Maleni, un problema para ZP

Magdalena Álvarez, Maleni, ministra de Fomento, se ha convertido en un problema de cierta entidad para José Luis Rodríguez Zapatero. Es un lastre político, sobre todo en Cataluña, pero, a la vez, no puede prescindir de ella porque le hace falta en Málaga.

Es un peso muerto porque los desastres de las infraestructuras están penalizando seriamente al PSOE en su intención de voto por toda España (por la imagen de ineficacia del Gobierno), y singularmente en Cataluña. En su visita a Barcelona, el domingo, Zapatero optó por asumir personalmente los errores, porque sabe que el daño puede ser decisivo, en uno de los “graneros” del socialismo, y también intentando que la buena imagen que tiene allí el propio presidente tape el daño que causa Magdalena Álvarez.

A la vez, no puede cesar a la ministra. Primero, porque daría imagen de debilidad, y porque no quiere que las circunstancias le marquen el tiempo político y mucho menos una crisis de Gobierno. Pero, sobre todo, porque la “necesita” para las generales. Magdalena Álvarez es la cabeza de lista del PSOE en su tierra, Málaga, donde goza de gran tirón electoral (además, ahora va a llevar allí el AVE), en una provincia con muchos escaños. Zapatero no puede arriesgarse a pérdidas significativas en aquella demarcación.

La historia política y de gestión de la ministra está cuajada de contenciosos e incidentes como muy pocos políticos pueden presentar. Por ejemplo, una de sus constantes es no asumir responsabilidades y, en cambio, echar la culpa a otros.

Nacida en San Fernando en 1952, casada y con una hija, doctora en Económicas por la Complutense, inspectora de Hacienda, profesora de Economía en la UNED y en el Instituto de Estudios Fiscales, actualmente excedente en la Agencia Tributaria, en 1994 fue nombrada consejera de Economía de la Junta de Andalucía.

Éste es un resumen de la peripecia personal y política de Magdalena Álvarez:

-- Como consejera a Aviaco, disfrutó de 444 billetes gratuitos, lo que le mereció el sobrenombre de “Lady Aviaco”.

-- Hija de militar, siendo consejera de Hacienda en la Junta de Andalucía, creo graves problemas dentro del PSOE regional por su intento de forzar la fusión de las cajas andaluzas, liderada por la malagueña Unicaja.

-- En esa guerra se utilizaron filtraciones interesadas (incluidas facturas de mariscos) contra el presidente de otra entidad de ahorro, Cajasur, el canónigo Miguel Castillejo, a quien no logró desalojar.

-- Esas batallas motivaron el enfado del consejero de Presidencia, Gaspar Zarrías, del portavoz parlamentario, José Caballos, y del propio Manuel Chaves.

-- El presidente andaluz intentó enviarla como candidata en Málaga en las elecciones autonómicas, y ella se negó.

-- Cuando Rodríguez Zapatero pidió a Manuel Chaves nombres femeninos para incorporar al Gobierno paritario, suministró el de Magdalena Álvarez. Se afirma que el presidente andaluz sintió un enorme alivio cuando marchó a Madrid.

-- Siendo ya ministra, en la Navidad de 2004 se produjeron enormes atascos en las carreteras por la nieve, y ella culpó a los automovilistas por no haber consultado la meteorología.

-- Entrevistada por la televisión gallega, se refirió al Plan Galicia (que diseño el Gobierno del PP) como “ese plan de mierda”. Poco después, en Onda Cero, repitió que estaba “harta del Plan Galicia de mierda”.

-- Durante una entrevista en TVE, cortó el diálogo y echó en cara a su jefa de prensa que le estaban formulando preguntas que no estaban pactadas.

-- Cuando Air Madrid cerró de forma imprevista su actividad, echó la culpa a la compañía. Cuando trabajadores del “handling” de El Prat ocuparon las pistas y cortaron el tráfico, echó la culpa de Iberia. Cuando el tráfico del AVE quedó cortado por la caída de un puente sobre la vía, echó la culpa a Esperanza Aguirre porque las obras las realizaba la Comunidad de Madrid. Ahora, con los hundimientos del AVE a Cataluña, culpó a la empresa OHL.

-- Viajó a Barcelona coincidiendo con los apagones y el caos de infraestructuras y lo único que hizo fue recomendar “paciencia” a los ciudadanos.

-- En plena crisis catalana, amenazó a sus subordinados con que iban a “rodar muchas cabezas”, pero descartó su propia dimisión.

-- Los altercados parlamentarios han sido muchos. Durante una reunión autonómica en 1996 obligó a Rajoy a apagar el puro. En el Congreso, un diputado del PP, hablando del recorte en infraestructuras, esgrimió unas tijeras y le acusó de “machismo”. Se tomó muy a mal que, a raíz de los fallos en Cataluña y su visita a Barcelona, le dijeran que había ido como “un señorito andaluz”.

-- Una muestra de su difícil carácter es que, como ministra de Fomento, ha tenido cuatro jefes de prensa y tres jefes de Gabinete.

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