¿De verdad se sigue en España la dieta mediterránea?

La gastronomía española tiene fama mundial de ser la abanderada de la dieta mediterránea, y ésta, a su vez, es garantía de nutrición saludable: el aceite de oliva como grasa natural, la abundancia de frutas y verduras y el consumo de pan y cereales son conocidos como la base de una alimentación adecuada. Pero, condicionados por un ritmo de vida vertiginoso y en su mayoría urbano, ¿los españoles seguimos realmente la dieta mediterránea?

 

 

Alimentos que forman la base de la dieta mediterránea
Alimentos que forman la base de la dieta mediterránea

Pocos alimentos han sido protagonistas de la portada de la revista Time. La primera ocasión tuvo lugar en 1984, cuando dos huevos fritos y una loncha de bacon hicieron las veces de caricatura de un angustiado individuo aquejado del exceso de grasas. Para el semanario norteamericano, se trató de la manera perfecta de informar del peligro para nuestras arterias de una ingesta exagerada de colesterol.

Casi veinte años antes, en enero de 1961, Time ya había dedicado un número al fisiólogo Ancel Keys, autor de varios libros de estilo de vida saludable y conocido como el padre de la dieta mediterránea. Este autor comparó la alimentación de los antiguos griegos con la de los norteamericanos del siglo XX y llegó a una conclusión: si bien es cierto que la base alimenticia de Platón y Aristóteles era más pobre, también lo es que su corazón estaba más sano y mucho más en forma que el del estadounidense medio.

Desde la década de los 60 y a raíz de los estudios de Keys, la dieta mediterránea ha experimentado una expansión considerable en todo el mundo, especialmente en los países nórdicos y anglosajones. Por ejemplo, la Universidad de Cambridge cuenta con una línea de investigación específicamente dedicada a este modelo nutricional y su último estudio, de 2016, asegura que alimentarse siguiendo sus pautas puede prevenir más de 20.000 muertes al año en Reino Unido.

Tanta es su fama que en 2010, la dieta mediterránea fue declarada patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco y existe una fundación dedicada en exclusiva a difundir sus beneficios, además de miles de libros de divulgación, traducidos a cerca de ochenta idiomas.

Está acreditado por miles de investigaciones científicas (sólo en España hay más de 4.000) que la dieta mediterránea reduce el riesgo de padecer afecciones cardiovasculares, enfermedades degenerativas y cáncer, y que contribuye, junto a otros factores, a alargar la esperanza de vida.

La inventamos… pero no la seguimos

Sin embargo, con toda la información que existe a favor de esta dieta y a pesar de que tiene su origen en países de la cuenca del mar Mediterráneo (Grecia, Italia, España y Marruecos), en realidad en nuestro país no tiene tantos seguidores.

Según dos estudios de la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad Estatal de Londres, el 12% de los españoles mayores de 18 años cumplen los requisitos de la dieta mediterránea con un nivel de seriedad alto, mientras que el 46% incorporan algunos elementos de este modelo nutricional con relativa frecuencia, normalmente en periodos estivales.

En concreto, más del 80% de los encuestados (una muestra de 12.000 personas) utilizan el aceite de oliva como principal grasa de adición y se muestra reacio a ingerir en exceso carnes procesadas o bebidas azucaradas. Sin embargo, menos del 20% de la muestra consume frutas, verduras y legumbres tres veces a la semana, que es la frecuencia deseable. Tampoco contribuye la gran cantidad de grasas y azúcares que añadimos a los vasos sanguíneos a través de las galletas, pasteles y miel que consumimos.

Además, según estos expertos, existen grupos de personas más vulnerables a alimentarse de manera poco sana. Se trata de los jóvenes de entre 20 y 35 años, los fumadores, los menos activos físicamente y aquellos con un bajo nivel de estudios, lo que podría dar lugar a diferencias de salud según la educación recibida. Curiosamente, la dieta mediterránea es más seguida por los hombres que por las mujeres.

 

Y no porque no sepamos qué es la dieta mediterránea. Los españoles de ambos sexos conocemos en qué consiste y cuáles son los hábitos de vida saludable, pero no los aplicamos a nuestra alimentación ni a nuestras rutinas diarias.

Un estilo de vida poco mediterráneo

Por el contrario, hemos adoptado un estilo más europeo u occidental: nuestra dieta es más bien rica en grasas saturadas, alimentos fritos (croquetas, rebozados, calamares, boquerones), bebidas azucaradas o carnes procesadas y en cambio es pobre en fruta y verdura, de las cuales el 70% de los casos estudiados consume una pieza o menos a la semana. A esto hay que añadir una escasa actividad física y un alto porcentaje de fumadores, en comparación con otros países.

Según reconocen varios dietistas consultados, las rutinas diarias son más estresantes para el organismo y han favorecido a su vez la adquisición de hábitos menos saludables: almorzar en pocos minutos y con ansiedad, el consumo de alimentos procesados o precocinados o el sedentarismo.

De hecho, la población anciana es en la que menos riesgo existe de alimentarse de manera poco sana, ya que tienen pocas posibilidades de cocinar y almorzar fuera del propio hogar. En cambio, laslimitaciones de horario laboral contribuyen a que los españoles jóvenes y de mediana edad tengan una dieta menos saludable.

Decálogo de la dieta mediterránea

Según la fundación Dieta Mediterránea, éstos son los diez mandamientos a seguir para lograr una alimentación sana:

  1. Utilizar aceite de oliva como principal grasa de adición

  2. Consumir alimentos de origen vegetal en abundancia: frutasverduraslegumbres,champiñones y frutos secos

  3. El pan y los alimentos procedentes de cereales (pasta, arroz y especialmente sus productos integrales) deberían formar parte de la dieta diaria

  4. Los alimentos poco procesados, frescos y de temporada son los más adecuados

  5. Consumir diariamente productos lácteos, principalmente yogurt y quesos

  6. La carne roja se tendría que consumir con moderación y si puede ser como parte de guisos y otras recetas. Y las carnes procesadas en cantidades pequeñas y como ingredientes de bocadillos y platos

  7. Consumir pescado en abundancia y huevos con moderación

  8. La fruta fresca tendría que ser el postre habitual. Las dulces y pasteles deberían consumirse ocasionalmente

  9. El agua es la bebida por excelencia en el Mediterráneo. El vino debe tomarse con moderación y durante las comidas

  10. Realizar actividad física todos los días.

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