De poco sirven los sermones moralizantes

Lo que interesa es bajar las estadísticas más que el valor de la vida de todo hombre.

Gracias a los radares, las limitaciones de velocidad, las multas y los permisos de conducir por puntos, hubo cinco muertos menos en accidentes de tráfico en el puente de la Ascensión que el año pasado.   Estoy convencido que esta es una buena noticia al menos para los que tomamos en serio el valor de toda vida humana, que lamentablemente, somos bastantes menos de los que pudiera creerse. A juzgar por el entusiasmo del Gobierno, no pocos partidos de la oposición y algunas organizaciones humanitarias ponen en las leyes abortistas, las píldoras del día después y la destrucción de embriones humanos para investigar con sus células o para encontrar una embrión sano al que permitir sobrevivir, y que ponga muy contentos a sus papás.   Desgraciadamente, los sermones moralizantes, cinco muertes menos por accidente de tráfico (el siguiente fin de semana hubo tres más que el años anterior), cuando se ha aumentado en cinco mil el número de abortos, sirven de muy poco si, como parece, lo que interesa es bajar las estadísticas más que el valor de la vida de todo hombre.

 

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