Así han cambiado los presos de ETA veteranos: Se desmarcan de la banda, piensan en su futuro después de la cárcel, quieren cotizar y se apuntan a la UNED

Es evidente que algo se mueve en el Colectivo de Presos vascos (Euskal Preso Politikoen Kolektiboa o EPPK), la organización que agrupa a los reclusos de ETA. Las informaciones de que se dispone dicen que los cambios son más amplios y profundos de lo que parecía. Los pistoleros tienen otra actitud, se están volviendo más ‘colaboracionistas’ con Instituciones Penitenciarias. Principalmente, los más veteranos.

El colectivo de presos etarras confirmó ayer, en un comunicado remitido al diario Gara, la expulsión de la organización de cinco históricos. Entre ellos, tal y como adelantó ECD, se encuentra el irundarra Iñaki Rekarte, interno actualmente en la cárcel de Villabona con una condena de más de 200 años por el asesinato de tres personas en Santander en un atentado con coche-bomba en 1992 –ver noticia-.

Fuentes penitenciarias explican a El Confidencial Digital que la expulsión de estos cinco pistoleros es la demostración de que entre los presos de ETA hay una rebelión que está yendo a más, y ante la que la banda terrorista decide actuar para intentar cortarla de raíz. No quieren ningún tipo de insubordinación, y por eso acuerdan expulsarlos y decirlo públicamente.

Este movimiento de indisciplina va, como decimos, en aumento entre los presos, que están cambiando algunas actitudes. Según los datos que obran en poder de la dirección general, a raíz tanto de comunicaciones interceptadas como de ciertos comportamientos en los penales, una buena parte de los pistoleros más veteranos han aumentado sus diferencias con las posturas de la dirección.

Estas son algunas de las nuevas formas de proceder que tienen:

-- Una buena parte valora positivamente como la mejor salida distanciarse de ETA y pasar a un punto de colaboración con Instituciones Penitenciarias.

--Se sienten “quemados y olvidados”, según reconocen ellos mismos a algunos funcionarios ‘de confianza’.

--De ahí que se hayan producido algunos casos de colaboracionismo, como es el caso del propio Rekarte que, junto a Valentín Lasarte (participó en los asesinatos de Fernando Múgica y Gregorio Ordoñez), también expulsado, decidieron romper la disciplina etarra y trabajar para el economato del penal de Villabona a cambio de un sueldo mensual y el alta en la seguridad social.

--Los etarras veteranos se plantean su futuro. Muchos se preguntan qué será de su vida cuando salgan de la cárcel. La mayoría ingresaron en prisión en los veinte y los treinta años, y estarán en la calle casi en la vejez; de ahí que opten por cotizar a la seguridad social, como el caso de Rekarte y Lasarte, para tener en su día derecho a pensión.

--Prefieren conseguir beneficios penitenciarios. Motivo: la opinión general entre los presos de ETA es que es inviable una amnistía en estos momentos. Ante ello, muchos prefieren acogerse a las rebajas penitenciarias que recoge el código penal, para lo cual tienen que abandonar la disciplina de la banda.

 

--La ‘doctrina Parot’ ha supuesto el alargamiento de las condenas a cumplir por los terroristas. Los beneficios penitenciarios, por tanto, también se han pospuesto, ya que, por ejemplo, para acceder al segundo grado se valora la condena impuesta y no, como hasta la fecha, la pena a cumplir.

--Muchos de ellos se han matriculado en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, algo que les estaba prohibido por la banda.

--Cada vez son más lo que alteran la forma de pasar el tiempo libre. Como presos de especial seguimiento o de primer grado, todos tienen cuatro horas al día para actividades comunes. Ya no ‘se chapan’ tanto (en la jerga penitenciaria, negarse a todo), sino que suelen hacer vida normal con otros internos –a los que suelen denominar ‘costras’, los que se ‘pegan’ a ellos: pasean juntos por los patios, hacen ejercicio, hablan o escriben en los ordenadores habilitados.

-- Cada vez hay menos dinero para los familiares. Los presos etarras que, por motivos económicos, se restringen los viajes de sus allegados a las prisiones españolas. Un motivo más para, según las fuentes consultadas, apartarse del colectivo.

La expulsión colectiva del Colectivo de Presos es una medida que se toma en última instancia. Lo normal, tal y como ha ocurrido en varias ocasiones, es que la banda únicamente los aparte de la toma de decisiones, en caso de desobediencia. Se aplicó, por ejemplo, a ‘Pakito’ o ‘Makario’, que fueron expulsados de ETA junto a otros cuatro dirigentes históricos tras firmar, en agosto de 2004, una casta acusando a los dirigentes de haber llevado a la banda a “la peor situación de su historia”. No obstante, a pesar de su indisciplina, los seis continúan formando parte del Colectivo de Presos.

Más grave e importante es que, como en el caso de Iñaki Rekarte y Valentín Lasarte, sean apartados del ‘aparato de makos’ (presos). Esto significa que sus familiares no tendrán acceso a los viajes organizados por Etxerat (la asociación de reclusos), ni serán defendidos por los abogados ‘abertzales’ habituales.

Hasta la fecha, sólo cuatro presos de ETA habían sido expulsados del Colectivo de Presos: José Luis Álvarez Santacristina, alias ‘Txelis’, y Kepa Pikabea fueron apartados en febrero de 2008 por “haber emprendido su propio camino” y sumarse a la estrategia de Instituciones Penitenciarias “de dividir al colectivo”, según anunció Gara. Antes, fueron ‘tachados’ José Luis Urrusolo Sistiaga, ‘Joseba’, y Carmen Guisasola, ‘Lourdes’.

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