Defensa pierde la pista de las armas robadas en Badajoz. La investigación llegó hasta Portugal y allí se perdió el rastro

La investigación sobre el robo de 30 armas en una base militar de Badajoz, con presuntos cómplices en el interior, ha quedado estancada. Los investigadores pierden la pista de la banda responsable en Portugal.

Las pesquisas no han podido avanzar más, según ha sabido El Confidencial Digital de fuentes militares involucradas en la investigación. Están “en punto muerto, y de momento, nada parece indicar que cambie esta situación” aseguran estas voces.

Los hechos que dieron origen a la investigación tuvieron lugar el 27 de febrero de 2011. En torno a las 22:30, se disparó la alarma del perímetro interior de la Base General de Menacho (Botóa, Badajoz). A las 00:30 horas, las alarmas del armero del Regimiento Castilla XVI comenzaron a sonar.

Cuando los militares que aquella noche se encontraban a cargo de la seguridad de la base acudieron al armero, se encontraron con que habían sido sustraídos 20 fusiles HK G36 –arma reglamentaria militar española- y 10 pistolas Llama.

El escándalo se agravó aún más cuando los propios militares denunciaron la precaria situación en la que se encontraban los sistemas de seguridad de la Base. Alarmas que no funcionaban bien, algunas de las 44 cámaras no apuntaban a donde debían…

Apenas diez días después, la ministra de Defensa Carme Chacón anunciaba ante el Senado la detención de cuatro militares de la base: el sargento que actuaban de comandante del servicio de guardia, el soldado a cargo de las cámaras del centro de control, y los dos militares que patrullaban la base aquella noche. Se les acusó de “actuación negligente”. Pero faltaba cerrar el cerco sobre el presunto o presuntos cómplices militares del robo. Y los investigadores buscaban un perfil concreto.

La pista portuguesa

Las primeras pistas apuntaron a que los culpables del robo pertenecían a una banda de delincuentes “bien preparados”, procedentes de América Latina –posiblemente Colombia-. Ese podría haber sido el destino de las armas, según los investigadores.

Sin embargo, en las pesquisas de la Guardia Civil y del Ejército de Tierra se cruzó rápidamente una pista importante procedente de Sintra, al norte de Lisboa, donde apenas dos meses antes se había producido un robo muy similar.

El Serviço de Informações de Segurança trasladó a los militares españoles todos los detalles del robo en Sintra. El ‘modus operandi’ resultaba muy similar al que los delincuentes habían utilizado en Botóa. Y apuntaban que los ladrones habrían cruzado a Portugal a través del paso fronterizo de Caya, con destino a alguna localidad costera del Algarve, donde las armas podrían haber sido vendidas a otro grupo o trasladadas directamente a algún país de Latinoamérica.

 

Sin embargo, las pistas terminan ahí. Los investigadores no han podido “avanzar mucho más”, aseguran a ECD fuentes militares cercanas al asunto. La única evidencia que han dejado los ladrones fue una huella nítida en el armero de Botóa. Pero la identificación de ella fue infrutuosa: no coincidió con ningún delincuente ‘fichado’.

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