Así preparan los talibanes afganos sus atentados contra las tropas internacionales -y españolas- tras recibir un ‘chivatazo’. Vea el vídeo

Los denominados IED’s –siglas inglesas de artefactos explosivos improvisados- se han convertido en la principal amenaza de los soldados que patrullan por las carreteras afganas. Un vídeo muestra una operación terrorista de los talibanes, desde que reciben el ‘chivatazo’ hasta que finalmente atacan. Vea como se preparan.

El pasado junio ha sido el mes con mayor número de bajas entre las filas de la ISAF –la misión de la OTAN para Afganistán-, con 102 soldados fallecidos. En plena escalada de violencia, el país afgano acaba de recibir al nuevo comandante en jefe, el estadounidense David Petraeus –vea aquí el perfil menos desconocido del general, que publicó recientemente El Confidencial Digital-.

Uno de los objetivos prioritarios de Petraeus es conseguir que el número de víctimas entre las tropas occidentales comience a descender mes a mes. Y para ello, tal y como destacó el propio norteamericano, es necesario “cortar las vías de inteligencia” de los terroristas.

En este vídeo, cuya autenticidad ha sido certificada a El Confidencial Digital por personal de las Fuerzas Armadas españolas, ha sido publicado en el blog 'Paz, Conflicto y Periodismo' y en él se puede comprobar cuál es el ‘modus operandi’ de las células talibanes. En este caso, no consiguen su objetivo. Según las fuentes consultadas, esto es una muestra de la inoperancia de los terroristas. Así funciona la inteligencia de la insurgencia:

--Cuando los terroristas están en su base, reciben un mensaje vía telefónica –con móviles- de uno de sus informadores: “un tanque americano acaba de abandonar Baghlan –ciudad del norte de Afganistán- montado sobre un camión”.

--Rápidamente, los milicianos se ponen en marcha. Cogen sus lanzagrandas RPG y sus fusiles Kalasnikov y se dirigen al lugar elegido para la emboscada, evitando caminar cerca de las carreteras.

--Cuando llegan, descubren que la información inicial no era muy precisa. No hay tanque. Se ponen nerviosos y comunican de nuevo con el informador. El jefe del comando le abronca por teléfono.

--El tanque ya ha pasado, pero “va a salir otro”. Les comunican que un vehículo de seguridad de la Policía afgana acompaña al convoy.

--Deciden parapetarse a poco metros de la carretera principal y esperar. Un miliciano mueve sus pies para reanimarlos, “cansados” después de la caminata.

--Al poco, el comandante del grupo recibe una llamada de uno de sus “líderes”. Les dice que están “cuidando demasiado de sus vidas”. “No nos importan nuestras vidas” contesta. Les ordena no moverse de su posición: No regresarán hasta que no cometan el atentado.

 

--Mientras, otro integrante del comando espera apostado en una cuneta, desde la que tiene visión de la carretera por la que se aproximará el objetivo. Tiene un móvil, y llama cada cierto tiempo al jefe del comando para darle novedades. “¡Nos tienes muertos de frio y no nos das novedades!” le recrimina. “Dijiste que estaba muy cerca y nos emocionamos”. “No debisteis retrasaros cuando os llamé” le contesta.

--Al mismo tiempo, un grupo de milicianos preparan las dos bombas. “Está en ruinas, no va a pasar nada” asegura uno de ellos mientras pulsa el botón de un teléfono móvil que hace las veces de detonador. Tienen problemas para comprender su uso. “Hay que pulsar el botón 20 segundos, no 20 veces” le instruye el otro. “Es como la otra”.

--Comienzan a acercarse los objetivos, “el tanque y el Ranger”. Vuelven los nervios. Todos toman posición. Los lanzagranadas están preparados.

--Cuando todo está preparado para atacar, un grupo de mujeres con burka y niños aparecen por medio. Al percatarse que están en medio de una emboscada, empiezan a correr. El todoterreno de la policía afgana que escolta al camión les detecta y comienza el tiroteo. “Ahora estamos expuestos” alerta uno de los terroristas.

--Se cumplen los presagios de uno de los expertos en explosivos: Las bombas fallan y no explotan al paso del convoy. El lanzagranadas erra su objetivo, desviándose sin producir daños. El atentado ha sido un desastre. Comienzan las recriminaciones. “Si alguien piensa que tu puedes hacer una mina, son unos idiotas”.

--“Tres tipos con cohetes deben sentarse a 20 metros y dispararles. ¡Que les den a las minas! están en desuso, todos los días pulsamos el botón y no pasa nada” dice uno de los milicianos.

--Otro grupo de tres insurgentes discute acaloradamente. El fabricante del detonador le recrimina al operador que lo ha roto. Vuelven a probar, pulsan el botón y, para su sorpresa, se escucha la explosión a lo lejos. Demasiado tarde.

Vea a continuación la secuencia completa:

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