡Viva la libertad! ¿Es que aún hay periodistas o funcionarios con vocación de censores, oficio muy activo en el franquismo o con los nazis o comunismos o en las bananeras Cuba o Venezuela? Suprimamos los consejos audiovisuales, lastre franquista contra la libertad de expresión, también ahorraremos dineros que pueden ir a paliar el déficit en sanidad o educación. Para controlar ya están los tribunales de justicia. El que existan los nefastos consejos audiovisuales en Cataluña, Navarra, Madrid o Andalucía ya es una merma de la libertad de expresión. La prueba está en las acciones de autoritarismo del tripartito con los que ejercen la libertad de expresión, sin pedirles permiso a Carod Rovira, Maragall, Montilla o Zapatero. Se les trata de silenciar, bestializar o ridiculizar como saben los no nacionalistas, los vecinos del Carmelo, los del incendio de Guadalajara o que los ciudadanos sepamos del fracaso en fracaso de Rodríguez Zapatero en la Unión Europea, que para que no lo conociésemos muchos medios como TVE censuraron a Tony Blair. Los casposos ataques a la libertad de expresión se dan con demasiada frecuencia desde que el presidente Rodríguez Zapatero accedió al poder con sus nacional socialistas. Hay que defender esta libertad de expresión por cada uno de los ciudadanos, pues mientras más pluralismo de medios de comunicación, más libertad de expresión y de control al poder. Si, que hay que controlar desde la opinión pública al poder. No olvidemos que el poder corrompe, como señalaba Montesquieu. La libertad de expresión desde hace tiempo la tenemos cada vez más limitada. Ya en el País Vasco, si no piensas como Odón Elorza, Ibarretche o Arzallus u Otegui o Patxi López los de ETA te intimidan y hasta pueden asesinarte. En Cataluña ya está el Consejo Audiovisual Catalán que es la nueva inquisición o checa contra los que discrepan, y va a cerrar emisoras de la COPE, lo cual deja restringida la libertad de información a los que viven u ocasionalmente pasamos en Cataluña una temporada, aunque esta libertad consista en no sintonizar esa emisora. ¡Que viva la libertad!