Fallos en la organización y en la transmisión televisiva

Debate a cuatro: Rivera aprovechó la oportunidad, Iglesias se mantuvo y Rajoy logró salir vivo

El líder de C’s repartió en todas las direcciones, el de Podemos intentó “no asustar” ni con sus propuestas ni con su tono. No se esperan cambios en la intención de voto

Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias posan antes del debate.
Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias posan antes del debate.

El debate de los cuatro candidatos a presidente del Gobierno, celebrado ayer, se convirtió en un evento sin grandes sorpresas y que, por lo que se vio y escuchó, en principio no tendrá gran repercusión en la intención de voto. Albert Rivera fue el actor más destacado, seguido, por este orden, de Pablo Iglesias, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez.

Desde el punto de vista técnico, un buen resumen es el comentario del profesor Rodríguez Virgili: “El ganador del debate, Vicente Vallés. La perdedora, la Academia de TV: problemas de sonido, decorado de fondo trasnochado (mejor los atriles)”.

La fórmula de los tres presentadores, aunque mejoró lo ocurrido con Manuel Campo Vidal en solitario, tampoco ha funcionado, con una Ana Blanco que parecía estar de adorno.

Los cuatro participantes

Sobre el comportamiento de los cuatro candidatos a presidente del Gobierno, Albert Rivera fue el más eficaz y convincente, repartiendo en todas las direcciones, al PP por supuesto, pero sobre todo a Pablo Iglesias, al que descolocó en varios momentos.

El líder de Podemos, que se esforzó en “no asustar” ni con sus propuestas ni con su tono, intentó en vano convencer a Pedro Sánchez de que la única salida es un Gobierno PSOE-Podemos, y en alguna ocasión resultaba casi patética su insistencia en decirle “el enemigo no somos nosotros, sino el PP”.

Mariano Rajoy no brilló, pero tampoco se equivocó demasiado. Dio la impresión de que se conformaba con salir vivo del debate, cosa que ha conseguido. Capeó como pudo su peor desafío, el problema de la corrupción, y repitió varias veces su receta para arreglar el país: crear empleo, esos 2 millones de puestos que asegura creará en los cuatro años de la próxima legislatura.

Y Pedro Sánchez ofreció cierta sensación de monotonía con su repetición de que Podemos, al no aceptar un pacto con los socialistas, era culpable de que el PP pudiera seguir gobernando.

El esperado “3 contra 1”

Mariano Rajoy esperaba que el debate a cuatro fuera realmente un “3 contra 1”, es decir todos contra él. Al principio ocurrió así, y el presidente en funciones, que se movió con cierta soltura en el terreno económico, devolvió con contundencia los ataques de sus rivales. Sánchez, que quiso reivindicarse como única alternativa, cayó en las provocaciones de Iglesias, mientras que Rivera no condicionó absolutamente el apoyo de su partido al PP a la marcha del actual jefe del Ejecutivo.

Mariano Rajoy pidió expresamente ser el primer candidato empezando por la izquierda con un claro objetivo: ser él quien cerrara uno de los bloques temáticos más importantes, el dedicado a la economía, y los demás partidos estuvieron de acuerdo.

Por ahí empezó a discurrir el debate, después de que los cuatro candidatos coincidieran en comprometerse a evitar nuevas elecciones: Iglesias apostó por un Gobierno con el PSOE y fue matizado por Sánchez, que defendió el liderazgo de los socialistas en ese Ejecutivo; Rivera garantizó un “Gobierno de cambio”; y Rajoy concluyó pidiendo que se dejara gobernar a la fuerza más votada.

 

Ataques a Rajoy y pacto Sánchez-Rivera

A partir de ese momento, se inició la batalla sobre las propuestas económicas. Los ataques entre los candidatos se repartieron en dos formatos: el inicial 3 contra 1, con Rajoy esquivando golpes, y un 2 contra 1 en el que tanto Rajoy como Rivera fueron a por Iglesias. Sánchez evitó criticar las medidas económicas del líder del Podemos y mantuvo hasta cierto punto su pacto de no agresión con Rivera.

