Monseñor Carlos Osoro, arzobispo de Madrid

“Podemos nos abre los ojos a una determinada sensibilidad social de la que debemos aprender todos”

Monseñor Carlos Osoro es el arzobispo de Madrid y lleva más de un año con el báculo de la capital tras los pasos de Francisco. Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española y pastor de la Iglesia en estos momentos de cambio político y social. Su primer mandamiento: amar a Dios y estar unido al Papa. El segundo: tener los brazos abiertos a todos.

Monseñor Osoro, cercano y sencillo, en una de las instancias dignas y discretas del palacio arzobispal.
Monseñor Osoro, cercano y sencillo, en una de las instancias dignas y discretas del palacio arzobispal.

Es el embajador del Papa Francisco en España. Hasta físicamente tienen un aire. Transparente. Envolvente. Escrutador. Espiritual. Humano. Y claro: no vende alhajas a precio de baratijas. Y el que quiera, que pille. Apostola el re-encantamiento de la fe. Cree que enterrar la escuela concertada es de dictaduras y que el IBI de la Iglesia está suficientemente pagado con el presente y el pasado. Especialista en aprender de los demás, también de Podemos. No se siente defraudado por el PP, aunque tampoco parece fan incondicional. Ni una palabra sobre Ciudadanos. Creíble. Más de oler a ovejas que de hacer política. Ni casta, ni carca: “Yo me siento un progresista”.

Era Black Friday y era la mañana elegida. Amanecemos en San Justo, 2. Estamos en palacio. Un palacio arzobispal con estética de Papa Francisco. Historia. Dignidad. Discreción. Lo de vivir como un obispo, en esta casa grande, es un tópico vintage.

Mons. Carlos Osoro aparece mientras curioseamos las estancias. Asoma una sonrisa con síntomas de catarro.

Tenemos muchos temas para hablar con el arzobispo de Madrid. De fondo, el Sínodo de la Familia, la revolución Francisco, la Iglesia en vísperas (electorales), el Madrid de Manuela...

Conversación cara a cara. Osoro habla con los ojos y responde con afán de remover. No rehúye ninguna pregunta, aunque tenga prisa.

Habla de la calle y de Dios sin solución de continuidad. A veces se eleva, pero sus subidas no son huidas hacia adelante. Es la naturalidad de una persona que reza. Digo yo. Habla de “nuestro Señor” como alguien muy cercano, como el amigo preferido.

A las distancias de un confesionario, aunque nadie esté de rodillas, empezamos por lo políticamente más incorrecto:

Lo de ser arzobispo de Madrid con la llegada de Podemos al Ayuntamiento, supongo que tiene su emoción…

Tiene la emoción de un cambio en el Ayuntamiento de la ciudad, como cuando llega cualquier otro grupo. Sí, es la emoción de conocer nuevas personas, de situarse en una visión diferente a la que había antes, pero a esos cambios está muy acostumbrada la Iglesia, que sabe estar en todos los tiempos con situaciones muy diferentes. Y lo importante es estar como Iglesia.

Tenemos la obligación de llegar a todos los hombres. El misterio de la Encarnación está también en esto: Jesucristo, el Dios que se hace hombre, se hace presente para estar en todos los caminos y en todos los lugares donde haya un ser humano, especialmente, los que más sufren.

 

Estos cambios pueden ser una oportunidad para fijarnos más en los que nos necesitan.

A menos de un mes para las elecciones, ¿usted cree que la Iglesia española tiene derecho a hablar de política? ¿Cuál es el escenario más prudente?

La Iglesia tiene obligación de hablar de la dignidad y de los derechos del ser humano, y eso debe defenderlo en todas las ocasiones.

Muchos católicos practicantes tienes dudas para el 20D…

La Iglesia les va a decir que voten en conciencia, no les va a animar a otra cosa. La Iglesia no tiene un partido determinado.

¿Qué aprende un católico de Podemos?

Mucho. De todos aprendemos siempre algo. Todo ser humano enseña cosas. Quizás Podemos nos abre los ojos a una determinada sensibilidad social de la que debemos aprender todos. 

