Un ex alto mando del CIFAS pide al rey que active al Ejército frente al independentismo en Cataluña

El coronel en la reserva Javier Blasco sostiene que debe actuar en caso de que el Gobierno de Pedro Sánchez ponga “en peligro la unidad e integridad de la Patria”

La Legión en el desfile 12 octubre 2018. Álvaro García Fuentes (@alvarogafu)
La Legión en el desfile 12 octubre 2018. Álvaro García Fuentes (@alvarogafu)

Salvo muy pocos casos aislados, los sucesivos gobiernos de España han conseguido mantener tranquilos a los militares durante los momentos más tensos del proceso independentista en Cataluña. Atrás quedó la polémica del teniente general Mena y sus palabras a cuenta de la reforma del Estatuto de Autonomía de 2006, que le costaron ocho días de arresto domiciliario.

De hecho, el Ejecutivo de Mariano Rajoy, después del del referéndum ilegal de independencia del 1 de octubre de 2017, trasladó de forma discreta a los altos mandos de los tres ejércitos su satisfacción porque en esos días y semanas de alto voltaje no se hubieran producido salidas de tono de militares que pudieran expresar que era necesaria una intervención de las Fuerzas Armadas en Cataluña para evitar la secesión.

Sin embargo, Confidencial Digital ha podido constatar que recientemente se ha difundido un escrito de un militar en la reserva que va más allá de las apelaciones genéricas de que las Fuerzas Armadas tienen como misión defender la Constitución y la integridad territorial de España.

El artículo lo ha difundido la Asociación de Militares Españoles (AME). Lo firma Javier Blasco: se trata de un coronel del Ejército de Tierra que ya se encuentra retirado y que, entre otros destinos, llegó a ser director adjunto del Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (CIFAS) entre 2008 y 2013.

Si el Gobierno pone “en peligro la unidad de la Patria”...

El artículo del coronel Blasco lleva por título “Ruidos de sables o poner el bastón sobre la mesa”. Comienza reflexionando sobre ese concepto, “ruido de sables”, que durante casi dos siglos expresó el malestar de los militares españoles ante la evolución política y su disposición a intervenir mediante pronunciamientos o golpes de Estado.

Este coronel retirado escribe que “los militares, y máxime en un país democrático, deben basar sus actuaciones en una serie de principios, valores y obligaciones que se encuadran en unas normas de vida dentro de la legalidad, la disciplina, la profesionalidad, la obediencia debida sin saltarse la Ley, el respeto a la Constitución y su innegable amor a la Patria cuya unidad e integridad están obligados a defender, hasta la última gota de su sangre”.

En esta posición de actuar dentro de la legalidad y al mismo tiempo garantizar la unidad de España, el coronel Javier Blasco introduce el “desasosiego generalizado” que, a su juicio, estarían provocando entre los españoles y especialmente entre los militares los “extraños movimientos políticos” que está llevando a cabo Pedro Sánchez “desde que alcanzó la presidencia del gobierno y es mantenido e intervenido en la misma gracias a una, como mínimo extraña, moción de censura urdida y poyada por partidos legales pero de corte populista, nacionalista, independentista, separatista y filo terrorista”.

Y se pone “en el hipotético caso de que fuera el propio Gobierno el que por alguna de sus acciones u omisiones pusiera en peligro la unidad e integridad de la Patria y, en consecuencia, quieren saber a quién le correspondería entonces tomar las riendas de la nación para tratar de evitar tan mal asunto”.

… “las Fuerzas Armadas deberán estar preparadas”

Vista esa situación, este coronel del Ejército de Tierra plantea una serie de alternativas. La primera consistiría en que “el Rey como Jefe del Estado efectivo que es, avise -cómo ya ha hecho en dos ocasiones- de las consecuencias de las derivas, iniciativas o transgresiones que pudieran ir contra la Constitución, su espíritu, mandato y contenido; hacer las llamadas que fueran necesarias a los españoles para que se levanten en íntima y pacifica rebeldía contra tamañas potenciales injusticias y aconsejar seriamente a los tres Poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) a que actúen en consecuencia en y hacia el cumplimiento de la Ley y sobre todo, de la Constitución; a la que de forma individual prometieron o juraron respetar y defender a la hora de tomar cada uno de sus miembros la posesión de su cargo”.

 

De ahí que escriba que “las FAS [Fuerzas Armadas] deberán estar atentas, preparadas y prontas para asistir, a requerimiento del gobierno, a cumplir con su obligación más sagrada como es defender, con todo su empeño y saber hacer, la integridad territorial de España y el ordenamiento constitucional. Misión que les viene marcada claramente -sin otro tipo de cortapisas que el subrayado referido en este mismo párrafo- la Constitución en su artículo 8.1.”.

Este antiguo director adjunto del Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas -el “espionaje” militar- cita a Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón para explicar que la Constitución otorga al rey el mando supremo de las Fuerzas Armadas, y aunque eso se desarrolla en ley orgánica que establece que la política de Defensa depende del Gobierno, sigue teniendo prioridad ese precepto constitucional.

Poner “el bastón sobre la mesa”

Además, el coronel retirado Javier Blasco pide a los altos mandos de las Fuerzas Armadas que tengan un gesto antes de llegar al “ruido de sables”. “No estaría de más que alguien –a ser posible varios y de forma individual, para no ser acusados de sedición- y con suficiente peso específico, pudieran empezar a pensar en la posibilidad de poner en su día “su bastón sobre la mesa” de la correspondiente ministra o ministro de Defensa”: es decir, acudir a renunciar al cargo como forma de protesta, con el gráfico gesto de dejar el bastón de mando.

De esa forma mostrarían “su desagrado personal aunque generalizado, con una inaceptable situación –si es que llegara a producirse-, y dar a entender la nunca desestimable posibilidad de que, de no corregirse aquello y/o si degenerara aún más; hasta se podría pasar, siempre hipotéticamente, al punto no querido y ya conocido del ruido de sables; que como bien sabemos, suele ser el preludio de un golpe de Estado”.

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