El socialista recuperó la derogación de la reforma laboral, a la que renunció cuando llegó a un acuerdo con Ciudadanos, y aprovechó para recordar que “eso ya sería posible si no hubieran votado de forma conjunta los señores Rajoy e Iglesias”. Una coletilla con lo que también concluyó en su segunda intervención de este bloque, y que repitió en más ocasiones.

Mariano Rajoy, por su parte, tiró de informes económicos y de recortes periodísticos, incluso de ese mismo día, para reivindicar su gestión al frente del Gobierno. Insistió en su promesa de crear dos millones de empleos la próxima legislatura.

Rivera replicó al presidente recordándole los actuales 5 millones de parados, aunque explico que él, a diferencia de Podemos, no quería derogar las últimas dos reformas laborales sino proponer una alternativa. Iglesias respondió a Rajoy acusándole de poner en peligro el sistema de pensiones y recordando el “récord del paro juvenil” en España.

El presidente del Gobierno, en su primer turno de réplica, cuestionó las “novedades” de PSOE, Podemos y Ciudadanos y acusó a sus tres rivales de manipular los datos sobre los contratos fijos y temporales. Además, anunció nuevas medidas para autónomos e incentivar los contratos fijos que, eso sí, tuvo que consultar en un papel.

Rivera, contra Rajoy y contra Iglesias

Albert Rivera, en su segundo turno, atacó a partes iguales a Rajoy y a Pablo Iglesias. Al presidente le recordó las promesas electorales incumplidas en 2011, cuando anunció bajadas de impuestos y del IRPF. Al líder de Podemos le reprochó querer subir de forma masiva los impuestos y de seguir la estrategia económica de Tsipras en Grecia.

En su turno de cierre, Rajoy reivindicó sus dos bajadas del IRPF, aunque le recordaron, sobre todo Rivera, que primero los había subido. Iglesias quiso sorprender a sus rivales guardándose 40 segundos de su intervención para acabar él con el bloque económico anunciando un “Gobierno progresista”. Sin embargo, los moderadores, en virtud de lo pactado previamente, volvieron a dar la palabra al presidente en funciones, que acusó al resto de no tener bien estudiados sus argumentos económicos.

Rajoy a Sánchez: “Usted sería un pésimo presidente”

En el bloque dedicado a las medidas sociales, Rajoy volvió al ataque contra Iglesias recordando que el gobierno de Tsipras en Grecia tuvo que retirar el pago de las pensiones a los jubilados, mientras que el PP había evitado el rescate de España para no tener que someterse a ese tipo de medidas.

Rivera continuó la línea dura contra el líder de Podemos, al acusarle de querer sacar a España del euro y de querer hacer gasto social con “lo que no se tiene”. Pedro Sánchez, como en el bloque anterior, centró sus ataques en Mariano Rajoy, aunque volvió a insistir en que las medidas sociales del PSOE no se están cumpliendo por los votos en contra de PP y Podemos en su investidura.

Fue entonces cuando Pablo Iglesias aprovechó para tender puentes con el socialista, animándole a no pactar con los conservadores y sí con su formación. Rajoy, planteó que la solución es crear puestos de trabajo. Así se blindará un sistema de pensiones que el resto de líderes políticos le acusaron de poner en riesgo.

Fue en este momento, y después de que Rivera reivindicara la mejora de la educación, cuando Sánchez aplaudió esa apuesta del líder de C´s y criticó, por primera vez, a Iglesias: “Usted habla de políticas sociales pero luego exigió ministerios que nada tienen que ver con eso. Mi prioridad no es controlar a los espías” –en referencia a la exigencia de liderar el CNI.

Rivera se sumó a esas críticas acusando a Iglesias de “solo querer derogar” sin hacer ninguna propuesta. Eso sí, también echó en cara al PSOE no haberse querido sumar a una reunión impulsada por Ciudadanos para impulsar un “Pacto por la Educación”.

Rajoy, en su turno, contraatacó con dureza a Sánchez: “Habla de bloqueo porque solo le gusta quienes le apoyan, como el señor Rivera. Pero yo no me presento para apoyarle a usted porque sería un pésimo presidente para los intereses de España”.

