¿Ganarán las cadenas de televisión las elecciones generales?

Plató del debate cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo.
Plató del debate cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo.

Los partidos políticos y candidatos tienden a concederle cada vez más importancia a los medios de comunicación, en particular a la televisión, para realizar sus actividades de campaña. Por ello, buscan aparecer en ellos tanto como sea posible. De cara al 23 de julio, ¿ganarán las cadenas las elecciones generales? ¿serán decisivas?

A partir de los años 60 y desde EEUU, la televisión se ha convertido en el arma principal de las campañas electorales. Su uso ha sido llevado al máximo en los meses previos al día de los comicios. Como consecuencia, las técnicas de persuasión del elector han experimentado un cambio sustancial. La televisión permite la comunicación directa del candidato con los ciudadanos y, junto con la incorporación de la informática a la campaña, y otras tecnologías avanzadas, el empleo intensivo de la investigación social y la asesoría de consultores políticos profesionales, conforma la expresión de una “nueva política”, que a partir del modelo norteamericano se ha ido extendiendo por el mundo.

La televisión es considerada ampliamente, por tanto, como el instrumento más importante para realizar campaña y comunicarse con los votantes, sobre todo en aquellos países, como España, en que tiene amplia cobertura y audiencia.

No obstante, en primer lugar, es crucial asegurar que cada partido o candidato independiente cuenta con acceso a los medios de comunicación, sobre todo a la radio y la televisión, ya que la mayoría de los electores se informan sobre la política a través de estos canales. Eso significa que un medio no debe influir en la opinión pública otorgando tratamiento diferenciado a los distintos partidos y candidatos. Sin embargo, también es frecuente que el propio medio decida quién tiene acceso a los debates o programas de análisis.

Las cadenas se van volcar en la información política

La gente está muy interesada en la próxima campaña electoral del 23-J, en profundizar en las propuestas de unos candidatos que ha conocido a través de la televisión. La pequeña pantalla se va a convertir en uno de los escenarios fundamentales. La ideología es importante, pero lo es más la imagen y la puesta en escena. Los mensajes en los mítines por las provincias ya son cosa del pasado y nadie se lee los programas electorales.

España es tan politizada como en la época de la Transición, lo que favorece la reflexión, el debate y va a aumentar el consumo televisivo. Los partidos han captado esa importancia. Pero los electores votan a políticos, no a tertulianos, aunque los debates sí pueden llegar a ser decisivos.

Puede parecer que la campaña electoral lleva mucho tiempo en los medios, pero no es así. Los políticos lo han dado todo, tan solo en precampaña. Después, en las dos semanas oficiales de campaña, van a cambiar las reglas del juego y la actualidad en televisión se centrará mucho más en la política.

Las cadenas públicas van a estar obligadas a informar también sobre los nuevos partidos que no se presentaron a las anteriores elecciones generales. Visto el ascenso de Sumar en el último CIS, la Junta Electoral ha regulado una normativa a través de la cual se podrá tener en cuenta unos comicios posteriores que puedan ser equivalentes. A partir de ahora también tendrán lugar muchos debates electorales entre candidatos.

En el caso de las privadas, las televisiones no actuarán como trinchera, es decir, ninguna va a apoyar y significarse con uno de los partidos, sino que apostarán por la neutralidad.

Conocemos a los candidatos gracias a las televisiones...

Es sintomático cómo al principio se criticaba -principalmente desde el Partido Popular- que la televisión hubiera encumbrado a Pablo Iglesias y a Podemos. Poco después, también se presentaba Pedro Sánchez en giras por distintos programas de entretenimiento. Y ahora, incluso el PP ha lanzado a Borja Sémper para bombardear posiciones progresistas desde las tertulias.

La influencia de la televisión en campañas electorales es enorme desde los años 60 hasta nuestros días. En todas las estrategias políticas es un canal básico que representa todavía hoy a casi el 80% del censo electoral y es su medio de referencia. De hecho, para conseguir buena parte de los votos de la generación de la postguerra, la autarquía y la primera de la democracia, todos ellos mayores de 45 años, es el canal de comunicación más eficaz indiscutiblemente. La mayoría de estos votantes sólo conocen a Pedro Sánchez, Alberto Núñez, Santiago Abascal o Yolanda Díaz a través de los posicionamientos y mensajes que muestran a través de la televisión.

