Ayudaron a tres discapacitados a alcanzar una cima de 6.000 metros en Alaska. El relato de la aventura de dos alpinistas del Grupo Militar de Alta Montaña

Dos militares pertenecientes al Grupo Militar de Alta Montaña (GMAM) han sido protagonistas de una historia de superación personal en tierras de Alaska. Ambos ayudaron a tres alpinistas con discapacidad física a encumbrar el pico McKinley. No es la primera vez que el Ejército colabora en este tipo de iniciativas. Conozca el relato de su aventura.

Los montañeros con discapacidad son Valentín Ruíz y Miguel Ángel Gavilán –a ambos les falta uno de los brazos- y Ricardo García, que tan sólo tiene un quince por ciento de visión. Pertenecen al grupo ‘Montaña sin Barreras’, que se ha propuesto como reto que alpinistas con discapacidad escalen los montes más altos de los cinco continentes. Con el McKinley, de 6.194 metros, ya han culminado el desafío de América del Norte.

Los dos militares que participaron en esta proeza fueron el capitán Barba y el suboficial mayor Arceredillo. Ambos sirvieron de guía a la expedición, que logró hacer cima el pasado 30 de mayo. Fue, según ambos, una experiencia “fructífera y desafiante”.

 

El GMAM lleva años realizando estas actividades dentro de su programa de colaboraciones con asociaciones de montañero. En ocasiones anteriores, ya logró alcanzar cimas tan relevantes como el pico Elbrust -el más alto del continente europeo-, el Aconcagua y el volcán Ojos del Salado.

El equipo partió hacia Alaska el pasado 15 de mayo. Tras un par de jornadas de duro ascenso, la expedición alcanzó el campamento IV, establecido a más de 4.300 metros de altitud, una altura considerable en la que la falta de oxígeno comienza a sentirse en los pulmones. La expedición descansó dos días antes de lanzarse a por el siguiente campamento base.

Una vez llegado al último refugio, a unos 5.200 metros, los guías decidieron que se alcanzaría la cima al día siguiente. Pero fue imposible al complicarse considerablemente las condiciones meteorológicas. No se querían correr riesgos innecesarios.

Tres días más tarde, y tras doce horas de ascenso ininterrumpido, la expedición conseguía alcanzar la cima del McKinley, donde sus integrantes fotografiaron el momento y descansaron para coger fuerzas para el descenso. En estos momentos, el grupo ya prepara su siguiente reto.

 

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