Niega que tenga autoridad para valorar méritos profesionales

El teniente general Pitarch carga contra la Subsecretaria de Defensa por rechazar un ascenso honorífico

Antonio Moya, teniente coronel, de 83 años, tiene dos Cruces Rojas al Mérito Militar y ha solicitado ascender a coronel honorífico en cumplimiento de la ley

El teniente general Pitarch.
El teniente general Pitarch.

El teniente general retirado Pedro Pitarch se ha convertido en la punta de lanza de un malestar militar contra la Subsecretaria de Defensa, Irene Domínguez-Alcahud, que ha denegado el ascenso honorífico al teniente coronel Antonio Moya, a pesar de contar en su haber dos Cruces Rojas al Mérito Militar. Los organismos más importantes del Ejército de Tierra están a favor.

El teniente coronel Antonio Moya, de 83 años, es uno de esos militares a los que el valor se le reconoce, no se le supone. Tiene una larga carrera en el Ejército, donde comenzó como soldado en 1951 y que le llevó hasta su actual grado tras ascender poco a poco, jubilándose en 1997. Para conseguirlo, siendo ya un hombre maduro, tuvo incluso que integrarse en la XXIII promoción de la Academia General Militar, lo que le obligó a estudiar internado durante cuatro años, como el resto de sus jóvenes compañeros.

La diferencia es que tiene dos Cruces Rojas al Mérito Militar ganadas, según relata Pitarch, “en el África Occidental español, encuadrado en las legendarias unidades nómadas, en operaciones contra las bandas irregulares armadas que, tras la independencia de Marruecos en 1956, no quisieron encuadrarse en el nuevo Ejército Real Marroquí”. El mérito especial de Moya reside en que ganó las condecoraciones siendo clase de tropa la primera y suboficial la segunda.

A pesar de su edad, Moya mantiene la ilusión por su carrera y desea obtener el grado de coronel honorífico, algo a lo que la ley y casos anteriores muestran que tiene derecho. Por eso, hace un año envió una instancia al general Jefe del Estado Mayor del Ejército. Se abrió un expediente, una junta especializada analizó el caso y, al ver que cumplía ampliamente, con los requisitos informó favorablemente. Posteriormente, el Consejo Superior del Ejército también lo valoró positivamente, lo que llevó al jefe del Ejército a elevar la propuesta al ministerio de Defensa.

El siguiente paso tendría que haber sido su aprobación y elevación al Consejo de Ministros, con la explicación añadida de los empleos honoríficos no llevan aparejado aumento de sueldo de ningún tipo.

Sin embargo, el expediente llegó al despacho de la subsecretaria de Defensa, Irene Domínguez-Alcahud, que decidió pararlo por considerar que no debía concederlos a quien a pesar de los méritos continuó en servicio activo. Una interpretación que el teniente general Pitarch considera “inaudita, caprichosa y payasa… ¡Qué lamentable confusión de la subsecretaria de Defensa entre lo administrativo y lo moral!”.

Como número uno de la promoción a la que pertenece Moya, Pitarch sentencia: “Yo niego a la Subsecretaria autoridad moral o técnica algunas, para infravalorar los méritos profesionales de un teniente coronel retirado que, a juicio de su Ejército, reúne méritos excepcionales para, de acuerdo con la ley, aspirar a un ascenso de carácter honorífico a coronel”.

Y concluye: “También repruebo la falta de sensibilidad y de respeto de esta dama hacia el teniente coronel Moya por no contestar, en el sentido que sea, a su razonada y a todas luces fundamentada petición. ¿Es que a ella no le parece mérito excepcional, como dice la ley, el lucir en el pecho no una sino dos cruces rojas?”.

 

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