Cirujano y despedido mediante una carta sin una palabra de agradecimiento Así actúa la Comunidad de Madrid

Mi pareja es cirujana. Como cada día, nos despedimos temprano. Cuando vuelva no me dirá que ha hecho una intervención complicada. Es posible que me cuente cómo alguien, el paciente en su cama, un familiar, le han expresado su agradecimiento. El otro día, la víspera del puente en la Comunidad de Madrid, no fue así. Al volver me dio una carta que le acababan de entregar en mano en su hospital, en Móstoles. Hace cuatro meses, cuando cumplió la edad de jubilación, le dieron otro escrito aceptando la prórroga de su trabajo hasta 2017. Pero ahora le han dicho que se vaya, sin más. No hay una palabra de agradecimiento por toda una vida de dedicación. No hay el consuelo de que vayan a contratar a un joven cirujano en su lugar. Ya no hay pacientes ni listas de espera. Es como si no hubiera un mañana para uno y otros. No creo que mi marido sea especial. Creo que las personas como él, plenamente satisfechas a cambio de esos agradecimientos y de un salario digno, no tienen cabida en una sanidad convertida en negocio. Afortunadamente mi marido tiene recursos, intelectuales y económicos, pero, ¿cuántas personas no?

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