El día que Villarejo regaló la ropa de su celda y salió con un carro cargado de documentos

Crónica de las últimas horas de euforia del comisario en prisión y de su despedida

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El comisario José Manuel Villarejo a su salida de la prisión de Estremera

El comisario José Manuel Villarejo salió de la cárcel este miércoles 3 de marzo después de que el juez de la Audiencia Nacional tomara la decisión de no prolongar más la prisión provisional. Con boina, parche y mascarilla negra, se acercó a decenas de micrófonos para decir las primeras de todas las palabras que está deseando explicar ahora en libertad. Mientras, detrás de él dos internos ayudaban a su mujer a subir al coche decenas de bolsas con libros y documentos. 

Algo después de las 18:30 de la tarde las puertas del centro penitenciario de Estremera se abrieron y decenas de cámaras captaron la imagen de dos personas llevando un gran carro de metal, seguidos de uno de los jefes de servicio de la prisión, un funcionario, el abogado Antonio García Cabrera y el comisario Villarejo. Gema Alcalá, la mujer del comisario, después de abrazarle abrió el maletero del Range Rover negro con el que había ido a buscarle mientras Villarejo se acercaba a la prensa. 

Durante los casi cuatro años que ha estado en prisión provisional -desde noviembre de 2017- el comisario ha ido acumulando libros y todo tipo de documentos que ella le enviaba en los dos paquetes mensuales que la prisión permite. En su celda del módulo especial para Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Villarejo se pasaba la mayor parte del tiempo leyendo. Algunas novelas históricas, pero la mayoría eran memorias de políticos, ensayos y muchos documentos. 

“Lleva un armario, el hijo puta”, se escuchó de uno de los que presenciaba su salida de la cárcel. Las imágenes muestran cómo dos internos, de los que se conocen como ‘ordenanzas’ comienzan a meter en el maletero del coche bolsas y bolsas de plástico de color negro. La mayoría, todo ese material que había ido guardando, el resto de pertenencias las dejó en la celda, según explican fuentes. 

Es una práctica habitual de muchos presos. Al salir dejan la mayor parte de su ropa para que se la repartan entre los demás internos que sí se quedan. Así lo hizo también el exconsejero madrileño, Francisco Granados, cuando salió de la misma cárcel en 2018 o, por ejemplo, el expresidente del FC Barcelona Sandro Rosell que cuando se marchó de Soto del Real dejó gran parte de su ropa deportiva a los compañeros, como ha relatado en varias entrevistas. 

Sus últimas horas de euforia 

La decisión fue muy rápida. La Fiscalía Anticorrupción pidió por la mañana al juez de la causa ‘Tandem’, Manuel García Castellón, la libertad del comisario y a medio día este ya la había concedido. En el momento en el que Villarejo se enteró, fuentes penitenciarias, reconocen que no podía ocultar su alegría. 

Pasó un tiempo con su abogado esperando para poder salir y agradeciendo a los funcionarios la labor de estos tres años y cuatro meses. En sus declaraciones a la prensa reiteró este punto: “Confío en que a partir de ahora pueda defenderme que es la única razón por la que me han tenido aquí preso para que no hablara. Tengo que agradecerle muchísimo a los funcionarios de prisiones, la inmensa mayoría, y por supuesto a los compañeros de la Guardia Civil”

El comisario ha tenido varios incidentes dentro de la cárcel. Ha denunciado en varias ocasiones registros en su celda con desnudos integrales, incluido el registro que se le hizo junto a la Fiscalía Anticorrupción y que motivó a la apertura de la pieza número 28 de la causa en la Audiencia Nacional para investigar si estaba mercadeando con información desde su celda. 

En sus declaraciones, no tuvo el mismo tono para el director de la cárcel de quien dijo que era un “can cerbero”-perro de tres cabezas en la mitología griega- que había “servido a las órdenes políticas”. La relación de Villarejo con la dirección del centro es complicada e incluye episodios como el que contó Confidencial Digital del intento de grabar sus comunicaciones con el abogado Miguel Durán. 

 

Un parche a modo de pirata 

Pocas instantáneas hay de él sin una boina. Durante la tarde, hubo bromas entre los trabajadores sobre si Villarejo se pondría o no este tipo de gorro para su salida porque, según fuentes penitenciarias, no la usa en el interior de la cárcel.  

Y en efecto, así fue. Boina y parche como si de una alegoría se tratara el comisario parecía un pirata. Llevaba el ojo izquierdo tapado debido al último problema de salud que él mismo calificó de ictus que le ha dejado “un poco inutilizado el ojo”, pero le ha “acelerado las neuronas”.

Villarejo negó que fuera a huir, en contra de lo que dice el informe de la Fiscalía Anticorrupción, y dejó frases como “las cloacas no generan mierda, la limpian”. Con un “acuérdense: presunto, presunto”, el comisario se despidió y se subió en el Range Rover que ya cargado de todos sus documentos se dirigió a su casa en Boadilla del Monte por primera vez en más de tres años. Ahora el tribunal de la Audiencia Nacional tendrá que decidir a partir de diciembre si Villarejo vuelve a pisar algún día de nuevo su celda. 

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