El primer anuncio fue que no había víctimas mortales

El temor a otro 11-M provocó que Rajoy lanzara mensajes contradictorios sobre el atentado en Kabul

Hubo orden expresa de Moncloa para que se filtrasen a la prensa los datos conforme fueran llegando. El objetivo era evitar que se acusara al Gobierno de ocultar información

Rajoy, informando a los medios del atentado en Afganistán.
Rajoy, informando a los medios del atentado en Afganistán.

Mariano Rajoy cometió, el pasado viernes, graves errores de comunicación al lanzar mensajes contradictorios sobre el atentado ocurrido en la embajada de Afganistán. Su objetivo era evitar que él y su Gobierno fueran acusados, como en el 11-M, de ocultar información. Por eso, quiso difundir todos los datos de los que disponía, pero se precipitó.

La sombra del 11-M planeó el pasado viernes por Moncloa y por Alicante, donde Mariano Rajoy tenía un acto de campaña con José Manuel García-Margallo. Según fuentes gubernamentales consultadas por El Confidencial Digital, Presidencia dio orden, desde primera hora de la tarde, de difundir todos los detalles que llegaban desde Kabul para ser la única fuente de información posible.

El propio Mariano Rajoy se auto-aplicó esta orden, y fue el primero en dar la cara ante los periodistas antes de comenzar el mitin. En esa primera declaración, descartó víctimas mortales y negó que el ataque se hubiese producido en la embajada española. Después, ya contradijo su primera versión y acabó informando de la muerte de dos policías.

La consigna del presidente y de Moncloa era evitar, de esta forma, retener la información que llegaba de Afganistán y arriesgarse a que alguien la filtrara a los medios.

En ese sentido, Rajoy tuvo muy presente la tarde del 11-M de 2004, cuando la prensa informó antes que Ángel Acebes de la Policía tenía pruebas que vinculaban a Al Qaeda con los atentados de Atocha, dejando al Ejecutivo en funciones, y a su propia candidatura a la presidencia, en una situación muy comprometida. Por eso, quiso que desde el Gobierno se informara al minuto de las novedades procedentes de Kabul.

Llamadas a diplomáticos y autoridades afganas

Las fuentes consultadas por ECD explican que Moncloa lideró la estrategia de comunicación desde el primer momento. Desde el gabinete de Presidencia se dio orden de conseguir información a través de los diplomáticos españoles en la embajada de Kabul y de las autoridades afganas. Sin embargo, los primeros testimonios de unos y otros causaron más confusión que otra cosa.

Alguno de los diplomáticos telefoneados desde Madrid se encontraban protegidos en el búnker de la embajada, por lo que no podían saber qué estaba pasando fuera.

Además, en una de esas llamadas, se aseguró que Jorge García Tudela, el primer agente fallecido, estaba en su día libre, por lo que habría evitado el ataque. En otra comunicación, las autoridades afganas informaron que un policía español herido había sido trasladado con éxito a un hospital. Con esos datos, que no estaban contrastados, Rajoy realizó su primera comparecencia.

Ataque “en” y no “contra” la embajada

La gestión de los mensajes por parte de Moncloa, pese a todo, también tuvo sus aciertos. Según las fuentes consultadas, Presidencia transmitió, a todos los estamentos, que la versión oficial del Gobierno era que se había producido un ataque “en la embajada de España” y no “contra la embajada”, dejando claro que el embajador, los diplomáticos y los policías españoles no eran el objetivo.

Las tesis defendidas por el Gobierno desde el pasado viernes se confirmaron el pasado lunes, cuando los talibanes negaron que la embajada española fuese el objetivo del ataque lanzado el viernes, asegurando que atacaron el edificio porque “era utilizado por americanos y británicos para intercambiar información de inteligencia”.

 

Ya pasó con el Superuma hundido en Canarias

Los errores cometidos en la gestión de la comunicación sobre lo ocurrido en Afganistán han recordado, a nivel interno, con lo ocurrido el pasado mes de octubre tras el hundimiento del helicóptero Superpuma en Canarias.

Como en esta ocasión, el Gobierno se precipitó al informar que los tres soldados españoles que iban en la aeronave habían sido rescatados y se dirigían a Marruecos, después de haber recibido una confirmación por parte del reino alauí que luego resultó ser falsa.

Defensa se justificó entonces explicando que la información enviada por Rabat era de “máxima veracidad”. Sin embargo, Marruecos no cambió su versión cuando tuvo nuevos datos y el Gobierno español cambió de versión casi 24 horas después de su anterior anuncio. Con el atentado de Rabat, la urgencia por aportar nuevos datos al minuto también provocó grandes contradicciones.

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