Como ciudadano español, ¿le ha defraudado el PP?

Nunca me defrauda nadie. De verdad. Me podrán gustar unas cosas más o menos, pero defraudarme, no. Tengo obligación de que no me defraude nadie, porque nuestro Señor me ha dicho que ame a todos.

¿La política española se ríe de la fe de muchos españoles?

No, al menos a propio intento. El problema está más en nosotros, los cristianos, que debemos descubrir que nuestra fe no es una fe de interior, y que se vive en la vida pública. Se tiene que notar, necesariamente, que, para mí, los demás son hermanos, y que, para mí, todos los hombres tienen la misma dignidad. Todo eso no sólo se lleva por dentro. Todo eso se expresa. El cristiano también se encarna, y está en este mundo como discípulo de Cristo.

¿Hay un Osoro antes y después del Papa Francisco?

Sinceramente, creo que siempre he sido el mismo. Es verdad que hay momentos en la vida en los que te proponen un horizonte que te apasiona y, ciertamente, el horizonte que me propone el Papa Francisco me apasiona.

¿Cuáles son las intenciones del Papa para nuestro país?

No las sé. El Papa suele hablar de sus intenciones para todo el mundo. Ahora estamos pendientes de su viaje apostólico a África, a unos países que no serían noticia en absoluto, porque los tenemos olvidados, a pesar de que estén en guerra permanente y con muchas necesidades. Sin embargo, el Papa ha ido para que, entre otras cosas, sean noticia. Hoy los medios hablan de Kenia, de Uganda, o de la República Centroafricana, entre otras cosas, porque ha ido el Papa.

¿En el Sínodo, o en las visitas de los obispos españoles a Roma, el Papa no concreta sus prioridades para nuestro país?

El Papa escucha muchísimo, y nos deja una libertad tremenda. Él vive un enorme respeto a las iglesias particulares, a su historia… De todas formas, con sus mensajes y su manera de actuar nos dice bastantes cosas. Con su forma de vivir, el Papa Francisco nos interpela a todos, no sólo a los obispos; a los cristianos, y a todos los hombres de buena voluntad.

¿Le veremos pronto en España?

No lo sé. Yo quisiera que el Papa estuviera en los lugares donde hay más sufrimiento, más ruptura con los derechos fundamentales del ser humano… A todos esos lugares de conflicto es donde está yendo el Papa. No debemos ser egoístas. La generosidad empieza por estar cerca de los que más lo necesitan.

A mí me gustaría que viniera a España, pero no sé si es el lugar que, en estos momentos, tiene que priorizar.

¿Cuáles son las conclusiones nítidas del Sínodo de la Familia?

Están muy bien recogidas en el documento post sinodal, y las veremos también en la exhortación del Papa que estamos esperando y que, según el Secretario de Estado del Vaticano, llegará pronto. El hecho de que durante un mes entero la familia cristiana haya sido la noticia más importante en todos los medios del mundo, ya es suficiente.

Las reflexiones que se han hecho han asentado la doctrina de siempre sobre la indisolubilidad del matrimonio, y a la vez hemos hablado sobre el camino de caridad y de amor que debemos tener ante situaciones en las que hay sufrimientos, heridas, conflictos, no sólo de los que forman el matrimonio, sino también de los que lo rodean, que son los hijos. Esa vía de la caridad está abierta y es muy importante. Cuando a las personas se les mira con los ojos de nuestro Señor, cambian muchas cosas.

¿Ve usted medios de comunicación que enredan en los temas de la Iglesia más como enemigos que como informadores?

Yo a los medios los quiero mucho. Creo que hacen lo que tienen la obligación de hacer. Puede haber alguien que enrede, pero el problema está más bien en quienes respondemos, en quienes protagonizamos… A los medios no hay que tenerles miedo, son amigos de la vida y de la historia de los hombres. Cuando a uno le miras como enemigo, él te devuelve la mirada de la misma manera.

