El Ejercicio y su impacto en la prevención de enfermedades

Hoy, 6 de Abril, es el día internacional del Deporte, por lo que es una oportunidad para volver a recordar los innumerables beneficios que aporta el deporte a toda nuestra salud, tanto física como mental. 

Y es que no somos del todo conscientes de lo que sucede en nuestro organismo cada vez que decidimos movernos un poco y hacer ejercicio. Cuándo realizamos actividad física ponemos en marcha una serie de mecanismos en nuestro cuerpo que nos proporcionan beneficios agudos (cuando realizamos actividad esporádicamente) y beneficios crónicos, cuando lo realizamos con regularidad, y estos beneficios de los que os hablo acaban convirtiéndose en adaptaciones crónicas, es decir, hacemos que nuestro cuerpo cambie y se adapte a mejor, que se haga más eficiente y saludable.

¿Qué quiero decir con todo esto? Para que me entendáis mejor, tanto si haces deporte muy esporádicamente como si lo haces de manera regular, el ejercicio es un regulador de la sensibilidad a la insulina y del metabolismo no solo a nivel muscular sino a nivel de muchos otros tejidos y sistemas en nuestro cuerpo. ¿Por qué y cómo? Porque estas adaptaciones de las que os he hablado no suceden porque sí, sino que se dan por la activación de diferentes vías de señalización en cada tejido y también a través de una red de comunicación entre una gran variedad de moléculas, hormonas, citocinas, cambios en el sustrato de energía y del flujo sanguíneo.

Una actividad física regular ayuda a reducir los riesgos de desarrollar exceso de peso, complicaciones metabólicas y multitud de enfermedades asociadas que ponen en serio riesgo nuestra salud y al sistema de salud en general, porque al final destinamos más tiempo y medios sanitarios a tratar enfermedades que se podrían haber evitado con un estilo de vida activo y una alimentación saludable.

De hecho, es tan importante el impacto del deporte en nuestro cuerpo que la comunidad médica y científica reconoce los poderosos efectos del ejercicio en la prevención y el tratamiento de las enfermedades metabólicas, incluso demostrando ser más beneficiosos que algunos agentes farmacológicos de bajo rendimiento. La actividad física desencadena la estimulación de eventos positivos para nuestra salud, tales como un mejor control del peso, una mejor densidad mineral ósea, una mejor frecuencia cardiaca, disminución de la gravedad de enfermedades cardiovasculares, prevención y tratamiento para afecciones psicológicas (como depresión y ansiedad), menor riesgo de padecer algunos tipos de cáncer, menos probabilidad de padecer demencia en edad geriátrica, promueve también la mejora y el mantenimiento de fuerza, la movilidad y toda nuestra salud en general.

¿Tan malo es tener una vida sendentaria?

No solo eso, sino que la inactividad impulsa hoy en día el aumento de tasas epidémicas de enfermedades metabólicas en todo el mundo. Ya has leído todo lo que consigue el movernos con frecuencia, no hacerlo conlleva todo lo contrario.

Nuestro cuerpo esta hecho para moverse, nuestro músculos necesitan actividad, de hecho las adaptaciones del sistema musculo-esquelético al ejercicio son importantes y con un gran impacto positivo, porque detrás del movimiento muscular hay una cooperación de varios tejidos y sistemas en nuestro cuerpo que apoyan y mejoran ese trabajo muscular.

Durante el ejercicio, el músculo esquelético utiliza las reservas de glucógeno muscular y la glucosa en plasma circulante como fuentes de combustible. Las contracciones musculares, incluso a baja intensidad, activan la eliminación y absorción de glucosa a través de mecanismos dependientes e independientes de insulina, optimizando la oxidación y el almacenamiento de glucosa. Cuando realizamos ejercicio de manera regular aumentamos aún más la capacidad oxidativa del músculo esquelético y la capacidad de hacer más eficiente la utilización de glucosa en general, es decir, mejoramos el metabolismo hepático.

¿El metabolismo hepático?

Así es, durante períodos cortos de actividad (lo que produciría efectos agudos) y ejercicio de alta intensidad, los músculos dependen predominantemente de depósitos intramusculares de glucosa y en menor medida también de los depósitos de grasa. Pero cuando se mantiene el ejercicio (efecto cónico) de manera regular en el tiempo, se requiere un mayor suministro de sustratos para utilizarlos como combustible que ya no solo van a provenir del sistema muscular sino, también de sistemas externos a él.

En un estudio reciente se ha identificado una sustancia llamada ejercicioina que es producida por la contracción del músculo esquelético y que se dirige al tejido adiposo para promover la lipólisis (uso de grasa como combustible), es decir a través de su efecto sobre la grasa, el ejercicio puede modular indirectamente los niveles de leptina y adiponectina, las dos adipocinas mejor estudiadas, asociadas con la regulación del hambre y con el tejido graso.

En conclusión, las adaptaciones de nuestro cuerpo inducidas por la actividad física concluyen a un poderoso impacto modificador de la enfermedad.

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Médico general especializado en Medicina deportiva y Nutrición.

Actualmente formándome también en Medicina Estética y Anti-envejecimiento.

Pongo a tu disposición asesoramiento, tratamientos y temas de actualidad en medicina general, medicina deportiva, nutrición y medicina estética. Programas de pérdida de peso y entrenamientos personalizados, con asesoramiento diario y consultas semanales. Tu salud es importante para mí, mejorarla y protegerla es mi vocación. Por eso sigo formándome y actualizándome cada día para ofrecerte la atención médica de vanguardia e incluir los mejores y últimos tratamientos. ¡Juntos lograremos alcanzar tus objetivos!