¿Podríamos vivir sin móvil?

A sólo una semana de septiembre, la vuelta a la rutina ya es una realidad o está a la vuelta de la esquina. Las vacaciones y la desconexión parecen hacerse cada vez más pequeñas hasta desaparecer. Después de estos días de descanso, el trabajo llama de nuevo y el uso del teléfono móvil resulta ‘imprescindible’. Pero, ¿realmente lo es? ¿Lo necesitamos de verdad para trabajar? ¿Nos ha dejado descansar durante las vacaciones?

¿Podemos vivir sin móvil?

El uso del móvil se ha convertido en un hábito cotidiano para la mayoría de las personas. Esto supone el riesgo de caer en la adicción, una nueva patología denominada nomofobia. El miedo a salir de casa sin el teléfono encima,es su principal síntoma, así como mirar constantemente si existen notificaciones o actualizaciones.

Muchas personas alegan la necesidad de usar en el trabajo o en sus estudios. Consideran necesario este dispositivo para poder realizar bien sus tareas. Pero, ¿cuáles son los usos más frecuentes que las personas hacen del móvil?

Los más simples y comunes son las llamadas, mensajes, fotos, música, organización personal e internet. Algo que diariamente la mayoría de la sociedad lleva a cabo, sin dar importancia al tiempo que se emplea mirando la pantalla del smartphone.

Además, la evolución de los teléfonos, sistemas y tamaños han atraído mayores usos, cada vez más complejos, que permiten llevar a cabo más tareas. Esto supone que con el móvil se puedan hacer multitud de cosas. La ventaja es la facilidad que ofrece, pero la desventaja es el peligro del abuso.

La mayor capacidad de almacenaje permite llevar encima todo tipo de aplicaciones, cuentas, tareas o archivos, entre otros. Los avances ofrecen la posibilidad de realizar pagos y transferencias bancarias, una de las más recientes novedades, que se extiende rápidamente. O un seguimiento personal, contabilizando pasos, pulso cardíaco, vasos de agua diarios, ejercicios, dietas…

¿Uso correcto o adicción?

Estos avances que ofrece el teléfono móvil suponen un gran riesgo. La posibilidad de hacer cada vez más cosas con el dispositivo, puede generar un uso abusivo del mismo.

Tres estudiantes del último curso de Periodismo han llevado a cabo un trabajo metodológico, al que ha tenido acceso Confidencial Digital. Constatan que la mayoría de las personas desconoce la nueva enfermedad del siglo XXI, denominada nomofobia y caracterizada por el miedo a estar sin teléfono móvil.

El momento en el que las relaciones interpersonales se ven modificadas o afectadas como consecuencia del uso del móvil, muestra un claro síntoma de esta nueva enfermedad. Esto supone riesgos en el uso del dispositivo para trabajar, en el caso en el que releve las reuniones cara a cara o las conversaciones personales.

La costumbre a este aparato se convierte muchas veces en una necesidad. Eso suele degenerar en un mal uso, poca concentración en el trabajo o estudio, deterioro de la comunicación…

 

Pero… ¿podemos vivir sin móvil?

En menos de diez años, el uso de este dispositivo ha evolucionado. Se ha pasado de las llamadas telefónicas al uso del Whatsapp como principal forma de comunicación. Cada vez es más común ver por la calle a las personas con las cabezas gachas tecleando sin parar.

Varios estudios han demostrado que una persona normal mira o consulta su Smartphone una media de más de cien veces al día. Esto supone una importante dependencia. No solo se activa el teléfono cuando suena o vibra una notificación, sino que la incertidumbre lleva a desbloquearlo simplemente para saber si hay algo nuevo. Aunque muchas veces todo siga sin novedad.

Además, hoy en día, cada vez se compran  móviles a edades más tempranas. Muchos niños pequeños ya disponen de un Smartphone y muchos de ellos con acceso a internet. Esta generación nace y crece con la tecnología, lo que provoca una mayor dependencia y uso de los dispositivos de manera innata.

Antes de que esto sucediera, cuando una persona salía de casa y no se la encontraba al llamar por teléfono, se dejaba un mensaje en el contestador. Ahora eso parece impensable. La mayoría de las personas sienten la necesidad de estar en todo momento localizable, tanto ellos como sus conocidos o familiares.

Es verdad que esto resulta muy útil y beneficioso para muchos casos, pero no se debe sobrepasar la línea de la adicción. El terror de no estar localizable en algún momento.

Para ello, ya existen algunas técnicas. Por ejemplo, dejar encima de la mesa todos los smartphone cuando se juntan varios amigos, ‘perdiendo’ el primero que lo consulte. O dejar el teléfono apagado en los momentos de descanso. O tomar un día de ‘aislamiento’ disfrutando del resto de las cosas que se pueden perder si solo se está pendiente de la pantalla. 

El uso del teléfono en el trabajo

El smartphone se ha convertido en una parte más de nuestra mano. Cada vez son más los casos de personas que usan el móvil en el trabajo o en sus clases de estudio. Esto supone muchas veces una distracción que puede afectar al rendimiento.

En algunos oficios es necesario el dispositivo para estar disponible o para contactar con otros compañeros. Pero el problema supone cuando el uso que se hace del mismo no es estrictamente laboral.

Responsables del despacho CIVIC Abogados, afirmaron que no hay una regulación específica para el uso del móvil en el trabajo. La empresa tiene derecho a establecer su propio código de conducta.

Y, en algunos casos, tiene derecho al despido a consecuencia de un  uso abusivo para fines no laborales y tras varios avisos. Por lo que se debe tener esto muy en cuenta para ser conscientes del uso que se da al móvil y no exceder la línea de la adicción.

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