Lo digo porque en algunos momentos puede dar la impresión de que hablar mal de la Iglesia es gratis. Si yo digo algo falso de un partido político, a los 2 minutos me están friendo a llamadas exigiendo una rectificación…

Eso también le da libertad a la Iglesia. Nuestro Señor nos animó a responder siempre amando. Si respondemos de otra manera, esa Iglesia no es la que quiere Jesús.

¿Cómo se combina eso de ser misericordiosos, y defender la verdad y el honor?

Muy bien: la misericordia auténtica siempre dice la verdad. Si es misericordia, seremos capaces de acercarnos a todas las situaciones en las que viva el hombre para regalar el amor de Dios.

El 8 de diciembre arranca el Año de la Misericordia. ¿Cómo podemos aprovechar esa cita para construir una sociedad más generosa, más comprensiva y más humana?

La Iglesia ofrece entrar por la Puerta Santa, que representa a Jesucristo, en Roma y en todas las iglesias particulares. Es una oferta a no tener miedo. Son puertas que nunca se cierran a nadie, que no nos hacen daño. Invito a todos, también a los que no creen, a que entren. Porque van a descubrir algo que no puede dar nadie, nadie, nadie más que Jesucristo: el amor, la compresión, la entrega absoluta y total, saber quiénes somos de verdad, quién es el ser humano…

Hoy el ser humano está desdibujado y necesita conocerse. Tenemos muchas dimensiones y no debemos cerrar ninguna y, entre otras, la dimensión trascendente, que es esencial. Si esa dimensión está llena de verdad tendremos la capacidad de dinamizar todas las demás.

El Jubileo de la Misericordia es un momento importante. Yo voy a invitar a todos los madrileños, también a los que están muy lejos de la Iglesia. Necesitamos emprender una revolución de la ternura, que sólo puede dar Jesucristo. Esta revolución no es no decir la verdad, sino acercarse al otro con todas las consecuencias y darle, sea quien sea, el abrazo de Dios.

¿Entrar por esa puerta es entrar por el aro?

La fe es un don, y un don es un regalo. Cuando me hacen un regalo puedo acogerlo o no. Yo no llamo a la gente a entrar por el aro, simplemente invito a que entren, a que prueben, porque es un regalo que ni hace daño, ni molesta. Ya veremos lo que sucede. Dios siempre está pensando en nosotros. Animo a dejarse abrazar por Dios. A que nos bese. A que nos quiera.

Dígame en cristiano del siglo XXI un sinónimo de:

a) Caridad: Lo que queremos para nosotros mismos, ofrecerlo a los demás también. Eso lo entiende todo el mundo.

b) Pobreza: ¡Eso no lo quiere nadie!

Como virtud, quiero decir…

Hacer partícipes a los demás de lo que uno tiene.

c) Sacerdocio: Algo precioso. Animo a los jóvenes, y a los más mayores también, a que entreguen la vida por hacer presente el rostro del Señor. Que no vengan buscando porvenires humanos…

d) Castidad: Vivir en una libertad total sin atarse a nada. Esto no es sólo para los sacerdotes, sino para todos los hombres. Es limpieza, verdad, entrega, no utilizar a los demás… Una maravilla.

e) Misa: El momento más sublime de la vida. Dios se acerca a ti, te habla, se entrega, y te alimenta para que des de lo que tomas.

f) Confesión: Situarte en la verdad. Cuando uno se arrodilla y se confiesa abre su vida y su verdad ante Dios, y la explicita. No vale sólo el reconocimiento interior. Hay que verbalizar la verdad.

g) Matrimonio: Una maravilla. Gracias a eso estamos aquí los dos.

h) Cielo: La plenitud de la vida.

i) Infierno: El desastre más grande. Vivimos para vivir, no para estar en la muerte permanente.

París. Atentados tremendos. ¿Qué debe tener claro un católico sobre la defensa de la fe de los musulmanes?

Un católico debe tener claro, como dice el Papa, que la unidad de todas las religiones para defender la paz y eliminar la guerra es una prioridad. No podemos identificar a los musulmanes sólo con personas que provocan estas barbaries. Hay muchos musulmanes que tienen una perspectiva muy diferente a esa, que no aceptan estos atentados, y que están muy dolidos porque otros han utilizado el nombre de Dios para acometer estas barbaridades.

