El proyecto acumula 400 millones de euros de sobrecoste

Directivos de Navantia critican que no haya habido ceses por el fiasco del submarino S-80

Solamente se produjo la salida del consejero delegado pero por la “presión” de la SEPI por no conseguir contratos en el extranjero

Prototipo del submarino S-80 de la Armada.
Submarino S-80 de la Armada.

El secretario de Estado de Defensa, Pedro Argüelles, confirmó hace un par de meses que el primero de los submarinos S-80, que sufría un grave defecto de diseño traducido en más toneladas de peso de las esperadas, estaría listo para ser entregado a la Armada en 2018.


Admitía, además, que los problemas de sobrepeso ya se habían arreglado gracias, en parte, a los 759 millones de euros extra inyectados por el Gobierno al programa S-80. Según ha sabido ECD de fuentes de Navantia, las conclusiones del estudio elaborado por la consultora estadounidense Electric Boat han sido determinantes para reparar los fallos. La firma confía en cumplir el calendario previsto por Defensa, y que en 2018 sea el año de estreno de los buques de la serie ‘Isaac Peral’.

Sin embargo, ECD se ha hecho eco del malestar existente entre la plantilla y en parte de la dirección de Navantia –y también en algunos círculos de la Armada española- al considerar que no se han “depurado responsabilidades” ante una “cuestión de extrema gravedad para la operatividad militar de España y para la imagen internacional de la industria armamentística española”, asumen varias fuentes extraoficiales de la compañía.

Tal y como alegan, “no ha habido ceses ni dimisiones relacionadas con el proyecto, los responsables que firmaron planos defectuosos continúan al frente del proyecto” aseguran.

Sin embargo, sí se produjo una dimisión, concretamente la del Jaime de Rábago, consejero delegado de Navantia, que anunció en verano de 2013 su intención de dejar la empresa alegando “motivos personales”.

Pero en la compañía se relaciona ese cese con la “escasa proyección internacional” que estaba logrando Navantia en su búsqueda de contratos en el extranjero –y no con el asunto del S-80-, lo que obligaba al Gobierno a considerar el encargo de nuevas unidades para la Armada española.

Por otra parte, se han producido “algunos cambios” en ciertos departamentos de ingeniería que trabajaron intensamente en el proyecto del S-80. Se trata, explican estas voces, de “cambios de despachos” pero no de una verdadera “depuración de responsabilidades”.


 

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