La Armada empezó a investigar las mezclas de aire que se usan en buceo un mes antes de los dos últimos accidentes mortales

Dos militares fallecieron el mismo día de octubre en ejercicios de inmersión en Huesca y Cartagena. Se está analizando la respuesta fisiológica en entornos de presión elevados

Buzo de la Armada (Foto: Armada Española).
Buzo de la Armada (Foto: Armada Española).

Las prácticas de buceo en el Ejército de Tierra se tiñeron de luto el pasado 16 de octubre. Ese día falleció el cabo Andrés Martín Pérez, del Regimiento de Ingenieros nº 1 de Burgos, cuando se ejercitaba en buceo en Cartagena.

El mismo día, el Ejército de Tierra confirmó la muerte del sargento Mario Quirós Ruiz (del Regimiento de Ingenieros nº 8 de Melilla), que había desaparecido mientras hacía el curso de buceador de asalto en el pantano de El Grado, en la provincia de Huesca.

Justo semanas antes de estos dos accidentes mortales en ejercicios militares de buceo, dio comienzo una investigación de varias instancias de las Fuerzas Armadas para intentar evitar incidentes de buceadores.

En la investigación participan los tres ejércitos. Hay dos profesores del Centro Universitario de la Defensa (CUD) de Zaragoza, ligado a la Academia General Militar en la que estudian los futuros oficiales del Ejército de Tierra; un profesor del Centro Universitario de la Defensa (CUD) de San Javier (Murcia), es decir, que imparte clases a los cadetes de la Academia General del Aire; y personal y medios de la Armada.

Los profesores María Dolores Peláez y Juan Ramón Bolea (de la academia de Zaragoza) y Germán Rodríguez (de la academia de San Javier) se desplazaron en septiembre al Centro de Buceo de la Armada, que se encuentra en Cartagena.

La Armada puso a disposición de esta investigación cinco buceadores: tres del propio Centro de Buceo de la Armada, y dos del Buque de Salvamento y Rescate ‘Neptuno’.

La investigación va dirigida a la prevención de los accidentes de los buceadores durante la inmersión. Los buzos de la Armada seleccionados realizaron inmersiones en “complejo hiperbárico”, en un tanque húmedo presurizable, y también en el mar, en las proximidades del Centro de Buceo de la Armada, en Cartagena.

Los buzos militares bajaron hasta 40 metros, usando aire comprimido y traje húmedo.

Además, utilizaron un dispositivo (denominado ‘Nautilus’, como el submarino de la novela de Julio Verne y como varios buques de la Armada española) que se ha diseñado para registrar varias señales biomédicas de un buzo: la señal cardíaca, la electromiográfica de los músculos de la espalda, y la fotopletismográfica periférica, que permite determinar la variación del volumen de sangre en capilares externoso.

 

El dispositivo ‘Nautilus’ es capaz de soportar hasta 11 atmósferas de presión.

Esta fue la primera fase de la investigación de los profesores de los centros universitarios de la Defensa del Ejército de Tierra y del Ejército del Aire. La siguiente fase consistirá en analizar las mezclas de gases que utiliza la Armada para las inmersiones submarinas.

Los buzos que se sumergen a determinadas profundidades y durante cierto tiempo van equipados con bombonas que les proporcionan el aire necesario para respirar. En buceo se utilizan mezclas con distintas proporciones de oxígeno y nitrógeno, e incluso de helio.

En esta investigación conjunta de los ejércitos y la Armada, se analizarán “las distintas mezclas operativas para el buceo vigentes en la Armada con los rangos de profundidad correspondientes”.

El objetivo de los responsables del experimento es conocer “la respuesta fisiológica del buceador tanto en entornos de presión elevados como el uso de mezclas gaseosas distintas al aire”.

De esta forma, se pretende determinar “los riesgos existentes para evitar posibles accidentes”. En el pasado, algunos accidentes mortales en ejercicios de buceo en las Fuerzas Armadas se debieron a que a los buzos se les suministró una mezcla de gases incorrecta.

En los buzos que realizan inmersiones a ciertas profundidades se da en ocasiones lo que se conoce como “narcosis de nitrógeno”. Los buzos se desorientan, en ocasiones sufren mareos y alucinaciones, se vuelven más temerarios... factores todos ellos que pueden conducir a un accidente mortal.

Aunque en principio el buceo es una actividad más propia de la Armada, lo cierto es que personal del Ejército de Tierra y del Ejército del Aire también se adiestran en esta capacidad. Especialmente las unidades de operaciones especiales, como el Mando de Operaciones Especiales (MOE) del Ejército de Tierra y el Escuadrón de Zapadores Paracaidistas (EZAPAC) del Ejército del Aire, se forma en buceo de combate.

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