Conflictos laborales en la embajada de París provocan la vuelta a España de dos funcionarios y siembran la discordia entre los diplomáticos españoles

El día 16 de febrero, la Subdirección General de Personal del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación (MAEC) comunicó a Carlos Hugo Murillo y a Gaudencio Villa el cese de sus respectivos puestos en París y Londres y su obligada vuelta a España. El caso ha generado cierta polémica y ruido.

Tanto Murillo como Villas son funcionarios diplomáticos integrados en la Asociación Profesional de la Carrera Diplomática (APCD). Dicha asociación, de un total aproximado de 900 diplomáticos, representa a no más de una treintena de los mismos. De dicha treintena no son más de diez los activistas. La Asociación de Diplomáticos Españoles, de mayor trayectoria, cuenta con la pertenencia de en torno al ochenta por ciento de los diplomáticos. Ambas asociaciones, en buena parte, están enfrentadas.

La APCD ha remitido un comunicado al propio MAEC y a los medios de comunicación donde resaltan las “ilegalidades que se cometen continuamente en la política de personal” del Ministerio, aludiendo en concreto a los casos de Murillo y Villas, que no han recibido explicación ninguna por su cese. La APCD “hace personalmente responsable” de estos sucesos puntuales y de las irregularidades antes mencionadas al propio ministro Moratinos.

Sin embargo, fuentes diplomáticas oficiosas han recordado a El Confidencial Digital que los puestos de Murillo y Villas son de libre designación y, por lo tanto, no se les presupone un derecho a permanecer en ellos. A cambio, se cuenta con el precedente, positivo para la APCD, de Miguel Ángel Vecino, quien litigó y venció al MAEC hace muy pocas fechas también por una cuestión de distribución de puestos. La sentencia fue recurrida por el MAEC y desde allí se confía en ganarla precisamente porque en la distribución de puestos no hay derechos adquiridos sino unas mínimas normas que se siguen en la Junta de la Carrera, órgano colegiado asesor para cuestiones de personal. Dicho de otra manera, se procura satisfacer las expectativas de cada funcionario y, en términos estadísticos, más de la mitad de los diplomáticos consiguen en el famoso “bombo” su primer o segundo destino elegido. En todo caso, la discrecionalidad a la hora de los nombramientos es la principal atribución del Ministerio.

El caso de Murillo ha recibido, como el de Vecino, numerosas críticas entre sus compañeros. Consejero de Asuntos Comunitarios en París, fue desplazado por el embajador Villar en tanto que, supuestamente, Murillo no cumplía con los rendimientos mínimos en forma de informes a Madrid, etc. Tiempo después, Murillo presionó al embajador para volver al puesto, siendo su petición rechazada. Ante esta reacción del embajador Villar, Murillo replicó con el aviso de hacer pública la cuestión, agitar a los sindicatos, predisponer a sus compañeros, etc. Villar llamó entonces a una inspección que, finalmente, dispuso la vuelta a Madrid del diplomático Murillo. Es entonces cuando se ha hecho público el comunicado por parte de la APCD. Previo a esto, Murillo, Villas y Vecino han hecho llegar correos electrónicos a sus compañeros al quejarse de los déficits democráticos de la designación de los puestos, sin que hayan recabado muchas simpatías.

Paralelamente, los casos de Murillo, Villas y Vecino coinciden con las quejas –estas sí arraigadas- en torno a marginaciones en los nombramientos por causas políticas.

 

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