Qué está investigando personalmente el director del CNI, Félix Sanz Roldán

El director del Centro Nacional de Inteligencia, Félix Sanz Roldán, tiene una afición personal en materia de investigación: la vida y muerte del padre Huidobro, del que en la carretera de La Coruña, en la llamada Cuesta de las Perdices, hay un monolito conmemorativo de su fallecimiento. A la Cuesta de las Perdices da precisamente la entrada principal del CNI.

Le cuentan a El Chivato que el director piensa que su despacho, en el edificio central de la sede del Centro, se sitúa exactamente en el lugar en el que el sacerdote jesuita cayó herido, en los inicios de la guerra civil española, unas heridas que le causaron la muerte.

Hay también otro motivo: la afición de Sanz Roldán a asuntos de la Legión, ya que el padre Huidobro era precisamente capellán de la Legión. Personas de su entorno afirman que el director es “persona cultivada y aficionado a la historia”.

Por cierto que la figura del sacerdote se ha puesto de alguna manera de actualidad, como parte de la polémica por el contenido del ‘Diccionario Biográfico Español’ que ha elaborado la Real Academia de la Historia.

El padre Fernando Huidobro y Polanco, nacido en 1903, se incorporó a la IV Bandera de la Legión en 1936, en la columna Castejón, con la que avanzó hasta las puertas de Madrid, donde murió en abril de 1937.

Según Hilari Raguer (Madrid, 1928), historiador y sacerdote en el monasterio de Montserrat, en su libro ‘El combate por la Historia (Editorial Pasado & Presente)’, Huidobro fue testigo de las matanzas de la conocida “columna de la muerte” y redactó un escrito titulado “Sobre la aplicación de la pena de muerte en las actuales circunstancias. Normas de conciencia”, en el que afirmaba que “rematar al que arroja las armas o se rinde es siempre un acto criminal”.

Lo envió a las autoridades militares, e incluso a Franco, y añadió otro donde denunciaba los excesos cometidos. Huidobro creía que las matanzas las ejecutaban unos “locos”, pero, según Raguer, las realizaban “unos legionarios muy disciplinados que cumplían fríamente las instrucciones recibidas, programadas de antemano por el ‘Director’ del Movimiento, el general Mola, y asumidas por Franco, Varela, Yagüe, Castejón y todos los jefes de las columnas”.

Y añade Raguer que, en contra de la versión de que el padre Huidobro murió en el frente de Madrid a causa de un obús ruso, “voces autorizadas aseguran que el proyectil que acabó con su vida procedía de alguien de la Legión, que debió sentirse amenazado por sus denuncias”. Mientras se le dio muerto por un obús ruso, se tramitó la beatificación como mártir, pero al saberse que fue víctima del fuego amigo la causa se detuvo.

El “Diccionario Biográfico Histórico” incluye la biografía de Huidobro, a cargo de José Martín Brocos, profesor de Filosofía y Moral de la Universidad San Pablo CEU, quien escribe que “fue herido en la Casa de Campo al proteger con su cuerpo, por un lugar expuesto, el traslado de unos heridos”. E insiste en que “un proyectil ruso 12’40 reventó el hospital de campaña de la cuesta de las Perdices y le causó la muerte”. Cada año, la Legión lleva flores al monumento de la Cuesta de las Perdices.

 

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