José Blanco frenó la euforia del equipo electoral del PSOE en Galicia y prohibió por dos veces que se brindara por la victoria

“Misión cumplida”. Éste fue el mensaje que transmitió el domingo por la tarde el equipo electoral del PSOE desplazado a Galicia, cuando daba como prácticamente segura la victoria, es decir, la posibilidad de gobernar. Sin embargo, José Blanco se tuvo que esforzar para evitar cualquier euforia y, en concreto, prohibió que se brindara por el éxito.

“Misión cumplida”. Éste fue el mensaje que transmitió el domingo por la tarde el equipo electoral del PSOE desplazado a Galicia, cuando daba como prácticamente segura la victoria, es decir, la posibilidad de gobernar. Sin embargo, José Blanco se tuvo que esforzar para evitar cualquier euforia y, en concreto, prohibió que se brindara por el éxito.

Las previsiones de los responsables de campaña del PSOE eran tan favorables, en vísperas de los comicios, que ya el viernes estaban seguros de que se ganaba. “Vamos a brindar”, se propuso ese día, y José Blanco respondió: Aquí no se brinda hasta el lunes. La misma propuesta saltó el domingo, al cierre de los colegios, cuando las encuestas pronosticaban unánimemente la derrota del PP, y de nuevo Blanco impidió el brindis.

La confianza en la victoria fue afianzándose conforme avanzaba la campaña, sobre todo porque los “tracking” que se realizaban cada dos días, y que llegaban a la mesa del secretario de Organización, daban al Partido Popular 34 escaños: el más alto nunca pasó de 35, y el más bajo de 33. Esa fue la previsión final que tenían en el PSOE, 34 escaños para el PP, que fue –además- lo que dieron las encuestas al cierre de los colegios. Después vendría la sorpresa de los 37.

Con esos datos, la dirección socialista no tenía demasiado temor al voto emigrante, que consideraban había sido sobrevalorado. Su análisis es: sólo una vez esos votos han provocado el cambio de un escaño, y los emigrantes tienen tendencia a votar al partido que esté gobernando en España.

En la noche electoral, a la vista de las encuestas al cierre de los colegios, que dejaban al PP en 35 escaños, desde el PSOE se apuntaba la posibilidad de que la Xunta facilitara primero el escrutinio de los colegios más favorables al PP, para dar una primera impresión incluso de mayoría absoluta, y que luego contabilizarían las zonas más socialistas, para ir así bajando poco a poco.

Se trataría –con esa táctica- de minimizar los titulares de portada en los periódicos del día siguiente, pero sobre todo de condicionar la primera hora de los programas especiales en las televisiones, un tiempo que se considera esencial para transmitir la imagen de lo sucedido.

En efecto, los primeros datos que facilitó la Xunta situaban al PP en la mayoría, pero la sorpresa fue ver que, a pesar de que el porcentaje de voto escrutado iba creciendo, ese tope no bajaba, y se mantuvo casi hasta el final.

 

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