Un experto en epidemias del Estado Mayor de la Defensa recuerda que España necesita una estrategia de bioseguridad

Contemplaría la forma de reaccionar ante enfermedades emergentes, ante un accidente con agentes patógenos y ante un ataque terrorista

Militares españoles con trajes de protección NBQ.
Militares españoles con trajes de protección NBQ.

Estrategia de Seguridad Nacional, Estrategia Nacional contra el Terrorismo, Estrategia Nacional contra el Crimen Organizado y la Delincuencia Grave, Estrategia Nacional de Ciberseguridad... son algunos de los documentos en vigor aprobados por el Consejo de Seguridad Nacional para hacer frente a distintos desafíos de seguridad a los que se enfrenta España.

A raíz de la epidemia de coronavirus, un alto mando del Estado Mayor de la Defensa echa en falta una estrategia sobre bioseguridad, es decir, sobre la extensión en España de un virus como el procedente de Wuhan.

Confidencial Digital ha consultado un documento reciente sobre el coronavirus firmado por un coronel veterinario, del Cuerpo Militar de Sanidad, destinado actualmente en la Jefatura de Sanidad Operativa del Estado Mayor de la Defensa (EMAD).

El coronel Alberto Cique Moya pasó antes por la Dirección de Sanidad del Ejército de Tierra, y es especialista en epidemias. Entre otros destinos relacionados con este asunto, ha sido jefe del Departamento de Defensa Biológica de la Escuela del Ejército de Tierra, analista del Servicio de Sanidad Ambiental y NBQ de Medicina Preventiva de la Defensa y representante nacional de la OTAN como Asesor de Defensa Biológica.

La amenaza biológica

Este coronel de Sanidad del Estado Mayor de la Defensa publicó a finales de febrero un artículo, titulado “Cuando los cisnes negros transmutan en coronavirus (y se convierten de desafíos a la seguridad)”, para el Instituto Español de Estudios Estratégicos, el think tank del Ministerio de Defensa.

Cique reflejó sus reflexiones sobre la evolución del coronavirus, cuando ya causaba estragos en China pero todavía no había golpeado a España hasta los extremos actuales, a mediados del mes de marzo.

Una de las ideas que dejó escritas es que “resulta necesario que España desarrolle su estrategia propia de bioseguridad para hacer frente a los desafíos que supone la amenaza biológica”.

Lo apuntaba al hilo de los problemas que estaban ya teniendo distintos países para contener la expansión del coronavirus. El coronel Cique se refería también a que Estados Unidos ha desarrollado una estrategia de bioseguridad, y por tanto sería buena idea que España hiciera otro tanto.

El objetivo de ese documento sería tener previstos planes y mecanismos “para hacer frente a los desafíos que supone la amenaza biológica, sea cual sea el origen de la misma”.

 

Eso incluiría el caso como el actual del coronavirus, es decir, “para hacer frente a una enfermedad emergente o reemergente”, que además de la epidemia actual, podría ser casos similares a episodios del pasado reciente como el ébola, el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS, por sus siglas en inglés), la gripe aviar y porcina (H5N1 y H1N1, respectivamente) y el MERS-CoV, “entre otras enfermedades, que sorprendieron cuando surgieron y se desarrollaron como epidemias/pandemias en función de su gravedad e impacto”.

Pero una estrategia de bioseguridad serviría “para dar respuesta una enfermedad de origen accidental derivada de un fallo de bioseguridad en una instalación donde se almacenen o manejen agentes biológicos”.

Y también para hacer frente “a un brote de origen intencionado en un contexto de bioterrorismo o de guerra biológica en su sentido más amplio”, es decir, el escenario ante el que se suelen preparar las unidades de guerra bacteriológica, uno de los aspectos de la protección NBQ que contemplan las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad.

Más vigilancia epidemiológica

Más allá de elaborar una completa estrategia nacional de bioseguridad, el coronel de la Jefatura de Sanidad Operativa del Estado Mayor de la Defensa subraya también en su artículo sobre el coronavirus la “imperiosa necesidad” de “potenciar los sistemas de salud pública, así como establecer y/o fortalecer los sistemas de vigilancia epidemiológica a nivel local, regional y nacional, que contribuyen sin ninguna duda a reducir las posibles consecuencias derivadas de la aparición y desarrollo de un brote de enfermedad, más si cabe cuando tiene carácter transmisible y los tratamientos y vacunas no están disponibles, resultando vital la colaboración internacional para fortalecer la respuesta a nivel global”.

A su juicio, “la potenciación de los sistemas de salud pública y de vigilancia epidemiológica no solo resultan necesarios para el ámbito civil, sino que resultan vitales en el ámbito militar, ya que durante el desarrollo de las operaciones, normalmente en escenarios donde los sistemas de salud pública establecidos están deteriorados o son inexistentes, conocer la situación epidemiológica resulta clave para el éxito de la misión ya sea por el beneficio de los propios efectivos desplegados como por el apoyo a la población cuando así sea determinado”.

Alberto Cique también señala que “desde la Jefatura de Sanidad Operativa del Estado Mayor de la Defensa, en coordinación con otros organismos y estructuras, se trabaja para lograr una estandarización de procedimientos que permita el adecuado empleo de las capacidades sanitarias operativas, colaborando en la determinación de las necesidades prioritarias de inteligencia sanitaria y en el desarrollo de la doctrina sanitaria conjunta de aplicación en este tipo de escenarios”.

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