El Mercado de la Cebada. Da mucha pena tirarlo

Lo avisamos en su momento, pero no se pudo evitar. Al final se colocó en el río, nuestro río Manzanares, el puente en forma de doble cono con celosía espiral cercano a una forma de gran cucurucho de Dominique Perrault. Ya dijimos que se trataba de un arquitecto importante, pero ahí se equivocaba.

Se veía claro que estaba fuera de escala y que su supuesto alarde técnico y estructural era innecesario. Pero lo peor es que hacía el río aún más pequeño. La propuesta general perdió con este pseudo- monumento. Realmente un puente nunca fue un icono. En el pasado simplemente era un gran problema a resolver. Esto pasa cuando la cuestión técnica es fácil, en este caso saltar el Manzanares . . . por tanto ¿Qué ha ocurrido? . . . Pues, lo que tantas veces ha pasado con Calatrava, la presunción del autor hace que la propuesta sea inadecuada y con el tiempo esto se hace patente. . .

Bueno, algún día se quitará, tal vez sea posible trasladarlo a otro lugar donde ese problema de escala no exista. El Titanic era inmenso en el puerto y ridículo en el océano, por eso naufragó. Cuando partió debió parecer indestructible, hay que reconocer que fue un gran chasco.

El pasado fin de semana, leí en el periódico El País, que ha surgido una plataforma cívica en defensa del Mercado de la Cebada. Hubo un concurso,(debiera haber muchos) y se falló a favor de una determinada propuesta. Este proyecto derriba el mercado actual, sustituyéndolo por un supuesto edificio mejor. Ahora surge el debate y como en otras ocasiones se produce un escenario muy frecuente:“la lucha por el trabajo”. La falta de éste y la rigidez del sistema fuerza - cuando se hace un concurso y se selecciona una propuesta - a que el arquitecto que lo gana se empeñe en hacerlo tal cual sin escuchar otras opiniones o en caso contrario a que se le despida y pierda su trabajo. Con tal de mantener el encargo, coloco un puente sobre el río, aunque sea un trasto inútil o tiro un edificio sin pensarlo dos veces.

La Administración piensa: “Sigo con lo previsto, aunque sea un disparate, o me ocupo de hacer desaparecer a los autores del premio concedido y ya se hará de otra forma”.

Si Perrault tenía que hacer algo en Madrid, además de la Caja Mágica, que por cierto no sé donde está, de ahí que sea mágica, por lo menos, que ese algo no moleste demasiado o ante el empecinamiento que al menos acierte.

¿Qué ocurre con el Mercado de la Cebada?

Pues muy sencillo: Es un edificio duro en su exterior con interior muy sorprendente. La verdad, da mucha pena tirarlo. Unas cúpulas que yo respetaría si fuera mío, sin dudarlo. Pero claro, eso puede significar dejar sin trabajo a los arquitectos. No me parece correcto. Opino que la solución es muy sencilla, simplemente hablar con ellos para que nos propongan una solución que respete esa gran estructura, que mantenga el espíritu del lugar y que mejore el entorno, que está desordenado, cuando debería ser un lugar emblemático de Madrid. El equipo que ganó el concurso tiene derecho a seguir trabajando en el asunto, pero no debe tirar ese imponente espacio, entre otras cosas porque ya no queda en Madrid casi ninguno con esa factura. Empieza a ser un problema para Greenpeace.

En general ese es nuestro problema.

 

Hace poco, llamé a un carpintero para que me restaurara una puerta antigua de madera para un exterior que había estado funcionando 50 años. Cuando vino me aconsejó que la pusiera de aluminio, a pesar de dedicarse él a la madera. Eso es muy nuestro.

El español es muy especial, nada de lo que tiene él le parece bueno, siempre es mejor lo de los demás.

Así somos,

¿Qué tal si cambiamos?

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