¿Se deben prohibir los 'escraches'?

¿Qué es el 'escrache'? ¿De dónde proviene el término? ¿Es legal o puede ser considerado como acoso? Son muchos los interrogantes que surgen ante la nueva 'moda' de protesta política que ha introducido la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Conozca las respuestas.

--¿Son legales? ¿Deben prohibirse?: los políticos que han sufrido lo tienen claro. No se trata de acciones cívicas, se trata de episodios de “acoso”. De hecho, el Gobierno ha instado a la Policía Nacional –a través de una instrucción- a que identifique a todo aquel que participe en un ‘escrache’ para que quede constancia de cara a una posible denuncia por el afectado. Una orden que los sindicatos policiales han tachado de “barbaridad”, asegurando que a los políticos “les va en el sueldo”. Mientras los expertos legales no se ponen de acuerdo en la legalidad o no de estas prácticas, ha sido la Audiencia Nacional la única que ha hablado claro. Según Eloy Velasco, magistrado de la AN que juzgó a los detenidos durante el 15-M por ‘acoso’ a los diputados catalanes, el “acoso organizado a cargos electos es un delito grave” que puede acarrear penas de prisión de hasta cinco años de cárcel. De momento, no se ha producido ninguna detención.

--Definición del término: ‘escrache’ o ‘escrachar’ son términos que no figuran en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, aunque sí están aceptados por la Academia Argentina de Letras, que incluye ambos términos en su Diccionario del Habla de los Argentinos. Originalmente, la palabra proviene del original italiano ‘scraccè’, utilizada como sinónimo de una fotografía del rostro, un retrato, que había salido mal. Salir ‘escrachado’ en una fotografía quería decir ‘salir feo’, retratar algo poco atractivo o incluso repulsivo. Incluso en las últimas décadas, el término se ha convertido en sinónimo de ‘partir la cara’. De ese juego de palabras, ‘retratar’ y ‘partir la cara’ –de forma simbólica- nace el fenómeno del ‘escrache’ orientado a la protesta popular frente al domicilio o lugar de trabajo de un político.

--El fenómeno llega a España a través de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. La campaña surgió durante el debate sobre la aceptación en el Congreso de la Iniciativa Legislativa Popular sobre la dación en pago. Esos días, la red social Twitter se llenó de mensajes como “#ILPoEscrache”: o la moción salía adelante o los seguidores de la plataforma se comprometían a ‘perseguir’ a los diputados que no apoyaran la ILP. El diputado ‘popular’ Esteban González Pons fue uno de los primeros en sufrir un ‘escrache’ en su domicilio, pero conforme pasan las semanas van convirtiéndose en habituales, casi diarios. “Que no se sientan cómodos en ningún lugar” es uno de los lemas de los organizadores, en referencia a los políticos que no apoyan su causa.

--Una práctica originaria de Sudamérica: si bien es Argentina donde más se ha popularizado este término, especialmente durante los años que estuvo Carlos Menem al frente del país, se pueden encontrar variantes en el resto del continente. En Chile se denominan ‘funas’ y en Perú ‘roches’.

--En qué consiste: un grupo de personas más o menos numeroso, con una vestimenta que permita distinguirles fácilmente como integrantes de un mismo grupo –camisetas del mismo color, pancartas o pegatinas-, se dirigen hacia el domicilio particular –o el lugar de trabajo- de la persona pública a la que se quiere ‘escrachear’. La acción no es espontánea, debe estar organizada previamente y se suele hacer llamamientos por parte de los organizadores para que no se sobrepasen los límites que ellos decidan. Una vez llegan hasta el lugar, las prácticas que llevan a cabo son muy diversas.

En España tan sólo se ha visto la versión de hacer ruido, colocar pancartas y pegatinas en la zona o gritar consignas, llegando incluso hasta la puerta última del domicilio. Pero en Argentina el abanico fue más amplio. Durante la época de ‘esplendor’ de esta técnica, se arrojaron huevos, frutas y hortalizas contras las ventanas, se realizaron representaciones de teatro satíricas e incluso se han registrado barbacoas multitudinarias frente al chalet de un político, como le ocurrió a Domingo Felipe Cavallo, ministro de Economía argentino.

 

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