¿Qué podemos hacer? Lo que está pidiendo el Papa: juntarnos todos y defender la paz, no desde posiciones ideológicas, sino por unión al Dios de la paz, de la vida, del amor, del encuentro… El Papa lidera este llamamiento mundial, y yo quisiera estar muy cerca de ese liderazgo del Papa o, por lo menos, ayudarle en la medida que se pueda.

El Papa también ha liderado las propuestas de acogida de los refugiados. ¿Cómo se está desarrollando esto en Madrid?

Es un tema que se aborda en la Mesa por la Hospitalidad de la Iglesia en Madrid, donde están presentes todas las organizaciones eclesiales: parroquias, religiosos, Justicia y Paz, Cáritas… Estamos disponibles, no para quitar sitio o protagonismo a nadie, sino para ponernos al lado de la gente, pero siempre, no sólo un rato. A los que vienen hay que acompañarles durante mucho tiempo. Ese es el estilo de servir a los demás de la Iglesia: ayudar sin ser noticia. Desde siempre.

Volvamos a los temas de la campaña electoral:

Todos los partidos emergentes están en contra de la educación concertada. ¿Eso es ser progresista?

Eso es no entender bien lo que es la libertad. Creo que una sociedad libre es una sociedad que deja tener creatividad a cualquier grupo social, y les respeta. Por eso, debe respetar también todos los derechos de la persona humana. Sospecho que, a la larga, es lo que todos los políticos buscarán, porque la gente es sensata. Lo otro es dictadura, y la dictadura no la quiere nadie. Es más, la dictadura estropea las relaciones del ser humano y rompe la vida social imponiendo a la fuerza cuestiones que no tienen nada que ver con el ejercicio de la libertad.

En todos los países en los que hay democracia verdadera los grupos sociales construyen sus escuelas. El gobierno legítimo de cualquier estado tiene la obligación de instaurar centros educativos donde sean necesarios, pero no para implantar una ideología, sino para servir al desarrollo de las personas.

Ninguno de los cuatro grandes partidos defiende más mano dura contra el aborto. ¿Han perdido los católicos esta batalla en la vida pública?

En absoluto. El que defiende la vida gana siempre. El que defiende la muerte pierde siempre. El derecho a la vida es el más fundamental del ser humano.

“Muerte digna”, piden PSOE y Podemos. “Eutanasia pasiva”, defiende Ciudadanos. ¿Cómo es su muerte digna?

La muerte digna es respetar lo que Dios hace desde que uno viene a este mundo, hasta que le llama. Esa llamada final no la podemos provocar los demás. Si con muerte digna se entiende eliminar a una persona porque nos parece que ya ha finalizado su vida… Otra cosa es aliviar el sufrimiento, en lo que hemos avanzado enormemente gracias a la investigación médica. Eso es bueno. Dios nos ha hecho inteligentes. No quitemos la vida nosotros.

Cuando hay pancartas en la calle a favor del aborto o de la eutanasia, ¿usted cree que la sociedad está frivolizando la vida?

Yo soy muy consciente del mensaje de nuestro Señor: no he venido a condenar, sino a salvar. A los que llevan esas pancartas me gustaría decirles que descubran la vida. Mucha gente sin fe ha descubierto su valor y les ha cambiado su historia. No tenemos derecho a quitar a nadie de este mundo.

Ante la propuesta de cobrar el IBI a la Iglesia, ¿cuál es su argumento?

Sé que hay interés por parte de algunos partidos en cobrar el IBI, supongo que no sólo a la Iglesia, sino a otras organizaciones... Es interesante valorar quién da más beneficios y está reportando el IBI sin necesidad de pagarlo. La Iglesia está regalando muchísimas más cosas, entre otras razones, porque lo tiene que hacer así. No es que haga un favor especial. Si hiciéramos lo contrario no sería la Iglesia. Pero a veces da un poco de pena ver que hay personas que quieren pasar unas facturas, cuando lo cierto es que esas facturas están ya pagadas desde hace mucho tiempo.

