Las muertes de inmigrantes y los malos tratos echan por tierra el discurso oficial del Gobierno español y el Rey sobre Marruecos

Se tambalea el “optimismo obligatorio” como directriz política hacia Marruecos: España ha empleado mucho tiempo y prestigio, e incluso la figura del Rey, en propagar los supuestos avances de Marruecos en materia de derechos y libertades.

Se tambalea el “optimismo obligatorio” como directriz política hacia Marruecos: España ha empleado mucho tiempo y prestigio, e incluso la figura del Rey, en propagar los supuestos avances de Marruecos en materia de derechos y libertades. Dentro de la contención y la voluntad de halago que caracterizan a estos discursos, las piezas oratorias que el Rey pronunció en su visita oficial a Marruecos revelan las intenciones del Gobierno. Por más que se consensúen entre la Zarzuela, Moncloa y Exteriores, el fondo de lo que dice el Monarca pertenece siempre al Gobierno. Así, en Marrakech, en una cena de gala ofrecida por el rey Mohammed, don Juan Carlos citó cómo “bajo Vuestra dirección se han llevado a cabo reformas con el objetivo de hacer de Marruecos una sociedad moderna y democrática, respetuosa de los derechos humanos”. Tras citar “la imagen positiva que tenemos en España de la cultura arábiga y, en consecuencia, de la civilización islámica”, ya en su intervención en las cortes del país magrebí, el Gobierno de España hizo decir a su Jefe de Estado que “hemos seguido con interés los avances en las libertades democráticas, de los que se están dando de un tiempo a esta parte muestras notables”. En este discurso de Rabat también se recordó que “la comunidad internacional debe evitar que se eleve un muro de incomprensión entre Occidente y el mundo árabe e islámico”. En ambientes políticos cercanos a la izquierda se razona que España está pagando facturas que debería pagar Marruecos: Ceuta y Melilla han estado en las portadas de periódicos de todo el mundo, pero Zapatero no apoyó, por ejemplo, el informe de nuestras fuerzas de seguridad por el cual estas quedaban libres de culpa en las muertes a tiros de subsaharianos en la frontera de las ciudades autónomas. Días después, Marruecos reconoció seis muertes. Más allá de los asaltos en la frontera, que acusan a Marruecos porque “cuando no quieren, no entran”, las organizaciones de defensa de los derechos humanos vuelven a subrayar la verdad que se ha intentado endulzar desde España: Marruecos avanza, pero no tanto ni tan rápido como afirma el discurso oficial de la Moncloa. De hecho, por los precedentes de opacidad administrativa, repetidos ahora con el abandono en el desierto de un contingente de centenares de subsaharianos, hay asociaciones que dudan de la fiabilidad del saldo oficial de muertes que ofrece Marruecos. En este sentido, después de la Reunión de Alto Nivel celebrada en Sevilla, los responsables españoles han convenido en la necesidad de mejorar la interlocución con Marruecos, aplicando para ello el modelo francés: hablar directamente con el Rey de los asuntos de importancia, y no sólo con su primer ministro.

 

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