Al César, lo suyo

Zapatero contradijo a Jesucristo: "No es cierto que la verdad nos hace libres". Ahora, López Garrido lo suplanta. Recrimina al Cardenal Herranz: ¡"A Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César»! Garrido ve la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio. Se olvida de que él y Zapatero tienen que ser, antes que nada, por sus cargos, servidores del Estado, "del Cesar". La Declaración Universal de los Derechos Humanos dice: "Toda persona tiene derecho a la libertad de religión; a manifestar su religión individual y colectivamente, en público y en privado". El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, proclama el derecho de los padres a que sus hijos reciban la educación religiosa propia de sus convicciones. Ambos están suscritos por España. La Constitución de 1978, que prometieron cumplir, afirma: "Se garantiza la libertad religiosa y de culto"(Art. 16) y... "el derecho de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones" (27.3). Zapatero y Garrido, servidores del Estado, tienen que dar "al Cesar", al Estado, lo que es del Cesar: deben cumplir sus compromisos internacionales y los adquiridos con sus ciudadanos. No obstante, con las últimas disposiciones legislativas están haciendo lo contrario.

 

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