Desde entonces se encuentra en paradero desaparecido

Anido, el otro ‘El Lobo’ infiltrado en ETA, cumple veinte años en la clandestinidad

Agente de la guardia civil, logró entrar en la banda terrorista y fue chófer de su jefe, Mikel Antza. Tras mantenerse seis años como 'topo', fue descubierto y tuvo que huir

Tres dirigentes de ETA durante la grabación de uno de sus comunicados.
Tres dirigentes de ETA durante la grabación de uno de sus comunicados.

Hace ahora cuarenta años que Mikel Lejarza, 'El Lobo', asestó a ETA el mayor golpe de su historia. Y en abril, se cumplieron veinte desde que José Antonio Anido tuvo que desaparecer para salvar la vida, tras descubrir la banda terrorista que llevaba seis años ejerciendo de topo en su interior.

El guardia civil Anido, como el espía Lejarza, vive ahora en la clandestinidad y, al igual que Lejarza, no ha recibido el homenaje a que se han hecho acreedores tras jugarse la vida para poner fin al terrorismo.

Hace veinte años, en abril de 1995, se produjo un hecho dramático en la casa de Estrasburgo en que vivían Antonio Anido y Rosalía Martínez. Eran los padres de un joven guardia civil, José Antonio, que les había informado años antes de que se iba a infiltrar en ETA con su auténtica identidad. Para ello, era imprescindible que sus padres conocieran que iba a pasar de ser un joven ejemplar a otro con problemas con la Justicia.

Objetor de conciencia

En 1989, el joven gallego se desplazó a Bayona, en el sur de Francia, para dotar de credibilidad a la que iba a ser su tapadera. Se convirtió en Joseph, un objetor de conciencia que había ido a vivir allí tras desertar del Ejército.

Gracias a ser perseguido por los jueces españoles, consiguió entrar en los grupos de simpatizantes de la banda. No ocultó en ningún momento que sus padres vivían en Estrasburgo y le apoyaban al cien por cien.

Fue por eso que a sus padres no les pilló por sorpresa, aunque les creara mucha tensión, la visita, un día del mes de abril de hace 20 años, de varios jóvenes que dijeron ser compañeros de Joseph en ETA. Su hijo les había advertido de que, si esa situación se producía, fueran amables y así actuaron.

Les dieron comida y alojamiento y hablaron con ellos como amigos que eran de su hijo. Ellos sabían lo que José Antonio estaba haciendo pero desconocían a qué se había dedicado concretamente en los últimos seis años.

Chófer de Mikel Antza

Los visitantes, sin embargo, aprovecharon que estaban en la casa para revolver papeles y encontraron escondido en un armario unos álbumes de fotos, en los que los padres habían guardado fotos históricas de su hijo, algunas de ellas vestido de guardia civil.

Robaron la foto y salieron corriendo, produciendo pánico en los padres, que rápidamente avisaron a la Guardia Civil para intentar salvar la vida de su hijo. Por suerte lo consiguieron, aunque ahí acabó el trabajo operativo del topo.

El 'etarra' Anido había conseguido, como lo hizo Mikel Lejarza, alcanzar a la cúpula de ETA, donde muy pocos llegan debido a los estrictos controles de seguridad de la banda. Cuando fue descubierto se había convertido en el chófer de Mikel Antza, el jefe terrorista, a quien llevaba de un lugar a otro para mantener las reuniones secretas que nadie debía conocer.

 

Entre sus éxitos conocidos está la captura de Alberto López de la Calle, alias 'Mobutu', uno de sus principales asesinos, en 1994, y la caída de la cúpula en Bidart en 1992.

Un bala para Anido

Si todos los comandos de ETA habían llevado hasta ese momento una bala en la recámara para matar a 'El Lobo', a partir de ese momento sumaron una para Anido. El entonces CESID, ahora CNI, lo envió fuera de España para evitar que lo localizaran y un suceso fortuito permitió tres años después que fuera identificado.

Anido se encontraba destinado en el embajada española en Bogotá. Un día trasladaba cinco millones de pesetas junto a un compañero cuando fueron asaltados. El también guardia civil Domingo Gómez, perdió la vida, y Anido consiguió escapar poniendo a salvo el dinero de la embajada, aunque recibió un tiro en la pierna.

En la prensa mundial se descubrió que detrás de Antonio Cabana Romar, los segundos apellidos de sus padres, se escondía el topo que se infiltró en ETA. Desde entonces, ha vuelto al mundo de las sombras.

En el CNI muchos agentes piensan que tanto Anido como Lejarza merecen el reconocimiento de la sociedad española, como se hace en otros países que no olvidan a sus héroes.

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