Lo que no se contó de la reunión sobre la LOE en Moncloa: Zapatero demostró desconocer aspectos destacados de la Ley

El presidente del Gobierno demostró desconocer aspectos destacados de la LOE, durante la reunión en La Moncloa con las organizaciones convocantes de la manifestación.

El presidente del Gobierno demostró desconocer aspectos destacados de la LOE, durante la reunión en La Moncloa con las organizaciones convocantes de la manifestación. Según informaciones recogidas por El Confidencial Digital, Rodríguez Zapatero dio muestras, en varias ocasiones, de no conocer el texto, incluso manifestando sorpresa por algunos de sus contenidos. Uno de los momentos que llenó de confusión al presidente fue cuando le recordaron que la LOE fija que los contenidos básicos de las “enseñanzas mínimas” no requerirán más del 55% de los horarios escolares (como máximo) para las comunidades autónomas que tengan lengua cooficial (es decir, Galicia, País Vasco, Cataluña y Valencia), ni del 65% para el resto. Los presentes le recordaron que en la ley anterior se establecía esa cifra como un mínimo, no como máximo. Con la actual redacción de un “máximo”, al no fijar un mínimo, una comunidad autónoma puede decidir no incluir ningún contenido básico de las enseñanzas mínimas. Según los asistentes a la reunión, Rodríguez Zapatero se quedó bloqueado cuando le explicaron el asunto, parecía no entender y estuvo varios minutos intentando aclararse. Los visitantes de La Moncloa consideraron, sin embargo, que podía tener cierta lógica que el presidente del Gobierno no se supiera la Ley Orgánica de Educación. Lo que les extrañó mucho es que tampoco la ministra fue muy capaz de aclararle varios puntos. Acordaron poner cara seria Otros detalles poco conocidos de la reunión en La Moncloa, recabados por El Confidencial Digital, son los siguientes. -A la entrada, Zapatero fue saludando a todos. Los representantes habían acordado presentarse con un semblante serio y adusto, y mantener ese gesto durante todo el encuentro, para transmitir al presidente la sensación inequívoca del malestar de los padres y alumnos que se manifestaron en la calle contra la LOE. Se quería además evitar dar a entender que con la entrada en La Moncloa las cuentas estaban saldadas: había una dura negociación por delante. -Todos fueron cumpliendo, evitando el lógico “desmorone” que suele sobrevenir a cualquiera que se presenta ante un presidente de Gobierno. A pesar de las reiteradas bromas de Zapatero, empeñado en distender el ambiente, se mantuvo el semblante serio. Sólo hubo una excepción: el presidente logró bromear con Isabel Bazo Sánchez, presidenta de la CECE (Confederación Española de Centros de Enseñanza) cuando le recordó que él había estudiado en León en un centro de su patronal: el colegio religioso “Discípulas de Jesús”. -Había botellas de agua en las mesas, previamente servidas. Sirvieron café durante el encuentro. El mal rato de la ministra -Zapatero estaba acompañado de la ministra de Educación (María Jesús San Segundo, a su derecha), de su jefe de gabinete (José Enrique Serrano, a su izquierda), así como de una señorita que no les fue presentada. Dedujeron que debía de ser la representante de Educación y Cultura del Gabinete del presidente. -En un momento concreto, Zapatero pidió a la ministra de Educación la ley. Sorprendentemente, no la llevaba consigo. El portavoz de los convocantes de la manifestación del 12-N, representante de USO, fue quien se la dejó. -A los convocados les llamó la atención la actitud de la ministra. Seria y reservada. No saludó a los presentes a la entrada. Aunque les pareció que podía ser comprensible, porque —comentaron- debía de ser “el peor momento de su vida”: se presentaba ante el “jefe” un poco en evidencia por no haber sabido resolver ella sola la cuestión. -Los invitados comenzaron, además, pidiendo la dimisión de San Segundo. Sin actitud beligerante, sin acritud, simplemente como el corolario de lo escuchado el 12-N en la calle. No se ensañaron con ella, pero reclamaron su cese. -San Segundo estuvo en absoluto silencio durante toda la reunión, salvo en dos ocasiones: a) Cuando el presidente le dio la palabra, pues llevaba efectivamente mucho tiempo en silencio. “No sé si la ministra querrá decir algo al respecto…”. Dijo dos vaguedades. b) Cuando se planteó el asunto de la asignatura de Ciudadanía. Zapatero dijo que no estaba muy al tanto, pero que le parecía que no era una asignatura marcadamente ideológica sino que era provechosa. Y se dirigió a la ministra para que se extendiera, que estuvo (ahora sí) disertando un rato sobre eso. Zapatero pareció receptivo -Los visitantes de La Moncloa tuvieron ese día otras dos “sensaciones” más: 1. A Zapatero se le vio sinceramente receptivo. Se le notaba “tocado” por la movilización y muy dispuesto a que la cosa no se le fuera de las manos políticamente. Quería escuchar y negociar. Lo que nadie logró deducir entonces es qué margen de maniobra real tiene ante sus socios políticos y su propio partido. 2. Quedó perfectamente claro que en todos los temas planteados había espacio para negociar, menos en uno: la asignatura de religión. Venía con esa decisión tomada previamente, porque no quiso escuchar nada sobre el asunto.

 

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