Nuevo problema para José Blanco: circulan fotografías comprometedoras de una fiesta en la piscina de su chalet de Las Rozas. Un particular pide dinero por publicarlas

Verano de este mismo año. José Blanco organiza una pequeña fiesta en su casa. Están presentes, entre otros, el líder de los socialistas valencianos, Jorge Alarte. Uno de los invitados se dedica a hacer unas fotos comprometedoras con su teléfono móvil. Este particular ahora está ofreciendo las imágenes a medios de comunicación a cambio de dinero.

La celebración tuvo lugar en el chalet particular del entonces portavoz del Gobierno y ministro de Fomento, situado en el municipio madrileño de Las Rozas. Según personas que conocen la propiedad, se trata de un edificio relativamente ostentoso, de gran superficie, con detalles decorativos de alto estanding, como por ejemplo paredes de pizarra.

Era un día de mucho calor. Blanco estaba solo en el domicilio porque su familia se encontraba fuera. El anfitrión quiso que unos amigos pudieran disfrutar de las magníficas instalaciones con que cuenta la vivienda, y en concreto les invitó a que se dieran un chapuzón en la piscina. Fue entonces cuando se produjo el embarazoso momento.

Según ha sabido El Confidencial Digital, uno de los invitados se dedicó a fotografiar con la cámara de su teléfono móvil lo que allí estaba sucediendo. Hizo fotos a José Blanco en el entorno de la piscina. Y también a Jorge Alarte. Y se marchó sin decir nada a nadie.

Visitas a medios

Ahora, varios meses después de lo sucedido en el chalet del ministro y portavoz, José Blanco ha tenido conocimiento de que ese ‘invitado’ está recorriendo varios de los principales medios de comunicación de España para intentar vender esas imágenes.

Según los datos de que dispone ECD, al menos tres han recibido este ofrecimiento y por tanto han podido ver las fotografías: El Mundo, Interviú y una televisión.

Las fuentes consultadas aseguran que se trata de instantáneas “comprometedoras”.

Blanco teme que se publiquen

José Blanco ha comentado a sus más directos colaboradores que esas imágenes podrían hacerle mucho daño.

 

Algunos de sus confidentes han sido compañeros del Gobierno, a quienes les ha confesado que tiene “miedo” a que las fotos salgan a la luz en la portada de algún periódico.

El propio Blanco sospecha que algún medio de comunicación ya ha adquirido dichas fotografías, pagando por ellas una importante suma de dinero. Ha comentado a los suyos que, además, algún director podría chantajearle con las imágenes.

¿Quién tiene las fotografías?

José Blanco sabe a la perfección quién es la persona que está ofreciendo las fotografías a los periódicos a cambio de dinero. Pero no es el único que conoce la identidad de este particular. El director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, en una de sus cartas dominicales dio varias pistas.

Esto fue lo que escribió Pedro J. en su ‘pastoral’ del pasado 30 de octubre:

-- Un amigo mío estilista me llamó apenas se difundió el vídeo [editado por el PSOE y que ridiculizaba al PP] para contarme una curiosa historia que comenzó el año pasado cuando coincidió con el ministro de Fomento en una tienda de ropa. Blanco le abordó muy amable y pegaron la hebra de la conversación. A los ministros, como a los periodistas, nos conviene ampliar el perímetro de nuestras relaciones para salir de la endogamia en que vivimos. Blanco tuvo buen ojo porque mi amigo -percha espléndida al margen- es simpático, inteligente y con criterio sobre casi todo.

-- El ministro le preguntó sobre su situación laboral y cuando le dijo que estaba en el paro, prometió conseguirle un trabajo en alguna producción de Telecinco. Almorzaron o cenaron un par de veces. Pensando tal vez en captarle para su causa, el vicesecretario del PSOE organizó una noche en su casa de Las Rozas un encuentro con el líder del socialismo valenciano Jorge Alarte. Mi amigo no ha olvidado aquella velada de alto voltaje político.

-- Era verano, hacía calor. Alarte se dio un chapuzón en la piscina. Llevaba un traje de baño muy original. Blanco estaba de buen humor y ejercía de báculo político del valenciano. La sintonía entre ellos no podía ser más estrecha. A la hora de la cena repasaron la escena nacional desde la perspectiva del PSOE. Blanco estaba entusiasmado con la candidatura de Trinidad Jiménez a las primarias de Madrid y el otro hacía de palmero. Mi amigo les echó un jarro de agua fría comentando que esa mujer pretendía dar una imagen que no se correspondía con su verdadera personalidad y se le notaba mucho. Blanco y Alarte despellejaron a Pajín y lanzaron pullas contra Carmen Chacón. Su ídolo era ya Rubalcaba. ¿Maniobrero y peligroso? No, hombre no, eso piensan los que no le conocen…

-- “Parecían dos chiquillos de catorce años, haciendo planes. Oyéndolos hablar así se me cayó el alma a los pies, el nivel era bajísimo. Pensé que en qué manos estamos”. Era la decepción del ciudadano de a pie al asomarse a las miserias de la clase gobernante. Mi amigo había leído con atención las recientes informaciones de Casimiro García-Abadillo, y tanto la escena de la gasolinera con Dorribo con su do ut des –‘Si tú te portas bien conmigo, yo me portaré bien contigo…’-, como el momento en que Blanco hace una llamada para resolverle a Orozco un problema en el aeropuerto de El Prat le han recordado cosas que oyó plantear al titular de Fomento en relación a asuntos de naturaleza diferente.

-- Pero la escena que se le quedó especialmente grabada y ha aflorado ahora con una mezcla de estupor e indignación en su memoria fue el momento en que Blanco le enseñó orgulloso una fotografía. Estaba en el salón-comedor de la planta baja sobre una cómoda junto a la chimenea, rodeada de imágenes del ministro con diversas personalidades. Tenía el marco marrón y mostraba a dos niñas vestidas de ballet. “¿Son tus hijas?” “Sólo ésta, la otra es la hija de Genoveva Casanova. Van juntas al Británico”.

Ya entonces mi amigo se quedó atónito al comprobar lo ufano que se sentía el prohombre socialista de que su familia hubiera podido entablar relación, a través de las niñas, con la ex de Cayetano Martínez de Irujo. “Ha venido a casa alguna vez. Es elegante, simpática, muy culta…”.

Así pues, el ‘particular’, el testigo de la escena de la piscina en el chalet de José Blanco, es, se deduce, un estilista que le vendió algún traje. Dicho estilista contactó con Pedro J. y le comentó la escena. El periodista la publicó de modo parcial deslizada en una crítica hacia José Blanco y el PSOE.

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