¿Una nueva juventud nazi o un nuevo frente popular?

Dicen que el señor Zapatero se ha pasado al deporte de alta competición. Se comenta en los mentideros de la capital que la Federación Nacional de Deportes está muy esperanzada con él como posible medalla de oro en los próximos Juegos Olímpicos en la modalidad de saltos.

Y es que el "gran salto" anunciado por el señor Presidente del Gobierno, para cuando consiga su segundo mandato (esto de vender la piel del oso antes de haberlo cazado es muy propio del PSOE) no ha dejado de sorprender a propios y a extraños. Ya sabemos que ZP en esto de lanzarse a la piscina, aunque no tenga agua, es una de sus especialidades favoritas. Primero anuncia a bombo y platillo una ley de Dependencia y luego resulta que a la hora de aplicarla no hay fondos, no hay equipos preparados para hacer las valoraciones de los posibles beneficiarios etc; más tarde, en uno de sus rasgos de generosidad preelectoral, afirma que dará 2500 euros por cada neonato a partir del primero de julio; naturalmente el ministro de economía, el inefable ( digo inefable porque no hay quien pueda describirlo con palabras) señor Solbes, se lleva las manos a la cabeza porque ignora de dónde podrá sacar los medios precisos para atender esta demanda, que nadie sabe a cuánto ascenderá.

Es evidente que los grandes beneficiarios de esta medida serán los inmigrantes, tan pródigos en esto de generar descendencia. Pero cuando, de verdad, ha rizado el rizo de su generosidad y ha batido los records de magnanimidad con los dineros públicos, aquellos que una de sus ministras llegó a decir "que no eran de nadie", ha sido al ofrecer, en un olímpico y espectacular salto al vacío, viviendas para que los jóvenes puedan emanciparse de sus familias. ¿Cuándo, cómo, en qué circunstancias, cuántos y de qué forma? Estos, señores, nadie lo sabe y dudo mucho de que él mismo tenga la más mínima idea. pero, ¡es que nuestro Presidente sabe mentir con tanto estilo que da gusto escucharle! Lo malo es que parece que no sólo ha sorprendido a los ciudadanos en general, sino que también a la propia ministra de la Vivienda, la neófita Carme Chacón que se ha quedado muda y ha tenido que ser la de siempre, la desfacedora de entuertos de Zapatero, la esquelética y desmejorada señora De la Vega, quien tuvo que afrontar el marrón y, como la pobre de números no debe andar muy sobrada, tampoco ha sabido salir del paso y ha tenido que recurir al socorrido método de utilizar la tangente hablando de "los contínuos esfuerzos del Gobierno para hacer efectivo el derecho a una vivienda digna".

A propósito de esta manía, que le ha cogido al ejecutivo y a una parte de la ciudadanía, de que los jóvenes se han de emancipar de sus familias, que lo deben hacer cuanto antes sea posible y que hay que facilitarles viviendas, con preferencia al resto de los ciudadanos de la nación; convendría hacer algunas consideraciones.

En primer lugar, ¡qué necesidad hay de que jóvenes de diecisiete o dieciocho años se vayan del hogar paterno para vivir su vida! Todo lo que contribuya a favorecer este éxodo, aparte de crear una demanda innecesaria de vivienda contribuye a que el joven, alejado de la tutela paterna y falto de madurez, pueda caer en desviaciones como la droga, la vagancia, la delincuencia o cualquiera de estas lacras que hoy tanto se dan en nuestra juventut.

En segundo lugar, es evidente que se produce un agravio comparativo para aquellas personas adultas que, en muchas ocasiones, han tenido que trabajar muchos años, hipotecarse y privarse de otros bienes para poder adquirir un piso en propiedad, ¿a santo de qué unos niñatos que acaban de salir del huevo, como se dice, tienen que tener más derechos a una vivienda que un padre con hijos o una trabajadora viuda?Hay una tendencia, del Gobierno del señor Zapatero, a constituirse en protector de la juventud, de querer asumir lo que la Constitución en su artº 27'3 reserva en exclusiva para los padres, o sea, educar a sus hijos según sus propias creencias morales y religiosas, como personas que son. Los socialistas, y esto les viene de muy lejos, tienden a pretender educar a las juventudes desde un punto de vista político, no como seres individuales, sino como ciudadanos que forman parte de un todo y que deben supeditar su propia individualidad a lo que ellos consideran el bien común.

Esto ya se utilizó por Stalin y, en el bando contrario, por Hitler y, en ambos casos, constituýo un fracaso espectacular. El crear monstruos despersonalizados imbuidos de ideas extremistas es el medio de llegar al totalitarismo de los gobiernos y así se ha demostrado a través de la historia. Panfletos como la Educación de la Ciudadanía y otras zarandajas parecidas (recuérdese la Formación del Espíritu Nacional) constituyen el atentado más artero contra la libertad de cada individuo de forjar su propia personalidad libre de tabúes políticos y del dirigismo del Estado. 

 

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