No es país para perros

Una mujer paseo a un perro en Pontevedra.
Una mujer paseo a un perro en Pontevedra.

"El sacrificio cero es inviable"; con esta frase lapidaria del Concejal de Transparencia y Buen Gobierno del Ayuntamiento de Castellón, Ignasi García Felip, daba comienzo una reunión entre representantes del Consistorio y entidades animalistas, cuyo objeto era tratar sobre la recogida y atención de los animales llamados "errantes"; es decir, perdidos o abandonados y que, a sus tristes circunstancias, suman la posibilidad de acabar en una jaula a la espera de ser recuperados, adoptados o eliminados tras un período de tiempo determinado.

El anteproyecto de la nueva Ley de la Generalitat Valenciana de Protección, Bienestar y Tenencia de Animales de Compañía incluye la calificación de los demás animales como "seres sensibles", siguiendo la tendencia de otras normativas que se consideran como progresistas y realmente preocupadas por los Derechos Animales.

Esta consideración no es gratuita, representa la conclusión de los numerosos estudios que demuestran que compartimos con las demás especies animales el interés por vivir, por disfrutar de experiencias y por relacionarnos con otros individuos y que llevó a la comunidad científica a suscribir la Declaración de Cambridge, según la cual: "Las evidencias convergentes indican que los animales no humanos tienen los sustratos neuroanatómicos, neuroquímicos, y neurofisiológicos de los estados de la conciencia junto con la capacidad de exhibir conductas intencionales. Consecuentemente, el grueso de la evidencia indica que los humanos no somos los únicos en poseer la base neurológica que da lugar a la consciencia. Los animales no humanos, incluyendo a todos los mamíferos y pájaros, y otras muchas criaturas, incluyendo a los pulpos, también poseen estos sustratos neurológicos."

La Declaración de Cambridge supone que los demás animales son conscientes de sí mismos y del mundo que les rodea, y que son capaces de tomar decisiones voluntarias para resolver problemas que nada tienen que ver con respuestas mecánicas, sino con razonamientos complejos en los que también intervienen las emociones.

En consecuencia, se supone que este nuevo conocimiento es asimilado y plasmado en nuevas normas que contemplan derechos para los demás animales. Sin embargo, a nivel legal no existen los Derechos Animales, pues el más básico sería el de considerarlos como sujetos de derecho y, por ende, erradicar su explotación. Por el contrario, lo que hace la legislación es simplemente regular su posesión y diversas circunstancias en cuanto a su utilización.

Las normativas agrupan a los demás animales en distintos grupos, a pesar de considerarlos como seres sensibles de manera global. Así encontramos animales de compañía, animales domésticos, de producción, silvestres, asilvestrados...

Vacas, cerdos, ovejas o cabras son animales considerados como de producción, no entran en ninguna ley de protección. El pretendido bienestar animal del que hacen propaganda las empresas está destinado a aumentar la productividad, siguiendo el mismo principio aplicado a la esclavitud humana: un esclavo "feliz" es un esclavo que produce. De este modo, proporcionando unas comodidades mínimas a los animales usados, se consiguen mayores beneficios económicos; pero esto no tiene nada que ver con respetar a los demás animales y mucho menos con considerarlos como seres sintientes. Los peces, crustáceos y demás animales acuáticos ni siquiera cuentan como individuos, sino que su captura se mide en kilos o en toneladas.

Para los animales silvestres hay una cierta protección solo en el caso de que formen parte de una especie amenazada, vulnerable o en peligro de extinción; es decir, de las que quedan pocos ejemplares porque han sido víctimas de actividades humanas como la generación de contaminación, la caza o la pesca. Y siempre y cuando no interfieran en la explotación del ecosistema, como es el caso de osos o lobos, perseguidos por los presuntos daños que causan a los ganaderos, daños que, en más de una ocasión, se han fundamentado en denuncias falsas. En cualquier caso, se trata de medidas conservacionistas que no tienen en cuenta el valor de la vida de los individuos, sino los beneficios que aportan al ecosistema desde el punto de vista humano.

Volviendo a la ley valenciana, que deja fuera de protección a millones de especies a pesar de reconocer sus capacidades -porque, al parecer, solo el animal que proporciona compañía es merecedor de alguna protección, que no derecho-, pues lo que se regula es su tenencia. Se podría pensar que al menos los animales que se podrían considerar como más cercanos, perros o gatos, van a ver recompensada su fidelidad al ser humano con un importante avance en cuanto a las condiciones de vida que se les va a tener que proporcionar obligatoriamente; en ese sentido, una de las medidas que adopta es la del sacrificio cero, de manera que los animales errantes deberán ser recogidos y alojados hasta su adopción. No obstante, hay una moratoria para que los ayuntamientos puedan adaptarse, un período de tiempo en el que los animales podrán seguir siendo sacrificados. Este lapso debería ser aprovechado para que los municipios avancen según las directrices que marca esa ley; pero el Ayuntamiento de Castellón ha dictado sentencia: el sacrificio cero es inviable. Ni siquiera los animales a los que sacamos de su hábitat hace miles de años para que nos sirvieran como compañía, que nos brindan amor incondicional, merecen vivir. Cuando aparezcan abandonados porque alguien sin escrúpulos que decida deshacerse de ellos como de un trasto que ya no sirve, podrán ser recluidos en frías jaulas y sacrificados al cabo de unos días, hasta que una norma de rango superior obligue a dejar de actuar con tan elevado grado de crueldad.

Hace seis años se promulgó la ley que prohibía la caza en los Parques Nacionales y que ha entrado en vigor el pasado 5 de diciembre. A pesar del largo período de adaptación, ahora hay quejas porque se encuentra la prohibición muy precipitada y es que las moratorias se interpretan como una especie de prórroga, un "tenemos unos años por delante para no hacer nada y luego, a verlas venir"; todo esto, sin entrar a valorar lo demencial que supone permitir cazar en espacios presuntamente protegidos y que, además, se mantendrá bajo la cobertura del "control poblacional".

La Ley de la Generalitat Valenciana, Protección, Bienestar y Tenencia de los Animales de Compañía aún no se ha publicado; el tiempo que transcurra más la moratoria se traducen en años durante los cuales, los animales de compañía, los más cercanos al ser humano, seguirán muriendo en inhumanas instalaciones, al menos en Castellón.


Este no es país para jabalíes, lobos, atunes o pollos.

Tampoco es país para perros.

Rosa Mas es bióloga de Nova Eucària y activista por los derechos animales

 

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