Una medida de altos mandos militares para evitar el espionaje: dejan sus móviles fuera de despachos y reuniones

Explican que en las Fuerzas Armadas se han tomado mucho más en serio que los políticos las instrucciones de seguridad para evitar ciberataques

Margarita Robles, con mandos del ministerio, de las Fuerzas Armadas y del CNI.
Margarita Robles, con mandos del ministerio, de las Fuerzas Armadas y del CNI (Foto: Rubén Somonte/MDE).

Cuatro miembros del Gobierno fueron objeto de intrusiones con el programa espía Pegasus. En el caso de Pedro Sánchez, Margarita Robles y Fernando Grande-Marlaska, el ciberataque tuvo éxito y logró robar información de sus teléfonos. El intento con el dispositivo de Luis Planas fue fallido.

La intrusión se produjo en las semanas posteriores a la avalancha de miles de personas procedentes de Marruecos que desbordaron las fronteras de Ceuta y obligaron a movilizar incluso al Ejército de Tierra. Esas y otras informaciones están provocando que cada vez más voces apunten la posibilidad de que Marruecos podría estar detrás de estos espionajes cibernéticos.

A Margarita Robles le extrajeron, en junio de 2021, 9 megabytes de información de su teléfono móvil. El hecho de que a la ministra de Defensa le espiaran el móvil apunta que los responsables podrían tener interés en información de carácter militar sobre España.

ECD ya contó hace unos días que el teléfono móvil del Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), el almirante general Teodoro López Calderón, también ha sido revisado, pero en su caso no se han encontrado indicios de que haya sido hackeado ni se haya infectado con Pegasus.

Sin móviles en las reuniones

En este contexto, Confidencial Digital ha podido recabar algunos comentarios y reflexiones que hacen estos días altos mandos de las Fuerzas Armadas, con experiencia en puestos relevantes, sobre la seguridad de las comunicaciones.

Estos militares señalan que existen distintos estados de alerta que marcan un mayor o menor control en la utilización de los dispositivos móviles. Varios coinciden en señalar una precaución que se adopta desde hace muchos años en las Fuerzas Armadas: evitar que haya teléfonos móviles en las reuniones.

En las salas de reuniones, en citas oficiales, y en los despachos de determinados responsables de las Fuerzas Armadas nadie entra con su dispositivo móvil. Se dejan fuera, para impedir precisamente que si el teléfono ha sido hackeado, quien esté manejando el aparato pueda activar el micrófono y transmitir o grabar las conversaciones sin que nadie lo advierta.

También se evitar que algún militar o civil que quisiera grabar una reunión o conversación de forma voluntaria, con objetivos de espionaje o de otro tipo.

La prohibición se acata de forma tajante entre los altos mandos militares, aseguran las fuentes consultadas. Sin embargo, muchos de ellos han observado que esa disciplina no se cumple entre algunos cargos políticos del Ministerio de Defensa, o que tienen relación de una forma u otra con las Fuerzas Armadas, pero que no son militares.

 

También OKDiario ha publicado que numerosos altos cargos de la administración incumplen las recomendaciones e instrucciones de seguridad que realiza el Centro Criptológico Nacional en cuanto a la utilización de dispositivos electrónicos.

Ni en guardias ni haciendo deporte

Además, en las unidades militares existe la norma general de que no pueden usarse teléfonos ordinarios, y por tanto no cifrados, para nada oficial. Por supuesto, tampoco puede manejarse en ellos información clasificada.

Pero tampoco se permite, al menos sobre el papel, que se usen móviles en actividades rutinarias, como son guardias o salidas a hacer deporte, de forma que se facilite la geolocalización de personas o de instalaciones.

Este problema de las geolocalizaciones ya se dio con los pulsómetros, las pulseras que miden pulsaciones y otras variables físicas y que se usan para correr y hacer deporte.

Estas pulseras permiten localizar a sus usuarios, lo que provocó que quedaran al descubierto bases y rutas de los militares españoles desplegados en misiones en el extranjero. Al detectarse esa vulnerabilidad, se estudió prohibir el uso de esas pulseras en las unidades de las Fuerzas Armadas.

También las redes sociales pueden facilitar que se localicen fuerzas militares, si sus integrantes publican por ejemplo fotos en Instagram con la ubicación, y en la que se les ve de uniforme, con armas y en vehículos blindados.

Hackeo en Instagram

Las fuentes consultadas insisten en que la concienciación dentro de las Fuerzas Armadas con la ciberseguridad de cada efectivo es elevada.

Con cierta periodicidad los militares reciben boletines y avisos del Mando Conjunto del Ciberespacio en los que se les alerta de ataques concretos y se les trasladan consejos para evitar intrusiones. Estos avisos y consejos van dirigidos a mandos, oficiales, suboficiales y tropa.

Eso no impide que se hayan producido algunos ciberataques llamativos. A finales de febrero, la cuenta del Estado Mayor de la Defensa en Instagram fue hackeada mediante ‘phishing’, y una mañana se publicaron en ella varias fotos de una chica joven en ropa interior. El Ministerio de Defensa asegura que no ha logrado identificar al autor del ataque.

Las redes militares españolas reciben cada año miles de intentos de intrusión. En 2020 el Mando Conjunto del Ciberespacio se enfrentó a 713 ataques informáticos de especial complejidad.

Las intrusiones en las redes militares de propósito general, con un menor de seguridad intrínseca, se han producido en varias ocasiones.

Dispositivos espía

Junto a las técnicas de espionaje virtual, también se mantiene alta la guardia ante métodos más clásicos de espionaje.

Las unidades de seguridad interna e inteligencia de Tierra, Armada, Aire, y más recientemente el Estado Mayor de la Defensa cuentan con equipos de contravigilancia técnica que sirven para detectar cámaras ocultas, micrófonos, dispositivos de rastreo y otros aparatos espía que puedan haberse colocado en despachos y salas de los cuarteles con el objetivo de grabar conversaciones reservadas entre militares.

No hay que olvidar que el Informe Anual de Seguridad Nacional de 2021 reveló, en su capítulo de “Contrainteligencia”, que la actividad en España de los servicios de inteligencia extranjeros se disparó el año pasado a niveles récord.

El informe do algunas pistas de qué interesa a las agencias de inteligencia extranjeras que se mueven en España: “Los intereses de los servicios de inteligencia en España están centrados en los ámbitos político, financiero, energético, tecnológico, aeroespacial, así como de seguridad y defensa”. Se ve, por tanto, que el ámbito militar es una de las prioridades de los espías extranjeros que operan en España.

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