Cuando los padres fuimos libres

Cada uno de los padres que ejercen la libertad de enseñanza, en más o menos grado, en Andalucía o Asturias o Cataluña y otros lugares han recibido un balón de oxígeno de libertad.

Los padres son los que deben decidir a qué colegio llevan a sus hijos, no tal o cual político, por muy "iluminado" y pagado de "progre" y de "defensor de la escuela pública" que se exhiba.

Los padres son los que más quieren la libertad de educar a sus hijos y los que más desean que las escuelas estatales y las de iniciativa social funcionen lo mejor posible, que les va en ello la educación de lo que más quieren, sus hijos. Muchos políticos y burócratas actúan de espaldas a los deseos e intereses de los padres, de las familias.

Pero ahora el Tribunal Supremo, que reconoce el derecho fundamental de los padres a elegir colegio. Es un triunfo de los derechos humanos, la libertad y la solidaridad.

En amplios sectores de la enseñanza española se ha visto como un acto de gran apertura y autonomía a favor de los ciudadanos una reciente sentencia del Tribunal Supremo que reconoce el derecho de los padres a elegir el centro educativo que deseen para sus hijos.

El fallo del alto tribunal es fruto del proceso judicial que el colegio concertado de la Asunción, en Asturias, inició contra el ejecutivo de la comunidad autónoma al obligar éste a reducir el número de aulas.

El Tribunal Supremo ha declarado como un derecho fundamental de los padres la posibilidad de elegir el centro educativo de sus hijos y, por tanto, subraya la trascendencia de mantener los conciertos educativos que permitan esa elección.

Hay que estar orgullosos de la democracia por que esto lo es, y sus beneficiarios son las familias y sus hijos.

 

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