Confesiones del presidente

Rajoy no se presentará a una investidura en octubre si no tiene garantizada la elección

Lo ha comunicado al grupo parlamentario del PP y a su ‘socio’ Albert Rivera. Considera que la única salida es que el PSOE imponga a Sánchez la abstención

Mariano Rajoy en el debate de investidura.
Mariano Rajoy en el debate de investidura.

Mariano Rajoy estaba decidido en agosto a que, si no salía investido en el debate celebrado ese mes, lo volvería a intentar en octubre para así aumentar la presión sobre un PSOE que podría cambiar su postura y abstenerse. La insistencia de Pedro Sánchez en mantener el “no”, y la falta de pasos definitivos entre los críticos socialistas, le han movido a replantearse aquella voluntad.

Según revelan a El Confidencial Digital altos cargos del Gobierno, el presidente tiene claro que, después de lo ocurrido en la legislatura pasada, y en su propia investidura fallida, no tiene sentido volver a presentarse como candidato sin tener asegurados los apoyos suficientes. Ve casi imposible que el PSOE se mueva del “no” y, por tanto, renunciará a presentarse de nuevo.

Así lo ha comunicado el propio Rajoy a su equipo de asesores en Moncloa, y también a la dirección del grupo parlamentario. De hecho, el PP en el Congreso se prepara ya para abordar el estudio de una reforma electoral para adelantar las terceras elecciones al próximo 18 de diciembre en lugar del día de Navidad.

Conversaciones con Albert Rivera

Otro de los que ya conoce la decisión de Rajoy es Albert Rivera. El líder de Ciudadanos ya le había transmitido, en público pero también en privado, que no tenía ningún sentido volver a sufrir, por parte del PP y C´s, el mismo desgaste que en agosto si no había logrado los apoyos suficientes de cara a una nueva investidura.

Es más. El político catalán expuso a Rajoy que, si no lograba convencer al PSOE, no debía postularse de nuevo como candidato ante el rey, ya que el país no puede permitirse de nuevo una investidura fallida.

Rivera, eso sí, le garantizó que no apoyará, en ningún caso, una hipotética exigencia de los socialistas de que Rajoy renuncie a cambio de la abstención del PSOE. Y también descartó apoyar una candidatura alternativa de Pedro Sánchez que cuente con los votos a favor de Pablo Iglesias.

El inmovilismo de PSOE y PNV, clave

A finales de agosto, Rajoy pensaba de forma muy diferente. Entonces, antes del primer debate de investidura, aseguró a sus ministros que si, como todo parecía indicar, no lograba salir elegido presidente, volvería a intentarlo en octubre.

El jefe del Ejecutivo contaba con que, en las primeras semanas de septiembre, los barones socialistas críticos con Pedro Sánchez presionaran al secretario general para convocar un Comité Federal en el que cambiar el sentido de voto en la investidura.

Sánchez, sin embargo, que solo ha sufrido contestación interna desde la semana pasada, ha esperado a después de las elecciones vascas y gallegas para convocar al máximo órgano de dirección del PSOE.

Además, las elecciones autonómicas en Euskadi eran la otra bala en la recámara que se guardaba Rajoy, porque contaba con llegar a un acuerdo de estabilidad con el PNV tras el 25-S que pudiera aplicarse en Madrid y, de esa manera, sumar los votos de los cinco diputados nacionalistas.

 

Ese escenario tampoco se dará. Alfonso Alonso le ha dejado claro, en la última semana, que Íñigo Urkullu no quiere saber nada del PP. El lehendakari ha manifestado a los populares vascos que su objetivo es volver a pactar con los socialistas, y que en ningún caso el PNV votará a favor de la investida de Rajoy.

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