A raíz de esa afirmación, subió el tono del debate. Iglesias pasó al ataque también contra Sánchez, recordándole que “el rival es Rajoy” y que, en alusión a Ciudadanos, el PSOE “ha pactado con lo que él mismo llamó las Nuevas Generaciones del PP”. El socialista, por su parte, le reprochó priorizar la autodeterminación de Cataluña, País Vasco y Galicia a las políticas sociales y al pacto de investidura que no apoyó.

Rivera pide a Rajoy que piense en su marcha

En el bloque dedicado a la regeneración democrática y la lucha contra la corrupción, se multiplicaron las acusaciones. Pablo Iglesias recordó los ERE de Andalucía, la Púnica, y las puertas giratorias de las que se han beneficiado PP y PSOE.

Sánchez respondió reprochando al líder de Podemos los “casos de Errejón y Monedero” y recuperó el tono más duro contra Rajoy, al que le recordó de nuevo el caso Bárcenas y la financiación ilegal del PP: “Es usted un presidente en B y debe pasar a la oposición”. Un lenguaje que pareció afectar al presidente en funciones, que se mostró más dubitativo en esta ocasión.

Rivera, por su parte, se atribuyó como de Ciudadanos las dimisiones de Chaves y Griñán y el plan contra la corrupción pactado con el PP en la Comunidad de Madrid. Además, tiró de hemeroteta para mostrar a Rajoy los mensajes de Bárcenas y pedirle que reflexione sobre su propia marcha para iniciar una nueva etapa política.

El líder de C´s, además, acusó a Podemos de financiarse con dinero del gobierno de Venezuela, algo que provocó un duro rifirrafe entre Rivera e Iglesias. En otro momento le recordó que su socio, Izquierda Unida, está endeudada con los bancos.

Rajoy respondió a la petición de Albert Rivera asegurando que “exige la dimisión por estar imputado, pero no lo estoy”. Además, recordó al líder de C´s que aseguró en ‘Salvados’ que había cobrado en negro, a lo que el barcelonés respondió: “Usted sí que cobra sobres en negro”.

Cataluña, UE y terrorismo

Con las preguntas sobre su proyecto para Cataluña, volvió la tensión entre Sánchez e Iglesias. El primero acusó al segundo de priorizar el referéndum independentista tras el 20-D y de tener en sus filas a independentistas como Ada Colau. Entonces, el líder de Podemos le recordó que el PSC acaba de entrar en el gobierno municipal de Barcelona.

Sánchez intentó reconducir su discurso contra Rajoy, olvidándose de Iglesias, atacando al presidente en funciones por su política internacional, y acusándole de “olvidarse de los refugiados”. El popular, por su parte, echó en cara al madrileño que la postura del Gobierno es la misma que tiene el Grupo Socialista en Bruselas.

Por último, al tratar la amenaza terrorista y el último atentado en Orlando, Rivera reivindicó un pacto entre demócratas contra esta lacra, y recordó que ni Podemos ni Izquierda Unida están dentro del pacto anti-terrorista.

Pactos y mensaje final

En el tramo final del debate, Pedro Sánchez evitó aclarar si apoyaría a Unidos Podemos en caso de verse superados por la coalición de izquierdas, aunque dejó claro que no facilitaría el gobierno del PP. Rajoy, por su parte, repitió que su postura sigue siendo la misma que en el 20-D, mientras que Rivera recordó que “votantes del PP quieren que se regenere el partido”, abriendo de nuevo la puerta a la marcha de Rajoy, aunque sin decirlo textualmente.

Pablo Iglesias, el último en ser preguntado sobre este asunto, volvió a decir que su socio debe ser el PSOE y que, si Unidos Podemos queda por encima de los socialistas, deben liderar ese Ejecutivo. Además, exigió nuevamente a Sánchez que especificara si apoyaría un gobierno de izquierdas o seguiría permitiendo que gobierne el PP.

En los mensajes finales, sorprendió sobre todo el uso del tuteo por parte de Pedro Sánchez para dirigirse a los espectadores y la carga emotiva que transmitió Rivera en sus palabras. Rajoy volvió a recordar los principales avances de su gobierno, e Iglesias afirmó que “ya no hay miedo al cambio”. Los cuatro, como sucedió durante todo el debate, se mostraron demasiado encorsetados.

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