¿Por qué todo lo católico puede sonar a algo rancio cuando hablamos de progreso en la opinión pública?

Yo creo que no es así. Lo católico es lo más progresista que hay en estos momentos. Pongamos sobre la mesa todas las propuestas de todos los grupos, y comparémoslas con las de la Iglesia, a ver quién es más progresista.

Yo no me siento un carca. Me siento progresista imitando a Jesucristo: anuncio la vida, anuncio la verdad, anuncio la convivencia en paz, anuncio la reconciliación, anuncio el bien del ser humano siempre, por encima de todas las cosas; anuncio que todos debemos estar dispuestos a buscar al último, al que más necesita… ¡Si esto no es revolucionario, venga Dios y lo vea!

Y a ver quién puede presentar una revolución similar. Además, yo no presento esta revolución desde unas ideas, porque a mí me valen todos, sino desde una persona, que no descarta absolutamente a nadie.

¿Qué tal en Madrid? ¿A gusto?

Yo creo que se nota que estoy a gusto. Los cambios siempre cuestan, sobre todo en la medida en que pasan los años. Es normal. Pero cuando llegas a una Iglesia con tanta vida, en la que no das abasto…

Es conmovedor cómo encuentras mucha gente –cristianos y no cristianos- que te buscan, que desean recibir tu opinión… Por otra parte, he de decir que no me cuesta mucho querer a la gente de cada sitio en el que estoy.

¿Cuáles son sus intenciones prioritarias?

Las tengo en el plan diocesano de evangelización. Quizás la primera sea la conversión pastoral: provocar una experiencia religiosa personal y profunda. Es necesario que nos encontremos con Jesucristo, porque ese encuentro lo cambia todo, hasta la manera de mirar a los demás.

Segundo: reavivar la comunidad cristiana, en las parroquias, que deben ser servidoras de todos, acogedoras, que han de salir a buscar a los que están más lejos, porque no ven a nadie como extraño…

Y en tercer lugar, volver a re-encantar al ser humano, que es una gran tarea, y una gran ilusión.

¿Usted nota que hay cristianos con vergüenza en la sociedad española?

No lo llamaría vergüenza. Puede haber, en todo caso, una cierta pasividad al no contar al mundo la experiencia personal que llevo por dentro. A veces estamos demasiado a gusto en casa. El que ha encontrado un tesoro que sabe que no es sólo para él, lo reparte, lo ofrece, y lo hace corriendo. Se hace necesario, más que nunca, volver a hacer los ejercicios espirituales de San Ignacio, pero con la dinámica de San Ignacio, no con otra.

¿El matrimonio, como institución, está en crisis en su diócesis?

No sólo en esta diócesis. Hay un nubarrón que cubre el mundo entero. Sin embargo, es la institución más bella que existe, como refleja que esté presente en todas las culturas y en todas las épocas, más allá del Cristianismo. Sigue siendo la institución fundamental. Las cosas más importante de mi vida las he aprendido en mi familia, no en las universidades por las que he pasado: amar, servir, entregarme, buscar al otro siempre, poner en primer lugar al más necesitado… Lo que aprendes en casa se exporta fuera. La familia es la escuela de bellas artes más bella, la que enseña a pintar los cuadros mejores de tu vida.

¿Cómo se le explica a una persona sin fe que un obispo no es un político?

Eso tiene que demostrarlo el obispo… Que no es político, que es de todos, que ha venido a ser padre en el lugar en el que Dios le ha puesto. El obispo siente la responsabilidad de todos, no sólo de los que creen. Un obispo es un padre que tiene hijos que a lo mejor no quieren saber nada contigo, pero que él sí que quiere saber de ellos, y debes hacer todo lo posible por acercarles. Es una pasión preciosa. Sí, es verdad que habrá mucha gente que piense que soy un cuentista, pero yo el cuento que tengo se lo quiero entregar a todos.

¿Qué le parece que la pederastia sea el gran titular que sepulta el trabajo de los miles de sacerdotes de España y del mundo?

