Debate sobre el estado de la nación: Zapatero afrontó un ensayo de moción de censura protagonizado por PP y nacionalistas

El debate sobre el Estado de la Nación se esperaba centrado en temas económicos y especialmente duro para el Gobierno. Ambas previsiones se han cumplido, y Zapatero tuvo que afrontar un ensayo de moción de censura.

-- El grupo socialista organizó una gran estrategia de comunicación para el debate. Los diputados socialistas fueron convocados a primera hora de la mañana para recibir consignas. Acto seguido, el portavoz, José Antonio Alonso, pronunció una conferencia de prensa donde actuó de ‘poli malo’ al utilizar siempre los términos “Aznar y Rajoy” para referirse al Partido Popular y achacar a los ‘populares’ una insistencia en políticas neoliberales y neoconservadoras. El grupo popular no mantuvo reunión previa ni dio rueda de prensa.

-- Zapatero iba a ser quien hiciera de ‘poli bueno’, manteniendo en su primera intervención un perfil puramente institucional. Así, su discurso inicial tuvo rasgos de realismo y regeneración. Por el lado del realismo, a Zapatero no le faltaron adjetivaciones contundentes sobre el momento actual: “tempestad”, “tormenta”, “pérdida de empleo abrumadora”, “un año tan largo como difícil”, “es evidente que el Gobierno se ha equivocado en sus previsiones”.

-- El impulso de regeneración del discurso de Zapatero hizo a algunos pensar en un discurso de investidura. Insistió en el cambio de modelo productivo. Se trata de abandonar el paradigma de la construcción –a la que dedicó diez páginas de las casi cuarenta de su discurso- por el paradigma de la innovación, el desarrollo y “la economía sostenible”, con guiños al medio ambiente

-- La parte de regeneración y cambio de modelo productivo del discurso gubernamental no tuvo interrelación directa con las medidas más vendibles e inmediatas del Gobierno sobre fiscalidad, vivienda, automóviles, “cheque transporte”, etc. La sensación, en los bancos populares, fue que el Gobierno había realizado un “parcheo a base de fichas ministeriales” sin ilación interna.

-- Zapatero culminó un discurso bien estructurado con un alarde de sus “éxitos” en materia social (aborto, igualdad…). Entre las ausencias más significativas, destacan las menciones levísimas a inmigración, a la presidencia española de la UE (no se sabe si se contará con el Tratado de Lisboa) y a la financiación autonómica (no hay nada acordado todavía). Tampoco tocó nada del cambio político en el País Vasco, cuestión reservada para el debate con el portavoz del grupo del PNV, Josu Erkoreka. Zapatero apenas mencionó las pensiones más que en los turnos de réplica, para animar los trabajos del Pacto de Toledo, y no hizo hincapié en temas de Justicia.

-- Una de las críticas del PP al discurso presidencial fue el aserto aparentemente contradictorio de “asumir de forma temporal un nivel de déficit público” junto a un “nuevo recorte del gasto”. En las bancadas populares se apreciaban gestos de indignación que preguntaban por las memorias económicas que han de acompañar a las leyes, es decir, “de dónde va a sacar el dinero” para pagar según qué cosas. También se mencionó la copia de Obama de reflotar el sector automovilístico mediante inyecciones de dinero.

-- Lo más aplaudido desde la bancada socialista fueron estas medidas: cheque transporte, un portátil para cada niño, ayudas a PYMES y autónomos, convocatoria del Consejo de Política Fiscal y Financiera para tratar la financiación autonómica, elogios a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, reforma de la Ley del Aborto. Los ‘populares’ abuchearon muy especialmente el fin de las deducciones fiscales por vivienda, asunto que preocupó de modo real e instantáneo incluso a los periodistas que trabajaban en el Congreso. A la salida de la sesión de mañana, Leire Pajín y José Blanco explicaron personalmente y con casos prácticos la aplicación práctica de la medida. Solbes, en su escaño, no aplaudió el discurso del presidente del Gobierno.

-- La intervención de Rajoy a partir de las cuatro de la tarde coincidió con un aumento del nivel de ruido en el hemiciclo. Rajoy tuvo que gritar más que Zapatero para hacerse oír. Su estilo también fue más provocador y con concesiones a la ironía que no sentaron bien en las bancadas socialistas. Los diputados más ruidosos durante las intervenciones de Rajoy fueron los socialistas José Vicente Muñoz, Carmen Calvo y el veterano guerrista Francisco Fernández Marugán. Resultó especialmente dolorosa la mención de Rajoy a que los socialistas “no saben leer”.

-- Se valoró especialmente la alusión por parte de Rajoy a la “reforma laboral”, pues era sabedor de que tal alusión iba a provocar el reproche de Zapatero, como en efecto sucedió. Rajoy no criticó ninguna de las medidas de corte socialdemócrata o ideológico por parte del Gobierno, ni hizo mención a la política lingüística ni al funcionamiento del Estado autonómico.

 

-- Zapatero replicó criticando su “estilo faltón”. Ambos líderes se enzarzaron en viejas querellas: 11-M, víctimas del terrorismo, viaje a Marruecos de Zapatero cuando estaba en la oposición, etc. Zapatero acusó a lo ‘populares’ de “jalear la crisis” y se refirió nominalmente por tres veces a un enemigo suyo acérrimo, Cristóbal Montoro. Otro punto de choque fue el Plan E, que Zapatero defendió y Rajoy criticó. Ante las peticiones de colaboración del Gobierno, Rajoy replicó que, como en política antiterrorista, el Gobierno sólo tendría el apoyo de los ‘populares’ al rectificar. Los diputados ‘populares’ más gritones fueron Cristóbal Montoro, José Luis Ayllón y Andrés Ayala.

-- Al debate acudieron periodistas de peso, algunos de los cuales no frecuentan la Cámara Baja: Pablo Sebastián, Carlos Herrera, Ángel Expósito, David Gistau, Enric Juliana, Victoria Prego, etc.

-- Entre los invitados, destacó la presencia de Esperanza Aguirre y Sonsoles Espinosa, mujer del presidente del Gobierno, a quienes los servicios de protocolo sentaron juntas. Sólo intercambiaron muy pocas palabras, siempre a iniciativa de Espinosa. Carmen Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba pasaron juntos buena parte del tiempo tanto fuera como dentro del hemiciclo, donde se sientan uno al lado del otro. Manuel Pizarro y Carlos Aragonés tampoco se separaron, confirmando así una amistad que ya está haciéndose notar. Entre las visiones sorprendentes, la de Eduardo Madina con traje y corbata y la aparición por el Congreso de José María Michavila.

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