No nos dejemos enredar más

A mí me encantaba fumar, de adolescente. Me sentía importante, como se veían los genios en todas las películas de héroes y guapos. Sólo mi madre tenía el suficiente sentido común para decirme que fumar era una porquería. La habitación donde estudiaba quedaba repleta de humo de la cantidad de paquetillas de días y días, pues nunca la ventilaba, el pobre burro de mí.

Hasta que no se dijo oficialmente la verdad (mantenida oculta mediante sobornos de multinacionales tabaqueras), no tuve suficiente criterio para ver yo mismo la nocividad del humo de la droga del tabaco.

Con el alcohol, otra droga nefasta, pasa lo mismo. Muchísima gente vive del vino, lo que costará una barbaridad de erradicar. Yo creo que nunca se logrará, pero libres somos para destruirnos, porque podemos hacer con nuestro súper yo lo que queramos. Allá cada cual.

Y mira que he llegado a beber en mi vida, a pesar de encontrarlo amargo, áspero, astringente... una auténtica porquería, pero buscamos la droga de la euforia: el maldito alcohol, haciendo estragos desde la época de Noé.

Todavía recuerdo que en Lloret teníamos un "saller" en el que se hacía vino con las uvas de la finca de Sanquirse. Por suerte siempre salía avinagrado y mi tío Rafel, por parte de mi madre. les tiraba en cara a los tíos de parte de mi padre, que eran los elaboradores, que no tenían ni idea de hacer vino gracias a Dios.

No dejemos de luchar a brazo partido por un mundo mejor, más consciente, más inteligente y que seamos capaces de no dejarnos estropear lo mejor que tenemos: la inteligencia, ni dejarnos vencer nunca por el engaño, sobre todo si es de multinacionales que eluden la competencia y que siempre son las peores monstruos de cara a nuestros propios intereses.

Si tenéis tiempo leer este artículo del final, de unos sabios científicos investigadores de la mayor verdad, más, diría yo que las religiones que a veces son muy visionarias, como la mahometana, con el error de tener tantas mujeres, los muy machistas empedernidos.

Abrazos a capazos y vigilar a los enemigos de la inteligencia, sobre todo, como a los enemigos de los politicuchos populacheros con las noticias de cada día en sus depredadoras garras.