Pascual Sala incumplió dos veces sus propias normas para declarar inconstitucional que la Iglesia pueda crear universidades tal como reconocen los acuerdos España-Santa Sede

La votación de la pasada semana en el Tribunal Constitucional por la que se anuló la posibilidad de que la Iglesia pueda crear universidades estuvo llena de situaciones anómalas. Una de ellas que el presidente del TC rompió doblemente sus propias normas y con su voto de calidad inclinó la balanza en contra de la Iglesia.

Ante la inminencia de su cese, Pascual Sala se había dedicado durante esta última temporada a intentar solucionar el atasco existente, por la vía de sacar adelante el mayo número posible de asuntos pendientes en el tribunal, por el sistema de preguntar a los magistrados si existía alguna pega sobre cada cuestión. Cuando no la había, forzaba los trámites para llevar a pleno esos temas y aprobarlos.

De hecho, en los últimos tiempos, han tenido vía libre un buen número de asuntos, con plenos del TC muy intensos porque llegaron a tener hasta una veintena puntos en el orden del día. Los que presentaban una resistencia de cualquier tipo, quedaron para que resuelva el nuevo Tribunal Constitucional salido de la última renovación.

Coincidiendo con la amenaza de Rubalcaba

El presidente rompió esa norma con una cuestión pendiente desde hacía más de once años: el recurso presentado en 2002 contra la Ley de Ordenación Universitaria impulsada por el Gobierno de Aznar, que incluía la posibilidad de que la Iglesia cree universidades sin necesidad de que las aprueba una ley, un punto que está reconocido expresamente en los Acuerdos España-Santa Sede vigentes.

Coincidiendo en el tiempo con la amenaza del líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, de denunciar esos Acuerdos si el Gobierno de Rajoy aprobaba las reformas de la Ley de educación y de la Ley del Aborto, el magistrado Luis Ortega planteó resolver sobre aquel recurso, a una ley derogada en 2007, precisamente por el Gobierno de Zapatero.

El recurso estaba relacionado, entre otras cosas, con la creación en su día de la Universidad Católica de Murcia (UCAM).

En contra de su criterio, en esta ocasión Pascual Sala optó por entrar en el asunto y llevarlo al pleno, a pesar de que seis magistrados del TC habían anunciado que votarían contra la aprobación del recurso y eran mayoría.

Un insólito voto de calidad

Rompiendo otra de sus normas, reconocidas por él mismo, Sala votó con los cinco magistrados favorables a la inconstitucionalidad, frente a los seis que se oponían, con lo cual ‘empató’ el resultado y a continuación lo inclinó a su favor por el voto de calidad del presidente. Dicho coloquialmente, votó dos veces.

 

Según ha sabido El Confidencial Digital, el propio Pascual Sala intentó justificarse ante el resto de miembros del tribunal afirmando que en 52 años de ejercicio institucional nunca había utilizado el voto de calidad, “pero ahora me habéis obligado”.

No aclaró exactamente si los que le obligaban eran los cinco magistrados que apoyaron la inconstitucionalidad de la capacidad de la Iglesia para crear universidades. Los seis magistrados que perdieron la votación han anunciado votos particulares.

Este “varapalo a la educación universitaria católica”, como lo enfocaron algunos medios, y contra los Acuerdos España-Santa Sede, no afecta a los centros ya creados, como las universidades católica de Santa Teresa de Jesús (Ávila), San Antonio (Murcia) y San Vicente Mártir (Valencia), sino que únicamente sería de aplicación para el futuro. Hay que recordar que la creación y autorización de universidades es una competencia transferida a las comunidades autónomas, que son las que lo aprueban.

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