Imposición de la nueva ley de educación o Pacto de Estado entre todos

Isabel Celaá, en rueda de prensa.
Isabel Celaá, en rueda de prensa.

En este tiempo de guirigay político, con comportamientos hostiles y ofensivos, y sobre todo con esta pandemia que nos ahoga y arruina, convendría urgentemente detenernos para reflexionar en los resultados que estas conductas pudieran afectar de manera considerable a nuestra juventud. Es esencial instruir a nuestros ciudadanos, ciudadanos bien formados que trabajen por el bienestar de todos, sin excepción.   

Si tuviéramos una sociedad culta, implicaría más libertad, justicia, respeto a ideas, creencias etc. entre los ciudadanos. La radicalización de posturas, la falta de diálogo y entendimiento hacen peligrar nuestra democracia. No podemos consentir imposiciones, ni totalitarismos del signo que sea. La razón, la conversación y el respeto, al contrario, ahí está la clave para avanzar. Los insultos, las ofuscaciones, la carencia de conocimientos, de transmisión y diálogo nos dirigen al precipicio. 

¿En un Estado con diecisiete comunidades autónomas y diecisiete planes de estudios diferentes, podemos creernos que nuestros ciudadanos están a la altura cultural de otros países de nuestro entorno? 

Las carencias y disparates que alberga la comunidad educativa se evidencian en los resultados de los informes Pisa. Realmente es triste como nuestros niños y jóvenes, a nivel nacional e internacional, poseen unos niveles culturales inconcebibles,  los indicadores de fracaso escolar, uno de los peores de Europa, nos convertirá en un país de pobreza y subvenciones de seguir así. 

Siempre que estrenamos un gobierno nuevo, se devasta lo que hizo el anterior, en educación no puede ocurrir esto. Desde la Transición hemos tenido los siguientes planes de estudios: Loece (1980) Lode (1985) Logse (1990), Loce  (2002), Loe (2006) y Lomce (2013) nuestros representantes políticos, han sido incapaces siempre de conseguir un consenso tan ineludible, para un Pacto de Estado en Educación. El beneficio de una larga etapa de estabilidad, en un plan común de formación de nuestra juventud, como ocurre en muchos países de nuestro entorno, hubiera sido inmenso. 

¿Qué acontecerá con La Lomloe, más conocida como ley Celaá? ¿Ocurrirá lo de siempre? 

Perplejidad, intemperancia, sin unidad de razones y cada comunidad autónoma aplicará la ley como le convenga. 

¿Quiénes son los afectados?  

Nuestros jóvenes, futuro cercano. Todos tienen el derecho, sin distingos sociales o económicos, de poseer una educación de calidad y en libertad. Una nación culta es una nación libre y esa cultura, esa libertad nos dará trabajo y bienestar. 

 

Una instrucción que sitúa a los educandos en competencia de sus atracciones, voluntad y rendimiento académico, y no con el regalo de la superación de las asignaturas, proporcionará a nuestra sociedad buenos profesionales que competirán de forma briosa con el resto de los países europeos. De lo contrario si nuestros jóvenes son educados en la excesiva comodidad, apatía y falta de estímulo por el conocimiento y el estudio vamos derechos al abismo. 

Señores representantes de pueblo, hagan de la educación un pacto de Estado, ya está bien de milongas y cantos de sirena que asolan a nuestro país.

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