El ex número tres de la Armada denuncia la poca conciencia militar de los españoles

El último Almirante de la Flota lamenta el fracaso de la promoción de la cultura de Defensa

Fragata Cristobal Colón de la Armada (Foto: Armada Española).
Fragata Cristobal Colón de la Armada (Foto: Armada Española).

“No se puede pedir entusiasmo bélico a España”, “no es la Defensa Nacional un tema de debate que nos interese”, “carecemos de una cultura de seguridad y de defensa”, “rara vez hablan los españoles de lo militar”...

Estas frases no corresponden al discurso de ningún experto en asuntos de Defensa, ni a ningún político. Las ha escrito en un libro un almirante en la reserva, que hasta hace un año era Almirante de la Flota, en la práctica el número tres de la Armada español por debajo del Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada (Ajema) y del Almirante Segundo Jefe del Estado Mayor de la Armada.

Responsable de la Flota de la Armada

El almirante Juan Rodríguez Garat pasó a la reserva en septiembre de 2018. Ocupaba el cargo de Almirante de la Flota desde hacía dos años.

La Flota se define como “el elemento fundamental del poder naval de la Armada, núcleo básico de la Fuerza Naval para realizar operaciones militares en cualquier escenario geográfico de interés, y base de la aportación del componente naval para contribuir a la acción conjunta de las Fuerzas Armadas”, y su potencial de combate lo constituyen “buques de superficie y submarinos, unidades de guerra de minas, unidades aéreas, unidades de guerra naval especial y órganos de mando a flote, junto con la Infantería de Marina”.

Tras cuarenta años en la Armada, que culminaron con ese cargo de Almirante de la Flota, Juan Rodríguez Garat ha publicado un libro con el título ‘Manual del usuario de la Armada’, con el objetivo de explicar a los españoles cómo, cuándo y para qué usar la Armada, y en general divulgar la parte naval de la llamada Cultura de Defensa.

El libro está prologado por el actual Ajema, y la Armada lo difunde en su propia página web corporativa.

El autor parte de reflexiones de carácter más filosófico hasta descender a análisis muy concretos sobre las necesidades que ve en la Armada.

Entre otros, destaca el capítulo 6, que trata “De la visión del pueblo español”, en el que “se da cuenta de la contradicción que supone el que una opinión pública que aprecia a sus Fuerzas Armadas no entienda su necesidad”.

El “fracaso” que muestra el CIS

En este capítulo, el ex número tres de la Armada refleja cierta decepción por lo que define expresamente como un “fracaso” en el empeño del Ministerio de Defensa por que la sociedad española conozca, valore y se identifique con su historia y con el esfuerzo solidario y efectivo mediante el que las Fuerzas Armadas salvaguardan los intereses nacionales”, como establece la Ley Orgánica de la Defensa Nacional.

 

El almirante en la reserva recurre a datos del CIS, que señalan que si bien las encuestas muestra una buena valoración de los españoles hacia las Fuerzas Armadas, también indican que “rara vez hablan los españoles de lo militar”; falta de interés que se traduce en desconocimiento.

Del análisis de las encuestas del CIS también saca otra nota negativa. “Si el conjunto de la sociedad nos valorara con un aprobado alto, la nota sería más valiosa que si, como parece ocurrir hoy, ese promedio se lograse por la existencia de un mayor número de incondicionales inasequibles al desaliento que de detractores inamovibles. No son buenas las divisiones cuando obedecen a posturas extremas, y eso es algo que aún tenemos que trabajar”, resalta el almirante en la reserva Rodríguez Garat.

Y pone otro ‘debe’: “También tenemos que seguir esforzándonos por mejorar la opinión de nuestra juventud, que se mantiene por debajo de la media”.

