Fernando Valderrama, el diplomático que plantó cara a Ana Palacio, ultima su llegada a Uruguay como embajador

Rara vez un diplomático alcanza la notoriedad que obtuvo Fernando Valderrama cuando, tras alegar razones de conciencia, abandonó su puesto de encargado de negocios en Irak. Desde entonces, el funcionario ha pleiteado y causado vivas polémicas, hasta su nombramiento como embajador en Uruguay.

Rara vez un diplomático alcanza la notoriedad que obtuvo Fernando Valderrama cuando, tras alegar razones de conciencia, abandonó su puesto de encargado de negocios en Irak. Desde entonces, el funcionario ha pleiteado y causado vivas polémicas, hasta su nombramiento como embajador en Uruguay. No faltará quien lea esta disposición del gobierno socialista como un premio a los servicios prestados en la tarea de socavar los presupuestos ideológicos que, de cara a la guerra de Irak, mantenía el Partido Popular. En cualquier caso, parece que a Fernando Valderrama ya le había llegado la hora de ser embajador: no en vano, su puesto de encargado de negocios en Bagdad era un puesto tan cotizado como difícil.

La diplomacia es también un código de simbolismos de indudable importancia, por lo que España, al igual que muchos otros países, decidió en su día no tener embajador en Irak, si bien se mantuvo a un encargado de negocios que, en la práctica, acometía las funciones del embajador. Valderrama desempeñó esta tarea hasta que decidió renunciar, por motivos ideológicos, a su puesto.

El diplomático tuvo enfrentamientos públicos con Ana Palacio, que finalmente hubieron de resolverse en los juzgados. En nuestro servicio exterior, las opiniones en torno al caso han sido muy dispares, aunque los comentarios escuchados por ECD coinciden en señalar que, por muy respetables que fueran los motivos alegados por Valderrama, este no debía haber sucumbido a la tentación mediática tal y como hizo. Otros contactos mantenidos por nuestra redacción apuntan que Valderrama recibió muchas adhesiones de gente que, después, era muy crítica con él a sus espaldas.

La llegada del nuevo gobierno le ha permitido a Valderrama, cesante hasta entonces, incorporarse como embajador a Uruguay. Quienes ven en esto una recompensa del PSOE alegan que, por lo general, las primeras embajadas suelen ser en países menos importantes que el nuevo destino de Valderrama: quien estrena cargo de embajador, normalmente, lo hace en países subsaharianos o centroamericanos. (30-07-2004)

 

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