¡Fuera de Extremadura!

Pasajeros en un tren averiado a Extremadura.
Pasajeros en el tren de Extremadura.

La indignación de los extremeños ha llegado a su límite. Ya no se puede aguantar ni un minuto más a esta caterva de delincuentes que viven de la política riéndose de Extremadura de norte a sur y de este a oeste. ¡Fuera de aquí de una puñetera vez! Fuera para que podamos recuperar al menos una parte de nuestra dignidad... y una parte de nuestro dinero y nuestro orgullo de haber nacido y vivido en la tierra de Hernán Cortés y Pizarro y de tantos valientes que fueron capaces de enfrentarse como nadie a la férrea dictadura del General Franco y sus secuaces esparcidos por todos sus pueblos.

"El tren ha llegado a la estación y el viaje ha concluido". ¡Fuera ya de esta tierra! Fuera todos los que han conseguido (copio textualmente de la editorial de un medio) que seamos la comunidad donde la pobreza es la más alta del país (el 44,3% de la población -casi la mitad de los extremeños- está en riesgo de exclusión social); los jóvenes no tienen más remedio que largarse de su tierra, y así lo hacen más de 200 al mes según el INE; Casi un millar de empresas han abandonado la región y aumenta la despoblación; las infraestructuras ferroviarias -que son de de la época del General Luxán- no funcionan, no hay líneas electrificadas y la falta de recursos se traduce en una falta de mantenimiento de una vías destartaladas y unas máquinas casi obsoletas, aunque, eso sí, nos van a proporcionar otras -para mayor desvergüenza- de los desechos de otras CCAA. O sea, la pescadilla que se muerde la cola: si la red ferroviaria no funciona mal van a ir el comercio, el turismo y la trama empresarial. Es decir, este es el régimen del 83: sin industria, sin bienestar, sin población, sin producción y, por supuesto, sin vergüenza.

Y digo sin vergüenza, porque miren Vds.: Haciendo eso que un escritor ha llamado el palabro "cirigoncias", el Sr. Ibarra (veintinisesabe años gobernando, si es que no lo sigue haciendo en la sombra) se ha adjudicado una pensión vitalicia de ¡6.000 euros al mes! y según se rumorea tiene nada menos que ¡seis casas!, que seguro, como en la que vive el Alcalde de Castuera, paga la Contribución si alguien lo denuncia y la oficina del OAR (la propia oficina de Castuera no paga la suya) le pasa el recibito; o el Sr. Consejero de Sanidad (quien, obviamente, no viaja en tren, lo hace en coche oficial, en uno de los ¡2.700! con que cuenta la Junta Extremeña), que les proporciona licencias -una que servidor sepa- sin documentación a clínicas privadas de amigos suyos a los que deriva enfermos reduciendo las plantillas de los hospitales, como no pude ser de otra forma (somos la Comunidad Autónoma con menos médicos por cada mil habitantes y muchos se están yendo por su propia cuenta, no hace nada una tanda de 28 especialistas), y, el colmo, permitiendo que el gerente de un hospital sea pillado por la Guardia Civil dando positivo en alcoholemia y no le pase, que yo sepa, nada de nada (¿sigue en su puesto?); o quienes gestionan la Educación y nos han llevado a ocupar los últimos lugares del informe Pisa..., por meritos propios imagino; y no hablemos del IRPF (el más caro del país a pesar de tener los peores salarios y las más bajas pensiones), o del porcentaje de gente en las Administraciones que, si mal no recuerdo, es el 32%, o sea, el más alto de España, cuatro veces mayor que el de otras CCAA.

En fin, como dijo Einstein: "La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa". Caso claro de los políticos extremeños de todos los tiempos.   

 

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