Crítica a los documentos estratégicos de Defensa

De ese “fracaso” en el objetivo de que la sociedad española se identifique con las Fuerzas Armadas, según la ley de 2005 (“Doce años después, el informe del CIS nos obliga a reconocer que no hemos tenido mucho éxito”), quien fuera Almirante de la Flota apunta una idea que supone una crítica directa a los responsables de los documentos de estrategia de Defensa de España en los últimos años.

“Quizá tenga la culpa”, desliza el almirante en la reserva, “el que nuestros documentos oficiales hayan insistido durante años en que España no tiene enemigos”, y abunda en ello: “España no es lo mismo que los EE.UU. y, probablemente, no es con ejes del mal con lo que uno se gana la confianza de los españoles. Pero tampoco era necesario haberse ido al extremo opuesto y declarar que todo el mundo es bueno, como se ha hecho en el pasado en alguna de nuestras Directivas de Defensa Nacional. Afortunadamente hoy se escuchan voces mucho más centradas, pero los sentimientos de los pueblos no cambian de un día para otro”.

De ahí, Juan Rodríguez Garat concluye que “la situación es la que es: carecemos de una cultura de seguridad y de defensa”, entre otras cosas porque, enlazando con el desinterés antes citado, “no es la Defensa Nacional un tema de debate que nos interese”.

Ni siquiera, señala, se debatió sobre la Defensa Nacional después de los ataques yihadistas en Cataluña en agosto de 2017: “Crímenes como ese, en París y Londres abrieron debates públicos, acertados o no, sobre la manera de combatir al DAESH, autor intelectual de una cadena de atentados que aspira a ensangrentar nuestras calles. No así en España, donde a la política de gestos -que es necesaria pero insuficiente- y a las también necesarias medidas policiales no siguió -al menos no en el debate público- la respuesta militar al agresor”.

Y lamenta que “rara vez debatieron los españoles sobre lo que, junto a muchos otros, hicieron -y hacen todavía- nuestros soldados en Irak para contribuir a la derrota militar del DAESH”.

Desencanto con lo militar

El anterior Almirante de la Flota bucea en posibles causas históricas de ese desapego de los españoles por los asuntos militares y de Defensa: “No parece que nuestra sociedad haya superado el desencanto de las derrotas que enmarcaron la ya lejana pérdida del imperio; ni el horror de la menos lejana guerra civil, inmediatamente seguida por la segunda guerra mundial; ni la ilusión y el posterior desengaño que acompañaron al movimiento pacifista global nacido, sobre todo, a causa de las contradicciones de la guerra de Vietnam”.

Como consecuencia de todo ello, “muchos de nuestros conciudadanos viven hoy con la certeza -que como casi todas las certezas tiene algo de irracional- de que el uso de la fuerza militar es, cualquiera que sea la razón reprobable”.

Lo peligros, a juicio de Juan Rodríguez Garat, es que “esa certeza podría coartar la libertad de acción de los Gobiernos que elegimos cuando, por reprobable que sea, la fuerza es la única respuesta posible, como indudablemente lo fue en las circunstancias en que Ignacio Echeverría recurrió a su monopatín”. El libro es un homenaje al español que murió asesinado por unos yihadistas tras tratar de defender a las víctimas de un ataque en Londres.

El análisis sobre “la contradicción que supone el que una opinión pública que aprecia a sus Fuerzas Armadas no entienda su necesidad”, que trata en el capítulo sobre “la visión del pueblo español”, concluye con una propuesta algo abstracta, pero que incide en la necesidad de que España fije un rumbo claro en materia de Defensa, sobre todo en sus intervenciones en el exterior:

-- “Tenemos que dejar nuestra huella. Pero no podemos dejar esa huella si ni siquiera estamos seguros de hacia dónde queremos ir. Así pues, necesitamos crear una opinión pública que tenga precisamente eso, opinión. Y para que esa opinión sea fundamentada, debemos deshacernos, como si de un pesado lastre se tratase, de esa colección de lugares comunes y prejuicios que se oponen a nuestro pensamiento racional”.

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