Hasta hace unos años, en España los programas de televisión, las entrevistas y las tertulias estaban monopolizadas por dos opciones políticas, el Partido Popular y el PSOE. Ahora, tanto Vox como Sumar se han convertido en socios de gobierno gracias a la televisión y de un espectador medio que vota también a los nuevos partidos porque empieza a conocerles y a valorar sus propuestas.

Los candidatos emergentes parten con ventaja frente a Alberto Núñez Feijóo en la habilidad para manejarse en la televisión. En anteriores contiendas (Felipe González-Aznar, Zapatero-Rajoy, Rubalcaba-Rajoy, Sánchez-Rajoy) era un enfrentamiento homologable, de igual a igual.

Ahora, los analistas consideran que el líder del PP será el que más dificultades va a encontrar en el cuerpo a cuerpo. “Sánchez, Abascal y Yolanda Díaz conocen a la perfección cómo manejarse en la televisión. La baza de Feijóo tendrá que ser dar imagen de experiencia, confianza, seguridad y estabilidad frente a la aventura y la incertidumbre que suponen el resto de rivales políticos. No puede competir en modernidad por cuestión generacional.

...pero los partidos no pueden olvidar otras plataformas

También hay que recordar que el votante más joven es el que actualmente decide las elecciones, por lo que los partidos no solo deben ceñirse a la televisión para acercarse a ellos. En ese sentido, para conectar con su base en una campaña electoral se debe entender que el voto joven, más que en la televisión, se encuentra mayoritariamente en múltiples canales: Internet, páginas web, móvil, apps o redes sociales.

Lo realmente efectivo es basar nuestra estrategia de comunicación en un mensaje diferente, multicanal y transmedia. Para los votantes jóvenes el rey ya no es la televisión, sino los contenidos audiovisuales que ellos pueden consumir desde el canal que estimen.

Estas otras plataformas, además, son también decisivas para atraer a los indecisos, un sector del electorado que en anteriores comicios celebrados en España han llegado a constituir un 20% del censo. Para conquistarles no solo hay que estar en los programas de televisión. La estrategia política debe ser integral. La televisión no es nada tampoco ya sin la influencia, por ejemplo, de las redes sociales.

El impacto en los electores de los debates televisados

A lo largo de la historia, los debates presidenciales han resultado decisivos para terminar de perfilar en la mente del votante el verdadero carácter de un candidato al que normalmente ven parapetado detrás de un discurso que otros han redactado. La espontaneidad a la que obliga el cara a cara deparan momentos de esplendor a los candidatos, pero también ha magnificado sus puntos flacos hasta convertirlos en momentos clave en su carrera.

Los debates van a seguir deparando sorpresas. Además, ahora cualquier mínimo error o anécdota está abocado a ser reproducido en YouTube y las redes sociales, día y noche, hasta el mismo día de las elecciones.

Los cara a cara televisados sí serán decisivos por el eco que generan también, antes y después, en la prensa escrita, digital y las redes sociales. La televisión se convierte en campaña, sobre todo a través de las entrevistas y debates, en generadora de contenidos, que luego se replican en el resto de medios de difusión, a los que ahora hay que sumar Twitter, Facebook....Cuanta más importancia tienen las redes sociales, más adquiere la televisión.

En la actualidad, además, los enfrentamientos que se venían diseñando en constante negociación con los equipos de campaña de cada uno de los partidos y se encorsetan en un rígido formato están prácticamente amortizados. Va ser muy complicado no plantear también debates a cuatro, además del cara a cara Sánchez-Feijóo, porque sería difícilmente explicable. La gente ya no quiere debates ortopédicos. Son necesarios debates abiertos adaptados a un escenario y sociedad más abierta. La ciudadanía no entendería otra cosa.

Pero el impacto de estos cara a cara entre los electores es “limitado”. De todos los efectos sobre el voto, en el que se observa mayor presencia es en el relativo al refuerzo de voto, aunque la mayoría de los electores afirma que no se vio influido en ningún modo, de manera que el hecho de ser un hito mediático muy destacado en la campaña no permite a los debates tener el suficiente impacto como para romper las orientaciones iniciales e identificación con los partidos.

Es decir, ante los debates lo que se juegan los políticos españoles es reafirmar el respaldo de quienes ya decidieron apostar por el candidato, y movilizar a su propio electorado. Pero rara vez pueden cambiar la intención de voto.

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