Cruz Roja se opone a la presencia de animales en el circo. ¡No lo entiendo! (Rafael Arencón Edo)

Cruz Roja se opone a la presencia de animales en el circo. ¡No lo entiendo!

A veces pienso que me gustaría vivir en otra época o en otro lugar. Hay cosas que ocurren aquí y ahora que no entiendo ni entenderé.

Es tradicional en el mundo del espectáculo celebrar galas benéficas, en especial cuando se acercan las fechas navideñas. Los beneficiarios suelen ser las grandes instituciones de ayuda social, como UNICEF, Cruz Roja y otros.

Siguiendo esa sana costumbre, en estas fechas prenavideñas un gran circo español se dirigió a Cruz Roja ofreciéndole la recaudación completa de una función benéfica o bien celebrar una función gratuíta donde la entrada fuese un kilo de alimentos que se donarían a Cruz Roja.

Transcribo sólo un párrafo de la respuesta, pues con eso es suficiente: “Tras conversaciones con responsables de Captación de Fondos de Asamblea de Madrid se desestima la posibilidad del evento por cuestiones de "posible sensibilidad social" ante la intervención de fauna en el espectáculo”.

Varios grupos políticos han propuesto en el Parlament de Catalunya la prohibición de los circos con animales. Esta misma semana un individuo ha sido denunciado tras destruir sistemáticamente la cartelería de un circo en Madrid y enorgullecerse de ello en su cuenta de twitter; pero esto de Cruz Roja para mí es ya la gota que colma el vaso.

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¿Hasta dónde han llegado las presiones y la catarata de desinformación de ciertos grupos animalistas? No hay maltrato a los animales en los circos, es falso que sean un lugar de tortura. Su presencia está regulada, sus condiciones de vida inspeccionadas por la Guardia Civil y los Mossos, tienen servicios veterinarios permanentes, están bien alimentados y cuentan con el cariño de sus adiestradores que los consideran parte de su familia. Actúan durante cinco minutos en la pista, mientras los caballos de la guardia urbana o cualquier animal de granja trabajan ese tiempo diario multiplicado por quinientos. No generan repudio en la población sino admiración, como pone de manifiesto el hecho que cada año 100.000 personas acuden a las funciones navideñas del circo que nos ocupa.

La verdad es que me resisto a seguir argumentando sobre este tema. La respuesta de Cruz Roja retrata por si misma el momento que estamos viviendo. Los gestores del circo no salían de su asombro, y así se lo hicieron saber a Cruz Roja, al ver cómo una entidad que pide ayuda para las víctimas del tifón en Filipinas rechaza la recaudación de una función circense o 2.600 kilos de alimentos  alegando “posible sensibilidad social”. 

Espero que ningún filipino ni ningún padre o madre que no tenga comida para poner en la mesa a sus hijos lean este escrito. Mejor que no conozcan el grado de “sensibilidad humana” de esos dirigentes de Cruz Roja. Porque estamos en tiempos en que necesitamos toda la esperanza posible y seguir creyendo en el hombre. Aunque a mí lo que realmente me pida el cuerpo, viendo hechos como éstos, sea hacerle los coros a Roberto Carlos cuando cantaba aquello de “Yo quisiera ser civilizado como los animales...”

Rafael Arencón Edo

Grupo de Trabajo en Defensa del Circo con Animales.