Es grave que exista la pederastia en la Iglesia, pero no es justo sobredimensionar su volumen, como si ese fuese el problema de todos, porque es mentira. Se trata de un problema social. Es verdad que en la Iglesia no tendría que suceder, como no deberían suceder otras cosas, pero… No justifico nada, pero el Señor quiso hacer la Iglesia con hombres. Ya empezó él mismo: eligió a los Doce, y hasta el que le entregó, se sentó en su misma mesa en la Última Cena. Es importante ver a Dios haciendo eso…

¿Nota usted alguna cruz por la espalda de lobbies o de grupos de presión?

No quiero ver enemigos, no me gusta. Las gafas que el Señor me ha puesto para ver, que son sus ojos, me hace ver hermanos a los que tengo que acercarme. Es posible que en esa cercanía me digan algo que no me guste. Es normal. Pero en mí está tratar de hacer que gusten lo que yo ofrezco.

¿Por qué un maestro y un licenciado en Exactas quiso ser cura?

Porque me encontré con nuestro Señor, y ese ha sido el acontecimiento más grande de mi vida. No fue de repente. Desde niño me han gustado ciertas ideas y ciertos proyectos que me tocaron cerca, pero lo que más me ha entusiasmado es la persona de nuestro Señor. Y con eso ha venido también el entusiasmo por todas las realidades de las personas, estén en la situación en que estén, y me he entregado a ellas.

Es posible que la generación que nace ahora desconozca el Padrenuestro… ¿Se trabaja ya en los obispados con esa premisa?

Se conoce muy bien esa realidad. Muchos niños no conocen nada. Es un horizonte con el que partimos ya desde hace tiempo. Al transmitir la fe no hay que dar por supuesto nada.

¿Cómo le han acogido los medios españoles?

Muy bien. No tengo más que palabras de agradecimiento.

¿Qué pondrá en su crisma de estas navidades?

Los tengo ya encima de la mesa, pero no lo he pensado todavía. Seguramente tenga algo que ver con la misericordia.

¿Qué le pide usted a los Reyes?

Que podamos entregar los hombres al único Rey que hace feliz a los demás.

REBOBINANDO

Reza el anónimo, rey de la sabiduría popular, que de los hombres se hacen los obispos. Y los arzobispos. Y los cardenales. Y los papas. Y la Iglesia.

España, siglo XXI. Por un lado, cerca del 78% por ciento de los españoles se declara católico. Por el otro: matrimonios civiles, bautizos civiles, comuniones civiles.

Por un lado, partidos conservadores con complejo. Por otro, partidos prioritariamente laicistas. En medio, esa España católica que busca dónde bemoles meter su papeleta.

Por un lado, credos. Por otro, ideologías. En medio, los datos: más allá de la tarea espiritual de la Iglesia, más de 3,5 millones de personas son atendidas cada año en alguno de los 8.130 centros asistenciales católicos que existen en España. Niños, mujeres ultrajadas, inmigrantes, personas con discapacidad, familias necesitadas.

Por un lado, la fobia y la pancarta. Por otro, la pelea por evitar que les metan en el armario.  Y en medio, un cierto aburguesamiento de las conciencias públicas, también.

En ese contexto social, Monseñor Carlos Osoro recala en Madrid. A pastorear en un redil variado, lleno de matices distintos, pero bastante vivo. Amplitud de corazón para acogerlos a todos. A simple vista, no tiene porte de cura líder, de arrasa-muchedumbres, de flautista de Hamelín…  Como dice Francisco, no es un mánager, ni un consejero delegado de una empresa. A propósito. El Papa busca obispos humanos con la mirada en Dios.

No sé qué peculiar director de recursos humanos da con esa tecla. Sólo sé que un director de orquesta que quiera gobernar España con acierto debe atender esta melodía. Cerrar los ojos ante la autoridad moral, el ejemplo, la ayuda, y los desvelos de la Iglesia es una frivolidad. No olvidemos que la crisis económica es también una crisis de valores. No olvidemos.

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